Entre Páginas y Planos

Capítulo 2: Una Conexión Inesperada

Isabel intentó concentrarse en su café, pero sus ojos siguieron volviendo a la figura del hombre, quien ahora ocupaba una mesa cerca de la ventana. Se le veía absorto en su computadora, sus cejas oscuras ligeramente fruncidas en concentración. No podía evitar notar la gracia con la que sus manos se movían sobre el teclado, como si cada toque fuese una pieza de una sinfonía en silencio.

 

Había algo en él que le recordaba a los personajes masculinos de sus novelas. Tal vez era su encanto natural o la intensidad con la que parecía abordar lo que fuera que estuviese haciendo en su computadora.

 

Isabel se sorprendió a sí misma deseando conocerlo, saber quién era, qué lo apasionaba, qué lo hacía sonreír. Rápidamente, sacudió su cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. Sin embargo, cuando volvió a mirarlo, sus ojos se encontraron de nuevo.

 

Esta vez, el desconocido levantó su taza de café en un saludo silencioso. Isabel, sorprendida, levantó su taza en respuesta. Antes de que pudiera detenerse, se encontró levantándose y caminando hacia su mesa.

 

"Hola," dijo, sintiendo su voz temblar ligeramente. "Soy Isabel."

 

"Encantado, Isabel. Soy Alejandro," respondió él con una sonrisa, haciendo un gesto para que se sentara.

 

Así, sin más preámbulos, comenzaron a hablar. Hablaron sobre su amor por Madrid, su aprecio por el café, sus trabajos y sueños. Alejandro resultó ser un arquitecto que estaba trabajando en un proyecto importante en la ciudad.

 

En Alejandro, Isabel encontró una sorprendente facilidad para conversar, un sentido del humor agudo y una pasión por su trabajo que se asemejaba a la de ella por la escritura. Se sorprendió de lo cómoda que se sentía a su lado, como si le hubiera conocido durante años en lugar de minutos.

 

Mientras el café se iba vaciando, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo especial el uno en el otro: una conexión inesperada, un resplandor en medio de una tarde gris.

 

Isabel miró a Alejandro y pensó en sus libros, en las historias de amor que había creado. ¿Podría ser posible que estuviera al inicio de una historia propia?




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