Entre Risas, Amor y Biberones.

10~ La Tempestad Silenciosa.

_”En los pasillos de la incertidumbre, las miradas y las palabras forjan batallas silenciosas que revelan el verdadero carácter de quienes luchan por imponerse.”_

Mamá se había marchado con la primera luz del día, pero no sin antes dejar el desayuno listo y una carta para cada uno de nosotros. Al encontrar la carta que me había dejado, sentí una mezcla de curiosidad y aprehensión. La abrí con cuidado y comencé a leer.

Querida Emily,

Espero que al leer esta carta, sientas todo el amor y el cariño que puse en cada palabra. Quiero que sepas que siempre has sido una luz en mi vida y que estoy orgullosa de la mujer que te has convertido.

Sé que estás atravesando un momento complicado con tu embarazo, y quiero que entiendas que estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino. No es fácil enfrentar esta situación, pero confío en tu fortaleza y en tu capacidad para tomar decisiones sabias.

Mi mayor deseo es que puedas solucionar este asunto de la mejor manera posible. Espero que no tengas que repetir mi historia y que encuentres el equilibrio entre tus responsabilidades y tus sueños. Recuerda que no estás sola en esto, y que siempre puedes contar conmigo.

Permíteme ofrecerte algunos consejos desde mi experiencia como madre:

1. Cuida de ti misma: Tu bienestar es fundamental para el desarrollo de tu bebé. Come bien, descansa lo suficiente y no te olvides de cuidar tu salud mental.

2. Busca apoyo: No tengas miedo de pedir ayuda cuando la necesites. Ya sea de amigos, familiares o profesionales, tener una red de apoyo te hará más fuerte.

3. Mantén una mente abierta: La vida puede sorprendernos de maneras inesperadas. Sé flexible y adaptable, y verás cómo las cosas se van resolviendo poco a poco.

4. Confía en tu intuición: Como madre, desarrollarás un instinto que te guiará en las decisiones que tomes. Escucha tu corazón y confía en ti misma.

Emily, estoy a tu lado en este viaje, y siempre lo estaré. Tienes toda mi confianza y mi amor incondicional. Juntas, enfrentaremos cualquier desafío que se presente.

Con todo mi amor,

Mamá

Las lágrimas comenzaron a brotar mientras leía la carta. Cada palabra reflejaba el amor y la preocupación de mi madre, y me hizo sentir más fuerte y decidida. Guardé la carta con cariño y supe que, sin importar lo que ocurriera, tendría a mi madre a mi lado para apoyarme.

Cuando llegué a la oficina, Liam ya estaba sentado en su silla tras su impecable escritorio. Sus ojos se elevaron y se encontraron con los míos en cuanto atravesé la puerta. Me sonrió aparentemente feliz, pero su felicidad no alcanzaba sus ojos, que permanecían tristes y con ojeras bien definidas, un indicio claro de que no había dormido bien.

—Emily —dijo en un susurro—. ¿Cómo estás?

—Por lo que puedo apreciar, mejor que tú —dije mientras cerraba la puerta tras de mí.

Me acerqué a su escritorio y dejé uno de los cafés que había comprado. En realidad, ambos eran para mí, pero recordé que debía bajar mi consumo de cafeína al mínimo posible, o mejor aún, a cero.

—Sí, el último mes ha sido… difícil —dijo con un suspiro cansado antes de sujetar el vaso de café con una sonrisa melancólica—. Por cierto, aún te debo esa explicación.

—Sí, pero si no te sientes bien, puedo esperar —lo dije para sonar comprensiva, pero en realidad me moría de ganas por saber cada detalle.

—No, está bien —dijo, restando importancia a sus asuntos—. Si quieres, podemos almorzar juntos y hablamos con tranquilidad.

—Claro, si Charlotte no tiene problema con eso —aparté la mirada y sorbí un poco de café.

—¿Por qué tendría un problema con que almorcemos juntos? —preguntó un tanto extrañado.

—Dudo que a tu prometida le haga mucha gracia que aproveches tu tiempo de almuerzo para pasarlo conmigo, tu asistente, en vez de con ella. Se supone que pasarán el resto de sus vidas juntos —no quería sonar sarcástica, pero estaba en mi naturaleza.

—¿Y según tú, debería molestarle que salga a un simple almuerzo contigo? —su curiosidad fue opacada por su bella sonrisa, que me hizo temblar las piernas.

—Tienes razón, ella es un amor y no parece molestarle que tú y yo tengamos esta especie de… ¿cómo le dirías? ¿Amistad? ¿Llegamos a eso? —pregunté genuinamente confundida con respecto a la relación que compartíamos además de la laboral—. Como sea, yo solo sé que a mí sí que me fastidiaría, y mucho —murmuré entre dientes y sorbí otro poco de ese néctar dulce y amargo.

—No entendí lo último que dijiste.

—Nada, solo estaba recordando que esta noche es la cena con los japoneses —y luego recordé el proyecto en el que había estado trabajando—. Ah, también encontré entre los archivos un proyecto sobre la implementación de tecnologías de energía renovable…

—Oh, sí, ese proyecto. Quedó temporalmente archivado, al menos hasta que el cliente defina si le es rentable o no, y por supuesto también debe serlo para nosotros —puso énfasis en lo último, dándome a entender que la propuesta del cliente no daba margen de ganancias para la empresa.

—Sí, estuve trabajando en eso y creo que encontré la solución. Es decir, reformé un poco el plan del proyecto y adjunté algunas ideas. Quizá, cuando tengas algo de tiempo…

—¡Sí! Lo leeré —dijo enfáticamente incluso antes de que terminara de hablar—. Solo debes facilitarme el documento y le echaré un vistazo en cuanto pueda.

—Muy bien, en ese caso lo traeré luego —me quedé allí parada, buscando una excusa para permanecer junto a él, pero al no ocurrírseme nada, decidí que debía ir a mi escritorio—. Bien, entonces, creo que iré a trabajar un poco.




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