Entre Nosotros (sc Libro 0.1)

18. Brillante y cálida

Demian

-cuánto me gustaría quedarme más tiempo. En Nueva York hace un frío infernal. -dije y luego procedí a hundirme un poco más en el agua de la piscina.

-tú quisiste viajar al otro lado del país, ahora debes conformarte. -Charlotte me respondió mientras permanecía sentada en la orilla de la piscina, con los pies dentro del agua. Su traje de baño amarillo pollito se veía tremendamente chillante con el sol de más de 25 grados.

-sí, no tomé en cuenta ese detalle.

-a veces parece que no piensas en nada. -movió su pie sobre el agua, salpicándome la cara.

-claro que pienso. -me di la vuelta hasta quedar boca arriba en el agua, para comenzar a flotar sobre mi espalda. Cerré mis ojos y tomé un respiro.

-En Julissa será. -abrí un ojo y la vi, mas no dije nada. -me vas a decir que no.

-Un poco, pero es normal ¿no? O sea, me gusta, tendría que aparecer en mi cabeza de vez en cuando.

-Me encanta cómo es que has cambiado de opinión sobre ella desde la última vez que hablamos. Todo por un beso.

-Es que fue muy... no sé.

-la próxima vez que la veas, tienes que...

-no le voy a meter la lengua en la garganta, Charlotte. -abrí mis ojos y vi el cielo totalmente despejado.

-Es solo una sugerencia.

-Oye, al final no me dijiste si aceptaste salir con Ricardo o no.

-oh... eso.

-sí, eso.

-todavía no le digo nada, aunque hemos hablado por teléfono un par de veces. Es simpático. -se encogió de hombros. -no hablemos más de amor, últimamente los temas amorosos son los únicos que tocamos.

-bueno, es que no pasa nada más interesante en nuestras vidas. -razoné y de repente, me hundí en el agua. Alguien se había lanzado sobre mí.

-Nunca te relajes si yo estoy en los alrededores. -Calvin, uno de mis ex compañeros, rió una vez salí del agua, tosiendo un poco.

-sí, si bajó la guardia, podrías terminar matándome. -dije y me alejé hasta la orilla junto con mi mejor amiga.

-ya se tardaban. Creímos que no iban a venir. -Charlotte le dijo.

-No íbamos a faltar, es el último día de Demian en California hasta quién sabe cuándo.

-¡Trajimos botana! -James, otro de mis amigos apareció por la puerta, junto con los demás que conforman mi grupo.

Pasar tiempo con mis amigos de secundaria nuevamente me hizo replantearme el si fue realmente buena idea haberme ido tan lejos a estudiar, tenía toda una vida hecha. Popularidad, amigos, familia... pero siempre me hizo falta algo, algo que ahora sí que tengo en Nueva York. Una vida tranquila.

Aunque tenga pocos amigos allá, no me importa. Ya no busco popularidad, solo calma.

Además California no tiene a una chica castaña que parece caída del cielo o sacada de una revista que últimamente se la pasa revoloteando mucho en mi cabeza. Sigo alucinando desde la noche del partido. Ella dio el primer paso y creo que es justo que ahora dé el siguiente.

***

-¿qué? no puedes decidir por mí ¡Es mi vida! -grité molesto.

-te irás de esa fraternidad y punto. -mi padre sentenció. -No quiero volver a lidiar con un problema así.

-no, yo me iré de la fraternidad cuando yo quiera, cuando yo lo decida, no porque tú lo dices.

-ya está hecho, te conseguí habitación en la residencia común.

-¡no puedes hacer esto, papá! creí que habíamos hecho un trato. No te ibas a meter con mi vida en cuanto entrara a la universidad.

-y no lo he hecho, esta vez lo hice por tu bien.

-no, estás haciéndolo por tu maldita reputación de mierda.

-No te atrevas a volverme a hablar de esa manera Demian, recuerda que soy tu padre y todavía te mantengo, así que tengo mucho poder por sobre el tuyo. La reputación que estoy salvando es la tuya. -me señaló retadoramente.

-¡a mí no me importa lo que la gente piense de mí!

-a mí sí. Me importa que tu futuro sea impecable, sin ningún desliz o borrón. Mis planes para ti están hechos y no voy a permitir que algún inconveniente los arruine aunque me tenga que ensuciar las manos. -sin añadir nada más, me dejó solo en el comedor de su pent-house.

Golpeé la mesa con mi puño con la intención de que escuchase mi frustración, pero poco fue lo que le importó realmente. Solo salió y desapareció. No puedo creer que todavía no tengo ni 24 horas de haber regresado a Nueva York y ya estoy teniendo problemas nuevamente.

Debí haberme ido directamente a la residencia de la universidad, aunque igual esta discusión habría ocurrido si no me hubiera quedado a dormir aquí, pero al menos no habría sido a solo media hora luego de haber tenido un viaje sumamente largo y dormir menos de 3 horas.

Realmente no quería estar de mal humor, pero tener la presencia de mi padre cerca y haber dormido poco, era imposible que no fuera así.

Tomé mi teléfono y marqué casi de manera inmediata antes de tomar un respiro. Sonó repetidas veces hasta que la dulce voz de Julissa respondió.

-Hola, me da gusto escucharte. -le dije y solté aire.

-No me esperaba una llamada tuya, además son las 10 de la mañana.

-sí, espero no molestarte.

-no, no, claro que no.

-¿estás libre hoy?

-sí, sólo tengo que cuidar a Louisa como siempre.

-¿Crees que podemos vernos hoy?

-claro, me encantaría... espera ¿ya estás de vuelta en Nueva York? -preguntó y noté la alegría en su voz.

-sí, ya estoy aquí... entonces ¿Qué dices?

-sí, aunque creí que íbamos a salir hasta la otra semana.

-lo sé, lo recuerdo, pero...

-¿sucede algo malo?

-te lo explicaré todo luego ¿a qué hora paso por ti y Louisa?

-¿a la 1 te parece?

-está más que perfecto. -sonreí, no tendría que espera demasiado.

-Bien, nos vemos.

***

-¡Damian! -Louisa me recibió con los brazos alzados. Ella es a la única que le dejó pasar el decir mal mi nombre.

-Hola, pequeña. -sonreí aceptando su abrazo. Tal parece que me la gané bastante bien y fácilmente la última vez. -Feliz navidad. -dije y saqué un pequeño peluche de mi bolsillo.




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