Entre rejas doradas

Prólogo

Alexander

Mi madre solía decir que todo lo que hiciera sería un reflejo de la corona.

Que mis errores, mis deseos, incluso mis silencios, no serían solo míos.

Serían de todos.

De Inglaterra.

De Europa.

Del mundo.

Pero el problema con ser parte de la monarquía es que te enseñan a callar antes que a sentir.

Y yo sentí.

La toqué.

La besé.

La amé.

Primero fueron rumores.

Luego, una imagen de nosotros abrazándonos en el invernadero de Saint Albans.

Después, una donde la beso en el cuello, con las manos en su cintura.

Y por último… la más brutal.

Ella con mi camisa.

Con mis pantalones.

Yo sin nada más que mi piel y una cadena entre mis dedos.

Frente al espejo.

Marcándola.

Y esa imagen… se filtró.

No estoy arrepentido.

Porque aunque me exilien, aunque me borren del retrato familiar real…

Ella es mi escándalo favorito.




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