Entre Risas, Amor y Biberones.

19~ Unión y Revelaciones.

_“En el calor de las verdades compartidas, se forjan los lazos que transforman una casa en un hogar y un amor en una promesa eterna.”_

Mientras almorzábamos, Liam y yo seguíamos atrapados en nuestra pequeña burbuja. Mi mirada se cruzaba con la suya cada tanto, y no podía evitar sonreír. Había algo en la intensidad de esos ojos, en cómo su atención parecía no poder despegarse de mí, que me hacía sentir expuesta… y al mismo tiempo, maravillosamente viva. Debajo de la mesa, su mano descansaba en mi pierna, cálida y firme, con el pulgar dibujando pequeños círculos que enviaban corrientes de electricidad a mi piel. Ese toque, aunque inocente, tenía un peso que parecía decir mil cosas que las palabras no podían expresar.

Pero claro, Charlotte no iba a ignorarlo. No sería Charlotte si no decidiera, en el momento más dulce, romper el hechizo.

—¿Qué se traen entre manos ustedes dos? —preguntó, su tono inocente apenas cubriendo la chispa de malicia en sus ojos.

Ryan, que hasta ese momento no había notado nada, alzó la mirada del plato y se giró hacia nosotros, arqueando una ceja con curiosidad renovada.

—¿De qué habla? —interrogó, observándonos con creciente interés.

Me quedé congelada un segundo, sintiendo el calor subir a mis mejillas. Carraspeé, intentando mantener la compostura, pero el hecho de que Liam estuviera tan tranquilo, como si no le molestara en absoluto que nos estuvieran interrogando, no ayudaba.

—Nosotros… —empecé, mirando a Liam en busca de apoyo. Él, sin dejar de sonreír, asintió ligeramente, dándome permiso para continuar.

—Nosotros también tenemos noticias —dije finalmente, sintiendo cómo el peso de la confesión caía suavemente de mis hombros.

—¿Qué esperan para decirlo? —apremió Charlotte, inclinándose hacia adelante en la mesa como si estuviera a punto de saltar de su asiento.

Respiré hondo y le lancé una mirada significativa a Liam antes de continuar.

—Bueno… Liam y yo, como saben, nos conocimos hace poco más de dos meses…

—Sí, eso ya lo sabemos —interrumpió Ryan, rodando los ojos con una exageración que era tan típica de él que no pude evitar sonreír.

Esta vez, fue Liam quien tomó la palabra.

—Sí, pero lo que no sabía… —dijo, girándose ligeramente hacia mí y apretando mi mano antes de continuar— es que vamos a ser padres.

El silencio que cayó sobre la habitación duró solo un instante, lo suficiente para que la noticia realmente se hundiera, antes de que Charlotte se levantara de golpe, dejando que su silla se deslizara hacia atrás.

—¡Ay por Dios! ¡Voy a ser tía! —gritó con entusiasmo, llevándose las manos al rostro como si hubiera recibido el mejor regalo del mundo.

—¡Y hasta que al fin le dijiste! —exclamó Ryan al mismo tiempo, señalándome con un dedo acusador pero con una sonrisa en su rostro.

Me reí con ganas, relajándome en la calidez del momento. Pero mi risa se detuvo cuando Liam habló de nuevo, su tono un poco más serio esta vez.

—Sí, en realidad, me enteré gracias a un malentendido que tuvimos esta mañana. Pero me alegro de que la “situación” que mencionaste anoche sobre tu hermana —dijo, mirando fijamente a Ryan— no fuera lo que yo temía.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ryan, evidentemente confundido.

Intervine antes de que el tema se volviera más incómodo.

—Es que Liam creyó que yo estaba enferma —aclaré rápidamente, sintiendo el peso de las miradas antes de intentar cambiar la conversación—. Por cierto, Ryan, ¿recordaste llamar a Macy?

Ryan, afortunadamente, tomó el cambio de tema con facilidad.

—Sí, pero no contestó.

Fruncí el ceño.

—Eso es raro en ella.

—Lo sé, pero ya llamará. O se aparecerá de improviso, como siempre hace, sin preguntar ni avisar.

Sonreí, pero no pude evitar lanzar un trapo hacia él en respuesta.

—¡Oye! Ella no necesita permiso. Es como otra hermana para nosotros.

Ryan atrapó el trapo con facilidad y estaba a punto de devolvérmelo cuando Liam decidió intervenir, levantando ambas manos en un gesto de rendición.

—Está bien, ya basta con la guerra de trapos. —Su tono era firme pero divertido, y el brillo en sus ojos indicaba que tenía algo importante que decir—. Además, hay algo más que necesitamos compartir.

De inmediato, las bromas se detuvieron, y tanto Ryan como Charlotte dirigieron su atención hacia nosotros, sus expresiones llenas de anticipación.

—Mañana iremos juntos a la primera consulta médica para saber cómo está el bebé —dijo Liam, su voz cargada de emoción—. Y después, iremos a ver a mi padre.

Me tensé ligeramente al escuchar aquello, pero su siguiente frase deshizo cualquier rastro de preocupación.

—Le contaremos que… —hizo una pausa, mirando primero a Charlotte y luego a mí—. Que me casaré con Emily, la madre de mi hijo, la mujer que amo.

Sentí como si todo el aire se hubiera ido de la habitación por un momento. Las palabras de Liam eran tan naturales, tan sinceras, que hicieron que mi corazón se acelerara.

—¡Eso es increíble! —exclamó Charlotte, poniéndose de pie y abrazándonos a ambos con una energía contagiosa.

—¡Felicidades, hermana! —dijo Ryan, sonriendo ampliamente mientras extendía la mano hacia Liam para estrechársela.

El calor en el ambiente era palpable, y todo parecía estar cayendo en su lugar. Pero entonces, el sonido de la puerta principal abriéndose de golpe nos interrumpió.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —exclamó una voz familiar.

Todos giramos hacia la sala, y allí estaba Macy, de pie con el ceño fruncido, con su característico estilo vintage. Llevaba una falda de cuadros alta hasta la cintura, una blusa blanca con mangas abullonadas y un sombrero pequeño ladeado sobre su cabello perfectamente rizado. Su expresión era una mezcla de curiosidad e irritación mientras dejaba su bolso de mano en la mesa cercana.

—¿Por qué tanto ajetreo? ¿Qué están festejando? Y más importante… ¿por qué diablos no fui invitada?




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