Entre Risas, Amor y Biberones.

17~ Entre Verdades y Malentendidos.

_“A veces, el camino a la claridad comienza en la penumbra de las suposiciones.”_

Cuando la alarma sonó, sentí un alivio genuino al saber que no había necesidad de saltar de la cama como lo haría cualquier otro día. La apagué con un golpe firme y me di la vuelta, dispuesta a prolongar mi sueño. Pero no funcionó. Mi mente, inquieta, empezó a revolotear entre pensamientos dispersos y, finalmente, me resigné.

Con desgano, decidí que una ducha sería el mejor comienzo para este día libre. Mientras el agua caliente caía sobre mí, tuve un breve momento de paz, pero todo cambió cuando me planté frente al espejo del baño. Mi nariz, aunque había vuelto a su tamaño normal, ahora lucía un morado que no dejaba espacio para las dudas. Tal vez podría disimularlo con algo de maquillaje, pero una mujer como Priscila lo notaría al instante. Esa sola idea me revolvió el estómago.

—Por supuesto que no —murmuré hacia el espejo, casi como un desafío, dejando claro que no iba a darle esa satisfacción.

Salí de la ducha, dejando que la humedad del baño se mezclara con mis pensamientos. Me envolví en una toalla, sequé mi cabello con movimientos rápidos y decidí que lo único en mi agenda sería la comodidad. Saqué del armario una camiseta ligera y unos pantalones holgados que me abrazaban como un día libre debía hacerlo. Fue justo cuando estaba atando el cordón de mis pantalones cuando el sonido fuerte de golpes en la puerta me hizo dar un brinco.

—¿Qué diablos…? —murmuré, mientras me dirigía hacia la entrada.

Abrí la puerta y allí estaba Liam. Su rostro estaba marcado por una mezcla de determinación y algo que no podía descifrar. No saludó, no explicó por qué estaba allí. Simplemente cruzó el umbral como si tuviera todo el derecho del mundo.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, desconcertada.

—Vístete. Nos vamos. —Su tono no admitía discusión, y antes de que pudiera protestar, añadió—. Voy a llevarte con un especialista.

—¡Pero yo estoy bien! —exclamé, tratando de detenerlo.

—Emily —dijo, dándome una mirada intensa—, no voy a discutir esto contigo. Por favor.

Su tono final me desarmó, y sin mucho más que decir, regresé al cuarto a cambiarme por algo más presentable. Cuando regresé, él ya estaba frente a la puerta, esperándome, su paciencia claramente en su límite.

El trayecto en el auto comenzó en silencio, solo el sonido del motor llenaba el espacio entre nosotros. Liam mantenía la mirada en la carretera, pero yo sentía la tensión en el aire.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó de repente.

El corazón me dio un vuelco. Mi garganta se cerró, y mi mente empezó a correr en círculos. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo había llegado a esa conclusión? Intenté mantener la calma mientras buscaba una respuesta, pero mi silencio solo pareció irritarlo.

—Emily, ¿cuánto tiempo? —repitió, esta vez con más ímpetu, su voz un poco más elevada.

—D-dos meses y días —tartamudeé finalmente, sintiendo que las palabras se atascaban en mi garganta.

Liam frenó de golpe, estacionando el auto a un lado de la carretera. El sonido de los neumáticos al detenerse tan bruscamente hizo que mi corazón latiera más rápido. Giró hacia mí, sus ojos enrojecidos y fijos en mi rostro.

—¿Tan rápido? —preguntó, su voz mezclando incredulidad y algo que no lograba identificar.

Asentí, incapaz de decir algo más.

—¿No pensabas decírmelo? —su voz bajó, pero la intensidad permanecía.

Abrí la boca para responder, pero no salió nada. Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos, y finalmente logré murmurar:

—Estaba buscando el mejor momento.

Él dejó escapar una risa amarga, sacudiendo la cabeza.

—Emily, nunca hay un buen momento para decir algo así. Pero de haberlo sabido antes… —hizo una pausa, su mandíbula apretada—. Tal vez podría haber hecho algo.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de todo lo que ambos queríamos decir pero no podíamos. Liam rompió la tensión, su voz baja pero decidida.

—Voy a encontrar a los mejores especialistas. No tienes de qué preocuparte. Yo me haré cargo de todos los gastos, de todo lo que haga falta. Esto no es algo que puedas enfrentar sola.

Mi mente empezó a girar con desesperación. Solo podía pensar en una cosa: quería deshacerse del bebé. El horror recorrió mi cuerpo, y sin pensarlo, lo dije:

—No puedo. Ya es muy avanzado, Liam. No puede ser. No puedo hacer eso, yo, te juro que puedo sola no necesito….

Sus cejas se fruncieron y su expresión se endureció.

—Sí se puede, siempre se puede hacer algo —dijo, su tono implacable.

Las lágrimas finalmente cayeron por mis mejillas, mientras la indignación y el dolor se entrelazaban en mi voz.

—No es un juego, Liam. Es una vida. No puedes simplemente extinguirla así como así, por un capricho.

Él cerró los ojos y dejó escapar un largo suspiro, pasándose una mano por el cabello. Cuando abrió los ojos, su voz sonó más suave, pero igual de firme.

—Por supuesto que no puede ocurrir. No estaba hablando de eso. Nunca hablaría de eso.

Lo miré, confundida, mi respiración aún acelerada. Pero antes de que pudiera decir algo, él añadió:

—Te dije que me dijeras si estabas enferma. Me dijiste que no lo estabas.

Liam me miró con una mezcla de frustración y algo que no lograba descifrar del todo. Sus dedos tamborileaban contra el volante mientras intentaba controlar el tono de su voz.

—Incluso hablamos de esto, Emily. —Su voz era baja, pero contenía una intensidad innegable—. Te conté sobre la situación de mi padre, lo difícil que es todo… y no pensaste que sería el momento de decirme lo que estabas enfrentando tú también.

Lo miré, incapaz de ocultar mi incredulidad. ¿De qué estaba hablando? ¿Cómo podía siquiera compararlo? Antes de que pudiera encontrar las palabras, él continuó.

—No pongas esa cara de sorpresa. —Me lanzó una mirada que casi me desarmó por completo—. Ryan mencionó algo anoche. Al Dr. Bernard. Así que investigué. Descubrí que el Dr. Bernard es un especialista en oncología, experto en cáncer. —Hizo una pausa para mirarme más detenidamente—. Si eso es lo que tienes, encontraré a los mejores, Emily. Haré todo lo necesario hasta encontrar una cura.




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