Entre Risas, Amor y Biberones.

5~ Entre Destinos Cruzados.

_“En el laberinto de la vida, los encuentros inesperados pueden cambiar el curso de nuestros sueños.”_

La mañana comenzó con el insistente timbre de la alarma. Me levanté a regañadientes, deseando poder quedarme unos minutos más en la cama, pero sabía que hoy no era un día cualquiera. Era mi primer día como asistente ejecutiva en Stellar Innovations. Con un suspiro, me levanté y me dirigí al baño.

La ducha matutina me ayudó a despejarme un poco. El agua caliente era como un abrazo reconfortante, aunque mi mente seguía a medio despertar. Al salir, me paré frente al espejo y, como en una especie de ritual, examiné mi barriga, tratando de visualizar si había algún cambio. Me decepcioné y emocioné a la vez al descubrir que aún no había cambios visibles. Acaricié mi vientre con ternura, sintiendo una mezcla de anticipación y nerviosismo.

Decidí ponerme algo acorde a mi nuevo puesto. Elegí un elegante conjunto de falda lápiz negra y blusa de seda blanca, complementado con un blazer entallado y tacones negros. Quería proyectar profesionalismo y confianza, aunque por dentro me sintiera una maraña de emociones.

Cuando bajé, el aroma del desayuno ya preparado me recibió en la cocina. Ryan, siempre tan atento, había hecho omelette para él y estaba colocando los últimos toques. El olor, sin embargo, me provocó náuseas instantáneamente. Tragué saliva y traté de ocultar mi malestar, pero no pasé desapercibida.

—¿Estás bien? —me preguntó Ryan, preocupado.

—Sí, son solo los nervios del primer día de trabajo —le respondí, forzando una sonrisa.

Ryan asintió, comprensivo.

—Te entiendo, me sentí igual en mi primer día. Pero pronto pasará.

Nos sentamos a desayunar juntos. Mientras él disfrutaba de su omelette, yo me concentré en mi zumo de naranja y cereales, tratando de no devolverlos cada vez que veía a Ryan dar un bocado. Charlamos animadamente, hablando sobre su primer día en el trabajo y de cómo había estado sudando por los nervios. También hablamos sobre mis expectativas para el mío en Stellar. A pesar de las náuseas, el tiempo compartido con Ryan me ayudó a calmar un poco mis nervios.

Finalmente, llegó el momento de despedirnos. Nos levantamos de la mesa y nos dirigimos hacia la puerta.

—Buena suerte en tu primer día, Em —me dijo Ryan, dándome un abrazo.

—Gracias, Ryan. Tú también. Nos vemos esta tarde.

Salimos de la casa y cada uno se dirigió a su respectivo destino. Mientras caminaba hacia el coche, sentí una mezcla de emoción y ansiedad. Sabía que este era el comienzo de una nueva etapa en mi vida, una que traería desafíos y descubrimientos. Con una última mirada a la casa, tomé una bocanada de aire fresco y me dispuse a enfrentar el día.

Mientras conducía hacia el trabajo, el cielo matutino de Issaquah se transformaba con los primeros rayos de sol. Me dejé envolver por la tranquilidad del viaje, aunque mi mente no dejaba de divagar. El camino me resultaba familiar, salpicado de casas y árboles que conocía desde hacía años. Saludé a algunos vecinos que paseaban a sus perros o salían a correr. Sus rostros amables y los buenos días intercambiados me daban una sensación de comunidad y apoyo.

En el trayecto, mis pensamientos se desviaron hacia el próximo cumpleaños de mi madre. Vivía en el pequeño pueblo de Redmond, no muy lejos de Seattle, y sabía que pronto tendría que ir a visitarla. Sentí un nudo en el estómago al pensar en cómo le contaría que estaba embarazada. Definitivamente era algo que debía decirle en persona.

A medida que me acercaba a Seattle, el paisaje comenzaba a cambiar. Los altos edificios y la vibrante energía de la ciudad llenaban el horizonte. La familiaridad de las calles de Seattle me reconfortaba y me daba una sensación de propósito.

Al llegar al edificio de Stellar Innovation Inc., sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. El edificio era impresionante. Se alzaba majestuoso, con su fachada de vidrio reluciente que reflejaba la luz del sol. La entrada principal estaba flanqueada por modernas esculturas abstractas y rodeada de cuidados jardines con flores de colores vibrantes. Las puertas automáticas de cristal se abrieron con un suave zumbido, invitándome a entrar en ese mundo de innovación y tecnología.

El vestíbulo era amplio y luminoso, con suelos de mármol pulido y una gran recepción con mostradores de cristal. Unas pantallas gigantes mostraban los últimos logros de la empresa y mensajes de bienvenida para los nuevos empleados. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al darme cuenta de que este era el lugar donde comenzaría una nueva etapa en mi vida.

Respiré hondo y me dirigí a la recepción. Las emociones se arremolinaban en mi interior: anticipación, nerviosismo y una pizca de orgullo. Sabía que me esperaban desafíos, pero también oportunidades para crecer y aprender. Me sumergí en ese momento, permitiendo que la magnitud del lugar y la importancia del día se asentaran en mi mente.

—Buenos días —saludé a la recepcionista, una joven de tez color canela, ojos café y mirada amable.

—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarla? —incluso su voz era amable y cordial.

—Soy Emily Hartman, la…

—La nueva asistente ejecutiva del Sr. Harrington —dijo interrumpiéndome, pero sin ser grosera—. Lamentablemente, él no se encuentra en su despacho y por ese motivo no podrá darle la bienvenida, pero me dijo que desea que se sienta cómoda.

Asentí, intentando mantener la calma. El corazón me latía con fuerza, y las emociones se arremolinaban en mi interior. Miré alrededor, tomando nota del vestíbulo amplio y moderno.

—Puede subir por el ascensor hasta el último piso —continuó la recepcionista, señalando los ascensores al fondo del vestíbulo.

—¿Podría subir por las escaleras? —pregunté, sintiendo la necesidad de despejar mi mente y calmar mis nervios con un poco de ejercicio. Además, quería esquivar un posible ataque de claustrofobia en mi primer día de trabajo.




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