Capítulo 3

Estaba muy claro para Danica que algo no andaba para nada bien. Deberían haber llegado a casa hace al menos quince minutos y habían tomado varias vueltas que eran desconocidas para ella. Esos hombres no dejaban de intercambiar miradas claramente sospechosas y de mirarla con cierto rencor. Habría intentado escapar hace rato, cuando apenas comenzó a sospechar, pero las puertas del vehículo estaban trancadas, supuestamente, para mayor seguridad. Lo que confirmó que algo no andaba bien fue el hecho de que cada ves que preguntaba el nombre de los hombres o cada vez que preguntaba por Eduardo, ambos hombres evadían el tema o simplemente no le contestaban.

-¿Por qué nos desviamos tanto del camino que  mis padres tienen marcado para mi regreso a casa?-

-Ésta bestia hace demasiadas preguntas- dijo el mas joven de los dos hombres, quien estaba sentado a su lado.

Luego de eso, sacó una jeringa de su bolsillo y se la clavo en el brazo tan rápido que no le dio casi tiempo para reaccionar. Poco a poco su vista se fue nublando hasta que finalmente todo a su alrededor se volvió negro. Cuando recuperó la conciencia, lo primero que cruzó su cabeza fue que todo aquello no había sido mas que una pesadilla. Pero al sentir el frío suelo bajo ella y sus manos esposadas, supo que todo lo que había sucedido era real. No lo podía creer.

Estaba en una especie de celda. No podía ver absolutamente nada y lo único que la conectaba con el mundo exterior era una pequeña ventana abarrotada por la cual podía ver el cielo estrellado. Había anochecido y seguía con su mismo uniforme con el que había salido hoy de clases.

Tenía mucho miedo y mucho frío. Y no era para menos. No sabía en lo absoluto quienes eran esos hombres, porqué la habían secuestrado, o siquiera donde estaba. Se abrazó a si misma mientras se arrollaba en el mismo lugar en el que minutos antes había despertado. Sentía un nudo en la garganta y un peso en su pecho al mismo tiempo que sus ojos se comenzaron a llenar de lagrimas.

No pudo evitarlo más, y ocultando su mirada en sus rodillas, Danica comenzó a llorar y permaneció en esa posición durante algún tiempo. Se recostó contra la pared, aun en esa posición y continuó llorando a causa del miedo que la invadía hasta que finalmente volvió a quedarse dormida. Aunque aun el más pequeño ruido en su entorno la podía despertar.

Cuando Danica comenzó a despertar, pudo ver un pequeño haz de luz entrar por la única ventana de su celda y eso le permitió ver un poco mejor su entorno. El lugar parecía sacado de una película medieval o de terror. Era una celda de piedra, con una puerta de metal, aparentemente hierro, y la ventana con barrotes del mismo material por la cual entraba la luz del sol. Se acercó apresurada hasta la ventana con la esperanza de gritar y pedir ayuda a alguna persona, pero para su sorpresa y desgracia, lo único que pudo ver tras la ventana fue campo. Intentó forzar los barrotes pero estaban demasiado firmas para siquiera moverlos. Además, con sus manos aun esposadas, lo único que estaba logrando es lastimarse las muñecas.

De repente, se escuchó el ruido del metal de la puerta. Pero no fue la puerta en si. Lo que se escuchó, fue el sonido de una pequeña abertura en la puerta por la cual alguien le estaba dejando una bandeja de comida. Corrió hasta la puerta, desesperada. No solo porque tenía mucha hambre pues llevaba sin comer desde el día anterior, sino que también estaba impaciente por saber algo del lugar donde se encontraba o de las personas que la habían llevado allí.

-El desayuno- era la voz de un hombre, era rasposa y desagradable

-¿Quién anda ahí? ¿Dónde estoy? ¿Por qué me trajeron aquí? ¿Es por dinero? Porque si es así, mis padres son ricos, podrán pagarles todo el dinero que quieran y...-

-¡Cállate! ¡Y come maldita bestia!- la interrumpió el hombre al otro lado. El tono tan agresivo con el que le habló la hicieron retroceder varios pasos hacia atrás asustada.

-Ya déjala. La asustaras más de lo que ya está- una segunda voz masculina se escuchó. Ésta vez, se escuchaba mucho más joven. Tal vez una edad mucho más cercana a su propia edad.

-Vamos novato. ¿De verdad crees que me importa lo que sienta o piense una bestia como ella?-

-Ya. Si tanto te molesta, deja que yo te haga el relevo mientras tu sales a fumar o a divertirte. Vamos, puedo con esto-

-¿Seguro que podrás solo novato? Las de su clase son peligrosas-

-¿Qué tan peligrosa puede ser? con lo asustada que de seguro está, es tan solo una lagartija- dijo el que se escuchaba más joven, con un todo de burla.

Se escucharon risas desagradables seguidas de pasos que se alejaban de donde ella se encontraba. Hubo unos minutos de silencio absoluto hasta que finalmente se volvió a escuchar la voz masculina más joven. Sorprendiéndola.

-El viejo ese si que es cascarrabias, ¿no lo crees?...¿No piensas comer? Cualquier persona diría que con todas la emociones que viviste ayer estarías más hambrienta. Descuida, no está envenenada. Quien nos ordenó traerte aquí aun te necesita viva princesa dragón- dijo lo último como una broma.

-¿Princesa...dragón?...¿A que te refieres? Me están confundiendo con alguien más...mi nombre es Danica Mattorini...yo no debería estar aquí. ¿Qué es este lugar? ¿Dónde me trajeron?- preguntaba la chica con una mezcla de confusión y miedo.

-Oh, princesa. Te aseguro que no te confundimos con nadie más. Eres la princesa de los dragones Danica Mattorini...espera un segundo...jajaja no tienes ni idea de lo que te estoy hablando. Tus padres no te dijeron nada, ¿verdad princesa? jajaja-

-¿Princesa de los dragones? Estás loco. ¿Qué se supone que debieron decirme mis padres?- exigió saber la chica.

-Oh princesa, me encantaría continuar nuestra charla. Pero de seguro tienes mucha hambre y se supone que no debería estar hablando contigo. Golpea tres veces la puerta cuando hayas terminado de desayunar- Luego de eso, la pequeña abertura en la puerta se serró.