Entre pasos y promesas

Capítulo 10: El incendio bajo el hielo

Edward

La tensión vuelve como un resorte al día siguiente.

Decidí traer a un director de iluminación británico para ayudar con las últimas escenas. Es brillante, innovador… y meticuloso. Pero Élodie lo ve como una invasión.

—¿Ni siquiera me consultaste?

—Pensé que querrías lo mejor.

—¿Lo mejor para quién? ¿Para tu currículum como inversor o para mi obra?

La discusión escala. Palabras duras. Acusaciones cruzadas. Ella me llama oportunista. Yo le digo que su ego puede arruinarlo todo.

Luego hay silencio. Largo. Doloroso.

Ella da media vuelta y se va.

Pero esa noche, vuelve.

No al teatro. A mi departamento en París.

La lluvia la empapa, y su cabello gotea sobre el mármol de la entrada. No dice nada. Solo me mira. Respirando rápido, con las mejillas rojas de rabia o de otra cosa que no quiero nombrar.

—No vine a disculparme —dice al fin.

—Lo imaginé.

—Pero tampoco quiero que esto… —señala entre nosotros, sin decirlo— se quede en nada.

La distancia entre nosotros se disuelve.

No nos besamos enseguida. Solo nos quedamos cerca. Casi respirando el mismo aire.

Y luego ocurre.

Mis dedos rozan su mejilla húmeda. Ella cierra los ojos. Toca mi pecho con una mano temblorosa. No hay urgencia, solo una tensión acumulada, una necesidad contenida que finalmente encuentra grietas por donde escapar.

Nos besamos. Lento. Con furia contenida. Con ternura indeseada.

Es un incendio que no arrasa, pero quema lento.

No hay palabras cuando la llevo hacia el salón. No hacemos el amor esa noche. Solo nos dejamos estar. Juntos. Por primera vez sin máscaras.

Y, maldita sea, me doy cuenta de que no sé cómo salir de esto… sin salir herido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.