Entre notas y amor

Capítulo 3: Llegada al hotel

Andrea

Luna tiene un concierto el sábado en México, en un hotel de la Isla Mujeres, lleva un mes entero insistiendo para que viniera, hasta finalmente acepté.

Desde el accidente no he salido de fiesta, ni a conciertos, ni siquiera a tomar un café con alguien.

Un tiempo salí con un chico llamado León, salimos una sola vez, no era mi tipo. Después de eso decidí sentrarme en salir adelante. Estudiar medicina no fue fácil. No tenía dinero suficiente. La noche entera me la pasaba trabajando en un bar de mesera. Era un asco de trabajo, nunca he soportado a los alcohólicos y menos cuando intentaban propasarse conmigo. Terminé renunciando porque el jefe intentó propasarse y no lo permitiría. A partir de ese día trabajaba en una cafetería abierta las 24 horas del día fregando platos y haciendo la limpieza. Además que los días libres trabajaba 15 horas en una floristería. Todo para pagas el 20% que no cubría la beca que tenía, la escuela de Alli y las cuentas que dejaron mi mamá y su esposo.

Me había descuidado mucho. Luna reservó el segundo día del hotel para un spa y un salón de belleza que pagó completamente. No sé que sería de mi sin ella.

Mientras esperaba la maleta, vi de reojo a Gian mirándome un par de veces. No sé por qué pero eso me hacía sonrojar.

Negué con la cabeza sacando ese pensamiento de mi cabeza. No me lo permitiría. No ahora.

Tomé mi maleta y mis pertenencias para irme.

Al salir Luna no estaba por todo eso. La llamaba y me mandaba directo a buzón, lo mismo su chófer y su asistente. ¿Qué estás tramando, Luna?- pensé mientras caminaba.

No había ningún auto por todo eso. Eras las 2 de la madrugada, quién iba a estar ahí.

No sabía qué iba a hacer. Sentí un perfume que nunca confindiría, Gianmarco.

-¿Te llevo?- preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

-No vamos al mismo lugar- le contesté intentando evadirlo

-Vamos al mismo hotel, Luna me habló hace poco de él, dice que es buenísimo.

-Perra- susuré casi inaudible- Está bien, pero solo por la hora ¿Ok?

-Lo que digas- me respondió con una descarada sonrisa en el rostro asiendo un saludo militar.

No pude aguantar más y solté un carcajada genuina.

Iba a levantar mi maleta para meterla en el auto y me detuvo, la levantó él y cuando me iba a sentar atrás me abrió en asiento del copiloto. Estaba demasiado cansada para discutir, así que sin protestar me subí y me acomodé para dormir el camino, era 30 minutos camino al hotel.

Siento que da la vuelta y se sienta en su lugar, pone seguro a la puerta por protección, enciende el aire acondicionado del auto.

Cuando pensé que iba a arrancar lo persibo asercarce peligrosamente, me sobresalto levantándose de un tirón al sentir sus manos en mi cintura. Ahí es que me doy cuenta que me está poniendo el cinturón de seguridad. Nuestros labios estàn peligrosamente cerca, rozando, siento su aliento en mi barbilla, se queda así un rato hasta que se aparta. Llega a mantenerse así un segundo más y lo hubiera besado, sus labios me llamaban.

Se pone su cinturón y antes de avanzar, pone música, quedó verdaderamente en shock, puso nuestra canción, La sesión 52 de Bizarrap.

Antes de poder hablar él, como si leyera mi mente me habla.

-Sé que debes estarte preguntando si es mi canción favorita.- dice riendo- Si Espartaco, después de tanto tiempo. -Always- interrumpo asiendo alusión a un diálogo de la octava parte de Harry Potter.

Ambos entendemos la referencia y estallamos juntos en una carcajada tan extensa que terminé llorando de la risa, hace años no lloraba de risa, se siente tan bien.

Avanzamos en dirección al hotel en un silencio incómodo que decido romper.

-Siento lo que te dije en el avión, no fue todo culpa tuya, no debí desquitarme así contigo pero…- Necesitabas un saco de boxeo, Espartaco y yo estaba disponible, además si me hubiera controlado tendríamos un niño o niña juntos- intereumpió con una sonrisa pícara en su rostro.

Asentí en respuesta.

Pasamos el rato entre risas y chistes, o cantando las canciones que iban saliendo, tenemos desde siempre gustos similares. Hasta que por fin llegamos al hotel.

Nos bajamos y él se apresura a llevar nuestro equipaje a la recepción para reservar dos cuartos.

-Buenos días señorita- dice él a la recepcionista, una mujer morena con pelo estirado con químicos, labios llenos de silicona y uñas que parecen garras. Está le responde mirándolo de arriba a abajo desvistiendolo con la mirada. No sé por qué razón eso me causa un nudo en el estómago.

-Buenos días bombón- le dice ella refiriéndose a él e ignorándome por completo. Gian presintió lo que iba a hacer por la forma en la que me miró, mas no hizo esfuerzo alguno para impedirlo.

-Buenos días- digo con voz enojada, a lo que responde mirándome despectivamente, no le doy tiempo a responder y continúo. -Primero que todo le exijo que nos respete a mi y a mi esposo, no lo desvista más con la mirada que el pobre va a coger un resfriado- intentó hablar pero no la dejé- en segundo lugar necesito comunicarme con su supervisor porque presentaré una queja formal por su falta de moral y respeto.

Miro a Gian y está muriendo por contener la carcajada que sé que está luchando por salir desde el fondo de su garganta.

La chica va y busca a su supervisor. Una señora de unos cuarenta y tantos años de cabello castaño y ojos azules muy elegante.

Con amabilidad nos ofrece la suite matrimonial y es cuando caigo en cuenta que dije que éramos esposos, ahora tendríamos que dormir en la misma habitación, porque sino no habría razón aparente para mí ataque de celos, si, fue eso, ciertamente no tiene explicación porque él es un hombre libre y puede estar con quién quiera sin que yo lo controle.

-Si por favor, nos da la suite matrimonial por lo que queda de semana y una reserva mañana para el spa y el salón de belleza del hotel, además que solicitaremos el servicio a la habitación dentro de media hora, nos llevan un batido de chocolate y un helado de chocolate- hace una pausa y ahora se refiere a mi- ¿Amor, qué vas a querer?- respiro un segundo pensando qué voy a querer. -Para mí un té de menta por favor y un tazón de avena con arándanos y frambuesa.




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