Pasaron cuatro meses desde que Danica se enteró de toda la verdad con respecto a su familia. Al principio fue algo difícil de digerir e incluso fue algo muy difícil de creer al principio. De hecho, algunas veces la chica solía despertar en la mañana con la sensación de que todo había sido solamente un sueño, hasta que llegaba la hora de su entrenamiento y se acordaba de que todo era verdad. Pero en lugar de causarle miedo, la idea de ser una princesa dragón y tener poderes le causaba una emoción que no podía explicar.
El que se centrara en su entrenamiento no significa que haya descuidado sus estudios. De hecho, mientras Eduardo y Penélope se encargaban de guiarla durante su entrenamiento, maestros particulares específicamente contratados por sus padres le impartían clases en casa. No iba a negar que extrañaba ir a la escuela y hablar de vez en cuando con sus compañeros o incluso con algunos profesores, pero luego de su secuestro, el hecho de permanecer en su casa le daba cierta sensación de seguridad. Seguía teniendo sesiones de terapia con su psicóloga y ésta le decía que seguía teniendo avances en cuanto a su situación emocional.
En cuanto al avance de su entrenamiento, había progresado bastante rápido en cuestión de cuatro meses. Ya era capaz de conjurar algunas barreras de protección básicas, podía generar algunas ilusiones simples y había despertado un nivel muy pequeño de psicoquinesia. Incluso podía controlar en periodos cortos de tiempo el fuego dorado; el cual era la habilidad más poderosa y temida del dragón dorado. Danica aún recordaba cuando Penélope le explicó lo básico del poder general de los dragones:
"-Penélope, si somos dragones; ¿no tendríamos que ser capaces de únicamente controlar el fuego? Es decir, ¿por qué podemos realizar barreras e ilusiones? y ¿por qué algunos dragones no controlas en fuego pero si otros elementos?-
-Princesa Danica, eso se debe a la fortaleza y naturaleza del alma. Es decir, que el alma de cada dragón es afín a algún elemento de la naturaleza. Por ejemplo, su madre es un dragón cuya alma es afín al fuego; mientras que yo soy un dragón con un alma afín al viento helado. Sin embargo, gracias a su naturaleza sobrenatural, fortaleciendo y controlando el alma, un dragón puede realizar barreras e incluso algunas ilusiones. Por lo que mientras más fuerte el alma, más fuerte será la naturaleza del ataque. Sin embargo, si el alma del dragón está débil, los ataques se encontrarán igual.-
-Ya veo...-"
Eso fue durante su primer mes de entrenamiento. Cuando apenas estaba aprendiendo a fortalecer y entrar en contacto con la naturaleza de su alma. Fue algo muy complicado para ella al principio no solo porque recién estaba empezando, sino que; con palabras de Penélope y Eduardo; su alma se encontraba fragmentada. Su trauma por el secuestro había dejado una herida en su alma y por eso le costaba tanto los entrenamientos. La herida de su alma le impedía progresar de forma rápida, constante y regular. A Danica le preocupaba el hecho de que aquel daño fuera permanente, le preocupaba que nunca pudiera ser capas de completar su entrenamiento por culpa de esa herida. Pero Eduardo, con toda la paciencia que solamente él tenía, le explicó que la herida de su alma tenía como origen su trauma. El cual aun estaba reciente, pero con el tiempo, ella iría superando aquel acontecimiento y la herida finalmente sanaría. Eso calmó un poco las dudas y miedos de la adolescente.
Tal y como se lo dijo Eduardo, con el paso del tiempo fue olvidando y superando todo lo sucedido y su entrenamiento fue mejorando. Sabía; y podía sentir; que su alma aun estaba herida. Aunque esa herida ya no fuera tan grande como en un inicio, podía sentir que aun estaba allí. Sabía que sonar aquella herida llevaría más tiempo del que le gustaría. Pero por ahora, estaba feliz con su avance.
Otra cosa que había logrado dominar en los cuatro meses transcurridos era lo que ella misma llamaba "la forma hibrida". Es decir, cuando su piel y sus ojos tomaban características de dragón; incluso pudiendo desplegar sus alas; sin dejar de lado varias de las características humanas. Es decir, la forma que Eduardo, Penélope y sus padres habían tomado cuando le contaron toda la verdad. La única y obvia diferencia, era que ella se tornaba de un color dorado. Cuando tomaba esa apariencia, todo su cuerpo se volvía inmune al fuego; al igual que la piel de cada dragón que tomaba era apariencia; aunque también tenía una tendencia a volverse mucho más agresiva y violenta. Eduardo le explicó que esto se debía a la naturaleza guerrera y territorial de los dragones. En ésta apariencia ella estaba en mayor contacto con su alma de dragón y sus instintos la impulsaban a proteger su territorio.
Durante el último mes había probado el convertirse completamente en un dragón. Es decir, tomar completamente la apariencia de un dragón. A pesar de que tanto sus padres como sus maestros le insistieron que aun era muy pronto para intentarlo y que eso podía ser peligroso para ella, Danica decidió intentarlo por su cuenta a escondidas de todos. Quería probar que sí estaba lista para tomar lo que ella creía, su verdadera forma. Y durante bastante tiempo lo probó. Error tras error ella lo volvía a intentar. Hasta que un día finalmente lo logró.
Su cuerpo comenzó a ser rodeado por una gran llamarada de color dorado y comenzó a aumentar de tamaño. Su piel, antes lisa y delicada, se volvió áspera y escamosa. Sus manos, antes finas y suaves, se volvieron robustas garras capaces de quebrar hasta el acero. Su rostro se volvió un feroz hocico con aliento de fuego. De su espalda brotaron un par de alas de tamaño desmesurado. Su cuerpo ahora era de un tamaño monstruoso e imponente. Sim embargo, rápidamente la cabeza de la chica comenzó a dar vueltas y terminó perdiendo el conocimiento. O eso fue lo que ella pensó.
Para su sorpresa y terror, cuando abrió los ojos, Danica estaba en aquella húmeda celda en donde la habían tenido cautiva por más de una semana. El miedo la comenzó a envolver y todo su cuerpo comenzó a temblar. ¿Acaso todo había sido un sueño y nunca había salido de aquel lugar? No podía ser posible. Estaba segura de que había escapado de allí y que había vuelto a casa. Algo no andaba bien, intentó levantarse pero algo se lo impedía. No podía mover ningún musculo del cuerpo; aunque era completamente consiente de su entorno.