Entre Piratas

Día 31


   Mamadaou se desplomo. Quise ir a socorrerlo, pero me pararon los pies. Se sacrificó por mí para que pudiera seguir viva tenia que ayudarlo.

—Llevadlo de vuelta al la celda —le dijo Bonnet a uno de sus camaradas impidiéndome verle.

Me agarro tirando de mí. Se me saltaban las lagrimas mientras intentaba golpearle. Quería volver y ayudar a Mamadou, seguro que algo de lo que me enseño mi amigo Jake, servia para salvarle pensé, pero en el fondo sabia que ya era tarde. El pirata tiro de mí hasta los camarotes, pero me resistí propinándole un pisotón. Se retorció de dolor mientras yo me giraba para ver a mi amigo tirado en el suelo.

Los piratas se arremolinaban a su alrededor para comprobar si seguía vivo. Un sentimiento de ira me lleno por dentro, todo esto fue culpa de solo una persona pensé. No era nada más y nada menos que Barbanegra, el era el responsable de su tripulación y, por ende, de sus actos.

Me gire de nuevo, todavía estaba recuperándose del pisotón, era mi oportunidad de tomar venganza. Subí por el castillo de popa hasta los aposentos del capitán. La puerta estaba abierta pues ningún camarada se atrevía a entrar sin pedir permiso.

—¡Eh! El niño ha entrado en la habitación del capitán.

Se dieron cuenta de lo que tenia pensado hacer, pero ya era demasiado tarde, ya estaba dentro. Cerré la puerta con un tablón de madera antes de que llegaran.

El camarote era enorme, una gran mesa con mapas y utensilios de navegación, una alfombra de piel y una lampara en el techo, era una habitación de lujo. Explore la habitación en busca de algo afilado con lo que matar a Barbanegra. Encontré un cuchillo, me lo guarde en el bolsillo trasero. Seguí observando la habitación cuando me tope con un cuadro. En él, se ilustraba a un hombre de pelo largo, bigote y perilla que posaba con el paisaje de un puerto a sus espaldas.

—Henry Morgan —dijo una voz grave detrás miá—. Se convirtió en gobernador de Jamaica, todo un ejemplo.

Me gire, viendo una enorme figura que se cernía sobre mí, desprendía un olor a ron y pólvora bastante característico, pero su aspecto era lo más aterrador; sus ojos intimidantes me miraban desde arriba, su desaliñada barba y su pelo alborotado debajo del sombrero hacían una combinación aterradora, por no hablar de sus pistolas y cuchillos amarrados al cinturón.

Me asuste cayéndome al suelo.

—Capitán —Golpearon la puerta—. ¿Esta usted bien?

—Claro que si idiota —le grito.

Siguió mirando el cuadro casi ignorándome.

—Aquí están estos tres —Dijo mirando otro cuadro en donde había dos hombres y una mujer—. Las juergas que monta el rufián de Vane son increíbles.

Saque el cuchillo y lo agarre con fuerza temblorosa pero dispuesta a atacar.

—Eso si, nunca te fíes de él, no me gustan sus métodos —siguió ignorándome—. En cambio Jack, ese chico tiene futuro. Su ambición y su sentido de la justicia son dignos de alabanza. Tiene madera de capitán, espero que algún día lo sea.

Con el cuchillo en mano, ayudada por el miedo y la furia, lo acometí. A pesar de ser tan grande su habilidad no era poca, me esquivo a la vez que me quitaba el cuchillo y lo tiraba al suelo.

Él seguía a lo suyo sin inmutarse.

—Por último y no menos importante, Anne, la primera mujer pirata si no me equivoco. Recuerdo en una ocasión que le vi romperle una botella de ron a un hombre por decirle que el Adventure Galley era el barco más rápido de todos. Es una chica muy rebelde como tú.

Me sorprendí bastante, Sabia que era una chica.

El, me respondió como si me hubiera +leído la mente.

—A mi no me puedes engañar poniéndote un pañuelo en la cabeza y un pantalón de hombre —se sentó y posó los pies sobre la mesa—. Por cierto ¿Que haces en mi camarote?

Me agache sin quitarle la mirada para coger el cuchillo.

—He venido a matarte.

—¿Matarme? —se rio—. ¿Por que quieres matarme?

—Tú y tu tripulación sois los causantes de que muriera mi amigo, y ya estoy harta de los piratas.

Se levantó y saco una pistola del cinturón poniéndola encima de la mesa.

—¡¿Que ha hecho mi tripulación?! —dijo alzando tanto la voz que me asuste.

Le explique todo lo que me paso desde que me encerraron en la celda, y para mi sorpresa Barbanegra se sobresalto.

—Esos filibusteros van a saber quien es su capitán —Agarro la pistola y salio al castillo de popa, se asomo por la baranda, alzo su pistola y disparo al aire.

Salí con él y me asome al balcón. Había un montón de piratas, más de los que creía. El capitán alzo la voz.

—¡Malditos seáis mis camaradas, me he enterado por esta chica, que habéis hecho peleas ilegales con los esclavos! —se oyó un murmullo, todos comentaban el hecho de que una chica estaba entre ellos y no se dieron cuenta.

El capitán los calló.

—¡No pondré ningún castigo, pero la próxima vez os dejare en tierra aunque me quede solo! ¡¿Está claro?!



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En el texto hay: piratas, mujer, accion

Editado: 26.10.2018

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