_“Al calor del amor y las bromas, las verdades más profundas encuentran su momento para salir a la luz.”_
El auto avanzaba suavemente por la carretera, y el silencio entre Liam y yo era cómodo, casi reconfortante. Había algo en su presencia que siempre lograba calmarme, incluso cuando mi mente estaba llena de pensamientos dispersos. Pero entonces, él rompió el silencio con una declaración que me tomó completamente por sorpresa.
—Después de la cita con el médico mañana, me gustaría que fuéramos a visitar a mi padre —dijo, su tono casual, pero sus palabras cargadas de intención.
Lo miré de reojo, tratando de descifrar lo que realmente quería decir.
—¿A tu padre? —pregunté, mi voz llena de curiosidad.
—Sí. Quiero llevarle la primera ecografía para que la vea. —Hizo una pausa, y luego añadió con una sonrisa que me dejó sin aliento—. Y también quiero hacer formal nuestra relación.
Mi corazón dio un vuelco. No estaba segura de qué me sorprendía más: la idea de llevarle la ecografía a su padre o el hecho de que quisiera formalizar lo nuestro. Me quedé en silencio por un momento, tratando de procesar todo.
—¿Y qué dirán todos en la empresa? —pregunté finalmente, mi voz apenas un susurro.
Liam se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto.
—Todos allí ya sabían que el compromiso con Charlotte era falso. No es ningún secreto.
Lo miré fijamente, tratando de encontrar alguna señal de duda en su rostro, pero no había ninguna. Su confianza era abrumadora, y algo dentro de mí comenzó a relajarse. Quizá tenía razón. Quizá ya era tiempo de dejar de preocuparme por lo que los demás pensarían y comenzar nuestra historia de amor. Finalmente, asentí.
—Está bien. Vamos a hacerlo.
Liam me lanzó una sonrisa que iluminó todo el auto, y sentí cómo mi pecho se llenaba de una calidez que no podía describir.
Cuando llegamos a mi casa, algo fuera de lugar llamó mi atención de inmediato. Había un auto estacionado frente a la entrada, pero no había nadie a la vista. Fruncí el ceño, sintiendo una punzada de inquietud.
—¿Esperabas visitas? —preguntó Liam, notando mi expresión.
—No —respondí, sacudiendo la cabeza.
Liam apagó el motor y salió del auto, pero antes de que pudiera seguirlo, levantó una mano para detenerme.
—Déjame entrar primero.
No discutí. Había algo en su tono que no dejaba espacio para objeciones. Lo vi caminar hacia la puerta con pasos firmes, y después de un momento, lo seguí. La puerta estaba sin tranca, lo cual solo aumentó mi nerviosismo. Pero cuando entramos, el sonido de una risa femenina familiar y la voz de Ryan haciendo una broma nos detuvo en seco.
Liam y yo intercambiamos una mirada, y ambos nos relajamos al darnos cuenta de que se trataba de mi hermano. Pero entonces, la curiosidad comenzó a invadirme. ¿Quién era la mujer que estaba con él? Sin pensarlo dos veces, me adentré en la casa, siguiendo las voces hasta la cocina.
La escena que encontré me dejó sin palabras. Ryan estaba radiante, preparando lo que parecía ser un almuerzo elegante, mientras Charlotte estaba sentada muy a gusto sobre la isla de la cocina, acariciando el cabello de mi hermano. Me detuve en seco, parpadeando varias veces para asegurarme de que no estaba viendo cosas.
—Ajá… —murmuré para mí misma antes de aclararme la garganta, rompiendo el encanto.
Charlotte bajó de inmediato de la mesada, su rostro completamente sonrojado mientras intentaba ocultarse tras su espesa melena. Ryan, por su parte, se quedó petrificado, mirándome como si hubiera sido atrapado en el acto. Liam, a mi lado, dejó escapar una risa suave.
—Ahora entiendo tus constantes risitas mientras texteabas —dijo Liam, dirigiéndose a Charlotte con una sonrisa traviesa.
Charlotte, todavía roja como un tomate, tomó un trapo de la encimera y se lo lanzó a Liam, pero él lo atrapó fácilmente, riéndose aún más.
Vi mi oportunidad perfecta para vengarme de Ryan por lo de la noche anterior. Sonreí maquiavélicamente para mis adentros y coloqué una expresión de asombro y consternación mientras me dirigía a ellos.
—¡Pero Charlotte! ¿Qué está pasando aquí? ¿Entonces era con mi hermano con quien estabas comprometida? —exclamé, fingiendo indignación.
Ryan, completamente confundido, comenzó a tartamudear.
—¿Qué? No, no estamos comprometidos. Eso es imposible.
Apreté la mano de Liam para que no dijera nada y mantuve mi expresión seria.
—¿Cómo así? —pregunté, fingiendo incredulidad—. Si Charlotte me dijo el primer día que comencé a trabajar que estaba comprometida.
Charlotte, que parecía querer desaparecer en ese momento, no dijo nada, lo que solo hizo que Ryan se pusiera más nervioso. Finalmente, se giró hacia ella, su expresión ahora seria.
—Dime que no estás comprometida —dijo, su voz baja pero cargada de intensidad.
Charlotte levantó la mirada hacia mí, sus ojos brillando con una mezcla de frustración y súplica.
—¡Emily, deja de decir esas tonterías! —gritó, claramente desesperada.
Yo, todavía fingiendo seriedad, me encogí de hombros.
—Yo no sé de qué me estás hablando.
Ryan seguía mirándola fijamente, esperando una respuesta, hasta que Liam, incapaz de contenerse más, se rio y me miró.
—Ya deja de torturar a tu hermano —dijo, divertido.
Chasqueé la lengua, fingiendo estar molesta.
—Me hubieras dejado disfrutar un poco más de su expresión. Incluso me habría gustado conservar una foto.
Ryan dejó escapar un suspiro de alivio y me miró con una mezcla de irritación y diversión.
—¿Entonces eso era una broma? —preguntó.
Sonreí ampliamente.
—Técnicamente, fue cierto. Charlotte sí estaba comprometida, pero era el compromiso falso con Liam.
La risa que siguió llenó la cocina, y por un momento, todo se sintió perfecto. Estábamos juntos, y aunque el camino había sido complicado, finalmente estábamos donde debíamos estar.
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Editado: 18.07.2025