Entre Risas, Amor y Biberones.

23~ Un nuevo Comienzo.

_“A veces, el destino nos sorprende con capítulos que nunca imaginamos, y en el amor, la familia y la esperanza, encontramos la verdadera esencia de la vida.”_

El trayecto hacia el hospital era un torbellino de emociones contenidas. Mientras Liam conducía por las calles de Seattle, yo no podía dejar de frotar mis manos, tratando de calmar la ansiedad que se apoderaba de mi cuerpo. La ciudad pasaba frente a nosotros en un borrón de luces y edificios modernos, pero mi mente estaba demasiado ocupada en lo que estaba por venir.

Liam, aunque trataba de mantener la vista en la carretera, no dejaba de lanzarme miradas de reojo, atento a cada uno de mis gestos.

—¿En qué piensas? —preguntó finalmente, su tono suave pero firme.

Solté un suspiro, apoyando la cabeza en el respaldo del asiento.

—Pienso en cómo reaccionará tu padre —admití en voz baja—. No quiero que esto lo estrese demasiado.

Liam apretó ligeramente el volante, su mandíbula marcándose por un segundo antes de relajarse.

—Lo sé. —Su voz tenía un matiz de preocupación, pero también determinación—. Por eso vamos juntos. No estás sola en esto.

El peso en mi pecho se alivió ligeramente, y me obligué a centrarme en la certeza de que Liam estaría a mi lado, sin importar lo que ocurriera.

Cuando finalmente llegamos al hospital privado, la fachada blanca y elegante del edificio nos recibió con su imponente presencia. Ventanales de cristal reflejaban la luz del sol, y el logo del hospital brillaba con un tono azul vibrante sobre la entrada.

Al entrar, el aire olía a desinfectante y tranquilidad. El suelo de mármol pulido brillaba bajo las luces perfectamente alineadas en el techo, y el sonido de murmullos suaves y pasos controlados llenaba el ambiente. En el área de recepción, enfermeras con uniformes impecables atendían pacientes con eficiencia, mientras los familiares aguardaban en cómodos sillones distribuidos a lo largo del pasillo principal.

Liam guió el camino con seguridad hasta llegar a la habitación de su padre. Al abrir la puerta, el ambiente se transformó. La habitación era amplia pero con un aire íntimo. La luz tenue provenía de una lámpara junto a la cama, donde su padre descansaba, con la piel pálida pero con los ojos llenos de vida. Su madre estaba a su lado, sosteniendo su mano con delicadeza, como si su sola presencia pudiera mantenerlo fuerte.

Me detuve junto a la puerta mientras Liam avanzaba con pasos decididos.

—Papá, mamá —saludó con una sonrisa cálida.

Su madre le devolvió la sonrisa con alivio, mientras su padre lo observaba con atención antes de fruncir ligeramente el ceño.

—Hijo, ¿quién es la jovencita que te acompaña? —preguntó su padre con voz rasposa, observándome con curiosidad.

Sentí cómo el nerviosismo se apoderaba de mí. Pero antes de que pudiera reaccionar, Liam sonrió y respondió con confianza.

—Precisamente por ella es que estamos aquí.

Su padre arqueó una ceja y cruzó los brazos con esfuerzo.

—¿Y qué hay de Charlotte?

Liam suspiró, pero antes de que pudiera responder, su madre colocó una mano en su hombro, en un gesto de paciencia y apoyo.

—Dale tiempo, querido —le dijo con suavidad.

Liam asintió y tomó aire antes de girarse hacia mí.

—Emily, ven —me indicó.

Mis pasos vacilantes me llevaron hasta su lado, y aunque mi corazón latía con fuerza, el calor de su presencia me dio el valor que necesitaba.

—Papá, mamá… —Liam comenzó, su tono firme pero lleno de emoción—. Les presento a Emily Hartman.

Sonreí amablemente, intentando sonar segura.

—Es un placer conocerlos —dije con educación.

La madre de Liam me dedicó una sonrisa cálida, pero su padre aún me miraba con recelo. Antes de que pudiera reaccionar, sentí el brazo de Liam rodear mi cintura, acercándome más a él, como si estuviera protegiéndome de cualquier duda.

—Ella es mi verdadera prometida —dijo, con una convicción inquebrantable—. Lo de Charlotte solo fue una farsa para hacerte feliz, papá. En realidad, solo somos buenos amigos, y para que lo sepas, Charlotte está saliendo con el hermano de Emily.

El rostro del padre de Liam mostró primero sorpresa, luego incredulidad.

—¿Y esta jovencita es…?

Liam sonrió y miró con orgullo hacia mí antes de responder.

—Emily es la madre de mis hijos.

El silencio que cayó en la habitación fue absoluto. La madre de Liam abrió los ojos con asombro, mientras su padre parpadeaba varias veces, procesando la noticia.

—¿Tus hijos? —repitió, su tono cambiando por completo.

—Sí, papá —continuó Liam, con la voz cargada de emoción—. Emily está esperando gemelos.

El recelo desapareció de los ojos del padre de Liam como si nunca hubiera existido. En su lugar, algo completamente distinto tomó su lugar: emoción pura. Sus ojos comenzaron a brillar, y antes de que pudiera decir algo más, extendió su mano hacia mí.

—Ven aquí, niña —murmuró, su voz temblorosa.

Yo apenas tuve tiempo de reaccionar antes de sentir sus brazos rodearme en un abrazo cálido y fuerte, lleno de gratitud y emoción. No pude contener las lágrimas, porque en ese gesto sentí la aceptación, la felicidad genuina de un hombre que acababa de recibir una noticia que lo llenaba de esperanza.

La madre de Liam nos observaba con ojos humedecidos, y Liam, a mi lado, simplemente sonreía, con la mirada repleta de amor y satisfacción.

En ese momento, supe que todo estaba bien. Que este encuentro, aunque temido, se había convertido en algo hermoso. Y que, sin importar los desafíos, ya éramos una familia.




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