_“A veces, las tormentas más inesperadas traen consigo las transformaciones más profundas.”_
2 Meses después.
No daba crédito a lo que veían mis ojos. Tanto así, que dejé la primera prueba y sostuve la otra para verificar el resultado. Quizá la primera había venido fallada, y la segunda también, pero la tercera no podía haber venido fallada, ¿cierto? Deposité las tres pruebas de embarazo sobre la loza de la cisterna del baño para comparar los resultados entre sí. Todas y cada una tenían dos líneas bien definidas, arrojando como resultado: positivo.
—Estoy embarazada —fue lo único que pude decir con mis labios temblando.
Inconscientemente, mi mano fue hacia mi vientre buscando consuelo. Uno que no hallaría allí, pero de igual manera lo intenté. Tomé las tres pruebas entre mis temblorosas manos y me dispuse a salir del baño. Fuera, Macy se paseaba nerviosamente de un lado a otro del pasillo, esperando a que yo por fin saliera con los resultados.
—¿Y? —preguntó en cuanto me vio aparecer, sus ojos reflejaban una mezcla de ansiedad y esperanza.
—Estoy embarazada —repetí, esta vez en un susurro, como si al decirlo en voz baja la realidad no fuera tan abrumadora.
El rostro de Macy pasó de la incredulidad al asombro en cuestión de segundos. Se acercó rápidamente y me abrazó, tratando de tranquilizarme.
—Tranquila, Em. Todo va a estar bien. Vamos a encontrar a Liam y él se hará cargo. Tiene que hacerlo.—dijo ella en tono cortante y molesto.
Sacudí la cabeza, negándome.
—No, Macy. No es culpa de Liam. Yo fui quien dio el primer paso y un bebé se hace entre dos. Liam no es culpable, yo me descuidé.
Macy frunció el ceño, pero comprendió la intensidad de mis palabras. Sabía que no tenía sentido buscar culpables en una situación como esta.
—Está bien, pero… ¿sabes al menos su apellido? —preguntó, intentando encontrar alguna solución.
Negué con la cabeza, la desesperación comenzando a tomar fuerza en mi interior.
—No lo sé. No sé su apellido, Macy. ¿Cómo le voy a decir a Ryan que estoy esperando un bebé?
El pánico se apoderó de mí. Me costaba respirar y sentía que el mundo se desmoronaba a mi alrededor. La armonía de la cabaña, que normalmente me brindaba una sensación de calma, se sentía ahora opresiva. Todo allí parecía conspirar para recordarme la magnitud de la situación.
Macy me sostuvo por los hombros y me miró a los ojos, su voz era firme pero llena de compasión.
—Escucha, Em. Lo primero es respirar, ¿de acuerdo? Vamos a encontrar una solución, pero no puedes hacerlo si te colapsas. Estoy aquí contigo y no te dejaré sola en esto. Ryan también estará para ti, aunque sea difícil decírselo.
Asentí, tratando de calmarme. Sabía que Macy tenía razón, pero la idea de enfrentar a mi hermano con esta noticia me aterrorizaba.
—Gracias, Macy. No sé qué haría sin ti —dije, con la voz aún temblorosa.
—Vamos a superar esto juntas —me aseguró, dándome un apretón en los hombros.
Nos sentamos en el sofá, tratando de ordenar nuestros pensamientos y planear el siguiente paso. Sabía que no podía evadir la realidad por mucho tiempo. Tendría que enfrentarla, con la ayuda de mi mejor amiga y, eventualmente, de mi hermano.
—¿Cuándo se lo dirás a Ryan? —me preguntó Macy con curiosidad.
—No sé, hoy no podría —dije al tiempo que masticaba la uña de mi dedo meñique—. Hoy fue su primer día de trabajo.
—¿Consiguió el puesto que deseaba? —su voz denotaba lo sorprendida que estaba.
—Sí, afortunadamente fue el candidato número uno en la entrevista y ayer lo llamaron para que fuera a firmar el contrato. Ya es oficialmente el arquitecto en la empresa Winslow Construction Group. Estoy realmente orgullosa y muy contenta por él —y lo estaba, ese había sido su sueño desde niño.
El ambiente en la sala era una mezcla de tensión y nostalgia. Recordé con cariño aquellos días de nuestra infancia, cuando Ryan y yo pasábamos horas mirando la tele.
—Aún recuerdo cuando éramos pequeños y estábamos mirando la tele —dije con un tono nostálgico—. De repente, la propaganda de un nuevo e innovador edificio se presentó. Era realmente hermoso y llamativo. Llamó de inmediato la atención de Ryan y se quedó embobado, tanto, que incluso memorizó el nombre de la empresa que había erguido dicho monumento: Winslow Construction Group. Desde entonces se prometió que estudiaría arquitectura y trabajaría para ellos.
Macy sonrió y, en un intento de distraerme, cambió de tema.
—¿Y qué hay de ti? ¿Cuándo se te ocurrió estudiar administración de empresas y comunicación?
—Tú sabes que fue cuando nos pasamos horas viendo esas películas románticas donde la secretaria se casaba con su guapo jefe —dije, riendo junto a ella—. Y ahora, resulta que soy la Asistente Ejecutiva del CEO de Stellar Innovations Inc.
—¿Y cuándo comienzas?
—Mañana, pero no sé cómo voy a hacer…
Macy intentó calmar mi ansiedad.
—Tranquila, en los primeros meses el embarazo no suele notarse.
—¿Y luego? —pregunté, un poco molesta—. ¿Qué va a pasar luego?
—Te verás y lucirás como cualquier otra mujer en cinta.
—Qué graciosa.
—Gracias, era la idea. ¿Sabes qué creo?
—No, ¿qué?
—Que le estás dando demasiadas vueltas al asunto. Vas a ser madre, ¿y qué? No serías la primera en ser madre soltera.
—Lo sé, pero me preocupa mi madre —dije sincerándome.
—Oh, mierda, no había pensado en eso.
Claramente, Macy no lo había hecho, pero yo sí. Era en lo que había estado pensando en los últimos días cuando el periodo no llegó, ni el mes anterior tampoco.
Las horas pasaron entre risas nerviosas y conversaciones sinceras. Macy y yo tratamos de distraernos preparando un pequeño festín para celebrar el primer día de trabajo de Ryan. La cocina se llenó de aromas deliciosos mientras cocinábamos, y la atmósfera se volvió más ligera a medida que el día avanzaba. Ambas acordamos no decir nada sobre el asunto del bebé hasta el día siguiente, cuando Ryan y yo hubiéramos regresado de nuestros trabajos y estuviéramos en paz en casa.
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Editado: 28.05.2025