Entre pasos y promesas

Capítulo 13: El reflejo que no reconocí

Edward

Hay una diferencia brutal entre tomar decisiones… y entenderlas.

Durante semanas, viví convencido de que todo lo que hacía era por el bien del espectáculo. Pero ahora, en la distancia, lo veo con dolorosa claridad: lo que hice fue por miedo.

Miedo a perder el control.

Miedo a que algo tan sublime como ella no me necesitara.

Esa noche, después de revisar las grabaciones de los últimos ensayos, me vi a mí mismo en el reflejo del cristal de la sala. Tenso, rígido, con el ceño fruncido como si el arte fuera una fórmula.

No reconozco al hombre que se paseaba entre bailarines exigiendo precisión mientras su mirada no podía sostener la de Élodie.

Una llamada lo cambia todo.

Es Julian, desde París.

—El director del teatro dice que la última escena fue restaurada. Es lo que ella quería desde el principio. Sin cortes, sin sugerencias externas.

—¿Y?

—Dicen que es lo más emocionante que han visto desde hace años. Sin exagerar.

Cuelgo. Me siento. No por alivio. Por vergüenza.

Ella tenía razón.

Y lo peor es que supe que la tenía… incluso antes de intentar cambiar su obra.

Ahora solo queda una cosa por hacer. No como empresario. Como hombre.




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