_”En el vacío de la mañana, los ecos de la noche anterior susurran secretos y revelan verdades ocultas.”_
Lo supe de inmediato, incluso antes de abrir los ojos para corroborarlo: él ya no estaba. Una sensación de vacío me envolvió, y el calor de su cuerpo que había sentido a mi lado se había desvanecido, dejando solo un espacio frío y desocupado. Mi corazón latía con un ritmo descompasado mientras mis dedos se deslizaban por las sábanas en busca de algún rastro de él, alguna señal de que no había sido un sueño.
Al abrir los ojos, vi una carta sobre la almohada. La tomé con manos temblorosas y comencé a leer:
“Emily: anoche fue la mejor de mi vida, lamento no estar allí, pero surgió algo importante. Ya encargué el servicio a la habitación. Siéntete como en casa. Liam.”
Cada palabra se sentía como un cuchillo en el corazón. La dulzura del mensaje no lograba mitigar la punzada de dolor que sentía por su ausencia. Me sentía dolida, fuera de lugar, y una sensación de abandono se apoderaba de mí. La decepción me embargaba por haber despertado sola en un lugar que no conocía, después de una noche que había sido tan especial.
Decidí que lo mejor sería darme un baño rápido e irme de allí lo antes posible. Me levanté de la cama con el corazón apesadumbrado y me dirigí hacia el baño. Cada paso que daba, sentía como si me alejase más de la magia de la noche anterior y me adentrase en la cruda realidad.
Entré al baño y me miré en el espejo. Mis ojos ambarinos, aún hinchados por el sueño, reflejaban la tristeza y la confusión que sentía. Mi cabello negro y largo caía en suaves ondas alrededor de mi rostro, pero en lugar de sentirme hermosa, solo me sentía insignificante. Comencé a llenar la bañera, el sonido del agua corriendo proporcionaba una distracción momentánea a mis pensamientos.
Mientras me desvestía, no pude evitar pensar en las mujeres con las que Liam podría estar acostumbrado a salir. Mujeres perfectas, elegantes y seguras de sí mismas, muy diferentes a mí. Sentí una punzada de inseguridad y tristeza. El agua caliente de la bañera ofrecía un breve consuelo, envolviendo mi cuerpo en un cálido abrazo mientras intentaba procesar todas las emociones que sentía.
Me sumergí en el agua, dejando que el calor aliviara mi piel y mis pensamientos. Cerré los ojos y traté de concentrarme en el aquí y ahora, pero era imposible no pensar en cómo había despertado sola y desorientada, con solo una carta para recordarme que Liam había estado allí.
Finalmente, salí de la bañera y me sequé rápidamente. No quería permanecer ni un minuto más en ese lugar que ahora se sentía tan frío y vacío. Me vestí y recogí mis cosas, sintiendo cada vez más la necesidad de escapar. No podía evitar sentirme decepcionada y traicionada, como si la magia de la noche anterior hubiera sido solo un espejismo.
Salí del apartamento, dejando atrás el lujo y el esplendor que ahora solo me recordaban mi soledad. Mi corazón latía con fuerza, y cada paso que daba se sentía como una liberación, aunque la sombra de la noche anterior seguía persiguiéndome.
Decidí que caminar sería mejor que tomar un taxi, así podría pensar con claridad. Saqué mi móvil de mi pequeño bolso, solo para descubrir que tenía once llamadas de mi hermano y otras trece de Macy, mi mejor amiga.
—¡Demonios! —maldije y una señora que pasaba por ahí me miró feo—. ¡Olvidé por completo a Ryan!
Llamé primero a Macy, si mi hermano me había estado buscando, ella sería la primera persona con la que él habría hablado. No alcanzó al segundo tono cuando ella ya estaba atendiendo.
—¡Emily Hartman! —fue lo primero que me gritó, dejándome sorda—. ¡Espero que tengas una excelente excusa para haberte desaparecido! ¿¡Sabes que tu hermano me llamó a la una de la mañana preguntando por ti!?
—¿Y tú qué le dijiste? —me mordí el labio ansiosa por saber los hechos.
—¿¡Y qué más iba a decirle!? ¡Que estabas conmigo por supuesto! Pero, que no deseabas hablar con él porque estabas enojada.
—¿Y tú cómo supiste eso?
—Porque soy tu mejor amiga y sé que cuando Ryan me pregunta a mí por ti, es porque ambos discutieron. Ahora, ¿cuál es tu fantabulosa excusa?
—¿Y qué sería una buena excusa para ti? —pregunté para ganar algo de tiempo.
—Ah, no lo sé. Quizás, en primer lugar, sería que un grupo de desconocidos te hubieran secuestrado, pero siendo como eres, ellos te devolvieron y dejaron algo de dinero.
—Qué mala eres, Macy, pero no. ¿Cuál es la otra?
—Bien, la segunda opción es que hayas conocido a un galán y por fin hayas superado a John, luego de estar una noche juntos. Si ese es el caso, entonces, como tu mejor amiga, confidente y máquina de escupir mentiras para cubrirte con tu hermano, exijo saber todos los detalles —dijo con gran emoción; hasta la podía palpar.
—Macy...
—Sí, lo sé, te conozco y por supuesto tú ni harías eso. No eres así de divertida —dijo al final con gran resignación.
—Bien, pero esta vez te equivocas. Sí, conocí a alguien maravilloso.
—¿Qué? —preguntó obviamente asombrada—. ¡Tienes que contármelo todo!
Suspiré y comencé a relatarle lo sucedido.
—Anoche conocí a Liam en la discoteca. Pasamos unas horas fabulosas, luego fuimos a su hotel y tuvimos una velada maravillosa. Pero esta mañana, al despertarme, él no estaba y en su lugar había una carta.
Macy se quedó en silencio por un momento, asimilando la información.
—¿Y qué decía la carta? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—Decía que anoche fue la mejor de su vida, pero que surgió algo urgente y no podía estar allí. Encargó el servicio a la habitación y me pidió que me sintiera como en casa.
—¡Eso es imperdonable! —dijo Macy, claramente molesta—. ¿Cómo puede desaparecer así después de una noche tan especial?
—En el fondo, entiendo que tal vez haya tenido una razón válida. Pero no puedo evitar sentirme dolida y fuera de lugar. Además, me dio mucha vergüenza el modo en que me fui. Me crucé con la mujer del servicio a la habitación en el pasillo. Llevaba un carrito con un gran desayuno y un ramo de rosas rojas y frescas, pero la seguí de largo y bajé por las escaleras para evitar el claustrofóbico ascensor.
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Editado: 28.05.2025