-Acepto ser tu esposa- digo entre lágrimas.
Sé que todo esto no es real, aunque lo amo y al parecer él a mí, me hizo mucho daño nuestra ruptura del pasado, no lo puedo olvidar, con el tiempo lo he perdonado y después de lo que le dije en el avión no guardo ningún rencor.
Nuestras bocas se funden el un apasionado beso. Con sus manos atraen mi cintura hacia él y las mías van a su cuello.
Nos separamos agitados y sin aire. Luego de algunos minutos nos dirigimos a la mesa para cenar. Me ayudó a sentarme y se sentó en su silla.
-¿Cómo se te ocurrió todo esto?- cuestiono mientras esperamos que nos traigan el menú.
-Si te soy sincero, recordaba algunas cosas de las que platicamos cuando fuimos novios y lo otro se lo pregunté a Luna.
-Es decir que todo esto fue planeado con anticipación ¿no?
Perra, cómo es que sabía todo esto y no me dijo nada. Y encima lo ayudó a planearlo.
-Algo así, el plan era volver a verte, hablar y arreglar las cosas pendientes que quedaron entre nosotros desde la última vez que nos vimos.
-¿Entonces sabías del avión y los asientos juntos desde antes?
Somos interrumpidos por el camarero que trae el menú y se retira.
-Bueno, el que nos encontáramos en el avión fue casualidad al igual que los asientos, al parecer el destino nos quería juntos.- hace un gesto para que nos tomen la orden.
-¿Ya saben lo que van a pedir?- cuestiona el mesero, un chico que no pasa de los veinte.
-Para mí un menú especial con una botella de vino espumoso y para mi acompañante… - la especialidad de la casa y una piña colada sin alcohol por favor.- no tengo idea de qué sea la especialidad de la casa pero no tuve tiempo de mirar el menú.
Una vez que se retira el chico reina entre nosotros un silencio que no es incómodo pero tampoco muy cómodo, solo era un silencio que ninguno de nosotros se atrevía a romper.
El camarero vuelve con la orden y nosotros comemos completamente en silencio compartiendo de vez en cuando una que otra mirada.
Regresamos a la habitación a eso de medianoche. Ambos buscamos algo de ropa para ir al baño por lo que se genera una discusión por quién se bañaría primero.
-Los mayores deben bañarse primero, puedo pillar un resfriado.¿Has visto la hora?- argumenta mi acompañante, aunque solo es seis meses mayor que yo.
-Pues creo que gano yo, soy asmática, si me baño muy tarde no podré dormir bien en toda la noche.- me dirijo hacia el baño, pero su brazo me corta el camino.
-Vamos a resolver esto como dos adultos que somos.¿Piedra, papel o tijeras?- acepto la propuesta como si fuéramos dos niños.
Jugamos y él gana dos de las tres veces. Un trato es un trato, así que dejo que se valla a bañar él primero.
Cuando me quedo sola aprovecho para llamar a mi hermana, ya son casi la una de la mañana aunque la diferencia de horario hace que mientras aquí es de noche donde está ella es de día.
Luego de un timbre me contesta.
-¿Qué te he dicho estar con el móvil desde tan temprano?
-Por favor, son vacaciones, relájate señora Moretti.
-Sobre eso, Gian y yo no tenemos nada que ver, fue un error, nos vamos a casar pero es una farsa. No le puedes decir a nadie.- explico a una adolescente como si mi madre me fuera a dar un regaño.
-¡Me estás diciendo que vamos a vivir con un famoso! ¡OMG!- tuvo la misma reacción que yo hubiera tenido a su edad si me dicen eso.
-No es tan así, más adelante te explico todo mejor…¿Ok?
-Ok, que no se te olvide ningún detalle.
-Tienes 13 años, me debes respeto jovencita… ¿Cómo estás en estos días… por… ya sabes…?
-Algo triste la verdad, aunque no recuerdo mucho y es lo que más me duele.- no puedo evitar sentir un nudo en la garganta ante lo que dijo, me siento tan culpable.
-Sabes que si necesitas hablarlo aquí me tienes aquí al igual que a Carmen y a la psicóloga, ¿Verdad?
-Si, por Dios.- le resta importancia con un gesto.
Hablamos un poco más hasta que dejo de escuchar el agua caer. Nos despedimos y me quedo sumida en mis pensamientos.
Si tan solo no hubiera tenido esa presentación tal vez hoy no fuera tan doloroso. Ellos estarían aquí, Allison tendría padres y quizás fuéramos más felices. Pero el hubiera no existe, lo que pasó no se puede remediar, aunque lo sé, no por eso se hace menos doloroso.
-Una moneda por tus pensamientos- sale me acompañante del baño y me saca de mis pensamientos.
-Dudo que mis pensamientos valgan algo.- no presto mucha atención y me voy al baño.
Me desago de mi ropa llena de arena y me quedo mirando mi reflejo en el espejo del lavamanos. Estoy completamente roja como un tomate por el sol, a pesar de haber aplicado un buen protector solar, aunque no me arde en lo absoluto.
Entro a la ducha y dejo que el agua caliente caiga por mi espalda aliviando la tensión que tengo acumulada. Me permito llorar en silencio. El día de hoy me trae demasiados recuerdos no muy agradables.
No soy conciente del tiempo que pasa hasta que Gianmarco irrumpe en el baño sin tocar la puerta. ¡Acaso está loco!
-¿No te han dicho que se toca la puerta antes de entrar, Moretti?- le ataco sin mirarlo.
-Creo que estamos a mano, cariño.- alega sin quitar la vista de mi espalda desnuda.
-¿Qué se supone que quieres que no puede esperar a que salga?- mi voz suena entrecortada, debe ser por el llanto.
-¿A caso estabas llorando?- suena preocupado, cosa que no es normal en él.
-Puede que si, ¿importa?- le resto importancia con un gesto para que lo olvide, es en vano.
-Claro que importa, nos vamos a casar, debes confiar en mi.
-Sabes que la boda es una farsa, así que no te debe importar como me sienta.- hago una pequeña pausa para respirar- Ahora si, ¿Qué se supone que quieres?
-Solo era para traerte tu ropa que se te quedó afuera, debo admitir que verte salir como Dios te trajo al mundo no me molestaría en lo absoluto, pero como soy un verdadero caballero decidí traerla para que no pillaras un resfriado... Ahora que ya cumplí mi tarea te espero para dormir.