Entre Risas, Amor y Biberones.

26- Caída en Picada

_“En el juego del poder, la arrogancia es el mayor enemigo. Y cuando el destino decide hacer justicia, no hay escapatoria posible.”_

La sala de reuniones de Stellar Innovations estaba perfectamente preparada para la reunión con Graham & Royce Tech. Una amplia mesa de madera oscura ocupaba el centro del espacio, rodeada por sillas ergonómicas de cuero. La luz suave de los paneles LED iluminaba la estancia con precisión, dándole un aire de sofisticación profesional.

Yo estaba sentada junto a la puerta, observando el despliegue de ejecutivos de Graham & Royce Tech, entre ellos el vicepresidente de desarrollo estratégico y dos directores de innovación. Frente a mí, en la cabecera de la mesa, estaba Liam, siempre impecable, con su postura segura y firme. Junto a él, Priscila ocupaba el lugar que se le había asignado. Sin embargo, algo no estaba bien.

Priscila intentaba mantener su aire de confianza, pero su expresión la traicionaba. Su piel se veía más pálida de lo normal, sus labios estaban tensos en una sonrisa falsa y su mano descansaba sobre su estómago como si intentara contener algo.

La reunión comenzó.

—Priscila, te asigné esta presentación porque es fundamental que Graham & Royce Tech entienda nuestra estrategia con total claridad —dijo Liam con tono serio pero amable—. Espero que lo manejes con precisión.

Priscila asintió, pero su cuerpo reflejaba incomodidad.

—Por supuesto, Liam. Será un placer.

Se puso de pie y activó la pantalla digital para mostrar los gráficos de la presentación.

—Bien —comenzó—, como saben, Stellar Innovations y Graham & Royce Tech están formando una alianza para desarrollar una nueva plataforma de análisis predictivo en el sector financiero…

Yo observaba todo desde mi asiento, tomando notas, pero entonces algo ocurrió.

Un ruido extraño, casi sordo, resonó desde el estómago de Priscila.

Ella se quedó rígida por un segundo y luego rió con nerviosismo.

—Disculpen, creo que… —tragó saliva—. Bueno, continuando…

Algunos ejecutivos intercambiaron miradas incómodas, pero nadie dijo nada. Sin embargo, unos segundos después, el sonido volvió, esta vez más fuerte y más evidente.

Priscila apretó los labios y sostuvo su estómago con más fuerza. Liam la miró con el ceño fruncido.

—¿Estás bien? —preguntó con cautela.

Ella asintió apresuradamente con la cabeza, sin mirarlo directamente.

—Sí, sí, todo en orden.

Liam no parecía convencido.

—¿Segura? Si no estás en condiciones de continuar, Emily puede encargarse de la presentación.

Priscila se puso rígida de inmediato. Sus ojos se oscurecieron al girarse en mi dirección, lanzándome una mirada venenosa que casi me hizo soltar una carcajada.

—No, yo puedo hacerlo bien —respondió, con determinación.

Volvió a enfocarse en la presentación, pero lo que ocurrió después nadie lo vio venir.

Primero, su estómago comenzó a sonar de forma aún más intensa, como si algo dentro de ella estuviera librando una batalla sin cuartel. Luego, Priscila se dobló ligeramente sobre sí misma, sosteniendo su abdomen.

Y entonces sucedió.

El primer sonido fue apenas perceptible, pero el segundo, el tercero… fueron imposibles de ignorar.

Un silencio sepulcral cayó en la sala mientras el aire se volvía pesado, tenso… cargado de algo inesperado.

Los ejecutivos comenzaron a fruncir el ceño, moviéndose discretamente en sus asientos. Uno de ellos se cubrió la boca y nariz con la mano, otro se inclinó ligeramente hacia atrás, tratando de alejarse lo más posible.

—Oh, por Dios… —susurró uno de los directores de Graham & Royce Tech, girando el rostro con expresión de horror.

Liam, visiblemente incómodo, apenas pudo ocultar la sorpresa en su rostro.

Priscila se quedó petrificada, su cara pasó del pálido enfermizo a un rojo brillante mientras sus ojos se abrían enormemente.

Sin previo aviso, se levantó de golpe, tambaleándose y agarrándose el estómago como si su vida dependiera de ello.

Y entonces, sin decir nada, salió corriendo de la oficina.

El caos se apoderó de la sala en cuanto la puerta se cerró tras ella. Los ejecutivos se levantaron de inmediato, algunos con expresión de absoluto pánico, otros con una risa contenida que no podían disimular.

Liam, recuperando la compostura, se puso de pie y tomó la palabra.

—Lamentamos mucho el inconveniente. La reunión será re agendada —dijo con profesionalismo, aunque sus labios temblaban ligeramente en una lucha por no reírse.

Los ejecutivos no tardaron en abandonar la oficina, y pronto solo quedamos Liam y yo en medio del desastre que había sido la reunión.

El silencio que quedó era tan absurdo que no pude contenerlo más.

Mis labios se separaron, y la risa salió sin permiso.

Liam, a mi lado, se llevó una mano a la cara mientras también comenzaba a reír, sacudiendo la cabeza lentamente.

Entre carcajadas, lo miré con diversión y murmuré:

—Esto salió mejor de lo que esperaba.

Liam dejó escapar una carcajada más fuerte antes de responder.

—Definitivamente mejor.

Y, por primera vez en mucho tiempo, nos permitimos disfrutar el momento, sin presión, sin estrategias. Solo el recuerdo de una reunión que, sin duda, sería inolvidable.

Charlotte entró a la sala con cuidado, cerrando la puerta tras de sí. Su delicada nariz se arrugó al instante, y su rostro adoptó una expresión de genuino desconcierto.

—¿Quién se murió aquí? —preguntó, con una mezcla de humor y horror.

No pude evitarlo. La risa brotó de mí como un torrente, y pronto Liam y Charlotte se unieron. Las carcajadas llenaron la sala, rompiendo cualquier tensión que pudiera haber quedado tras el caos de la reunión. Cuando finalmente logramos calmarnos, Charlotte nos miró con curiosidad.

—Bueno, ¿qué tal les fue? —preguntó, cruzándose de brazos mientras nos estudiaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.