Entre Romance y Dragones

Capítulo 14

Mientras tanto, en la casa de los Mattorini, todos se recuperaban del más reciente ataque de los cazadores ocurrido hace unas semanas. Aun se estaban recuperando de todas las bajas ocurridas durante el combate que se llevó acabo. Entre las tantas bajas se encontraba Eduardo. Uno de los cuatro Grandes Generales de los dragones y uno de los dos cuidadores y maestros de la princesa.

Su muerte fue algo muy impactante para todos los que lo habían conocido; tanto humanos como dragones; y éstos últimos exigían venganza. Su cuerpo había sido encontrado dos días después del ataque. Tenía varias heridas, entre ellas un profundo corte en uno de sus ojos. La herida mortal fue causada por una de las lanzas de los cazadores; las cuales habían encontrado esparcidas por todo el lugar; que atravesó su pecho de lado a lado. Pero una de las cosas que más enfureció e indignó a los dragones fueron las dos marcas de amputación en el lugar donde deberían estar las alas. Aparentemente, uno de los cazadores le había cortado las alas para tenerlas como trofeo. El funeral de Eduardo y de todos los caídos duró tres días tal y como lo dictaban las antiguas tradiciones de los dragones y todos los gastos fueron cubiertos por los Mattorini.

Los dueños de la mansión Mattorini y rey y reina de los dragones, llegaron a su hogar tan rápido como se enteraron de que estaban siendo atacados. Pero cuando llegaron ya era demasiado tarde. Las bajas de los suyos eran demasiadas, uno de sus generales estaba muerto y la otra estaba gravemente herida, y no había ningún rastro de su hija Danica. Antes de caer inconsciente y posteriormente en coma, Penélope les dijo que Eduardo estaba con la princesa, pero cuando encontraron el cuerpo inerte y mutilado de su general no había rastro alguno de su hija.

Lucas Mattorini no había parado de buscar a su hija desde su desaparición. Apenas notó la ausencia de su hija en su hogar tras el cobarde ataque de los cazadores, mandó a todos los hombres de su mayor confianza a que la buscaran. Su hija debía ser encontrada. Incluso había cobrado algunos favores que algunos de sus mayores socios comerciales le debían para que lo ayudaran a localizar a su hija. Pues sabía que el alcance de los suyos estaba muy limitado por su condición de dragones y el tratado de paz. Pero el tiempo pasaba y las esperanzas de encontrar a su hija disminuían y la idea de que hubiera sido nuevamente capturada por los cazadores cobraba más y más fuerza conforme los días pasaban.

Helena Mattorini, por otro lado, se había aislado de todos desde la desaparición de su hija. La preocupación por su amada hija, la luz de sus ojos, era tal que la sola idea de que seres tan cobardes y repugnantes como los cazadores la tuvieran cautiva nuevamente la llenaba de dolor, angustia, ira y un ferviente deseo de venganza. Al principio quería ir directamente al lugar donde se escondían los cazadores para vengarse y rescatar a su hija. Pero su marido la detuvo antes de que dirigiera un ataque.

Después de todo, aun estaban bajo el tratado de paz que tanto tiempo atrás se había escrito y no era un secreto para nadie que con el pasar de los años, varios de los cazadores habían traicionado a Cocidius y luego habían desaparecido sin dejar rastro. Cocidius era alguien muy astuto y ambos reyes sabían hace tiempo que él buscaba desatar nuevamente una guerra para obligar a los suyos a salir de las sombras. Al fin y al cabo, la naturaleza humana siempre fue la de mostrarse hostiles hacia aquello que no entienden. Si atacaban a Cocidius y éste se escudaba en el hecho de que ex seguidores suyos que lo habían traicionado fueron quienes los atacaron y que el ataque hacia él era injustificado, podrían desatar una guerra y eso sería darle a ese hombre exactamente lo que quiere y significaría condenar a toda su especie.

Sin contar que, si tenía a Danica cautiva, podría hacerle algún tipo de daño si se sentía amenazado o si se sentía acorralado de alguna forma. Sin importar de qué manera se viera la situación, no encontraban una forma de que los cazadores pagaran por esto sin declarar una guerra. Cocidius había jugado bien sus piezas y los había acorralado. Sabían perfectamente que debían ser muy astutos de ahora en adelante si querían rescatar a su hija evitando la contienda.

Después de todo, el hecho de que, a pesar de las semanas que habían transcurrido siguieran sin encontrar rastro alguno de Danica apoyaba aún más la idea de que hubiera sido nuevamente capturada por los cazadores y ésta vez, la encontrarían y la rescatarían aunque tuvieran que salir ellos mismos a buscarla. No dejarían que ésta vez su hija se viera en la necesidad de que un cazador la trajera a casa. Pues probablemente, aquel chico fuera quien guio a los cazadores hasta su ubicación; la cual había permanecido lejos del rastro de los cazadores durante generaciones.

-Lucas, ¿Qué vamos a hacer? nuestra hija probablemente esté bajo el control de esos despreciables seres. No podemos quedarnos de brazos cruzados, menos luego de que nos atacaran directamente- dijo Helena, sentada en un sillón con las llamas de la ira reflejadas en sus ojos.

-No podemos atacarlos, Cocidius podría escudarse en quienes lo traicionaron y terminaríamos declarando una guerra y lo sabes. Ya habíamos hablado de esto- respondió Lucas, sentado desde detrás de su escritorio, mientras se frotaba las cienes con sus manos.

La mujer, con la furia y la angustia recorriendo su cuerpo, se levantó del sillón en el que estaba sentada y golpeó fuertemente el escritorio de su marido con sus manos y sus miradas se conectaron.

-¡¿Y eso qué?! ¡Lucas, ese hombre nos atacó directamente y se llevó a Danica. Quién sabe lo que le deben estar haciendo esos seres despreciables! ¡Si Cocidius quiere una guerra deberíamos recordarle porqué los dragones fuimos tan temidos y respetados en el pasado!-



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En el texto hay: dragones, magia y amor, cazdores

Editado: 29.05.2022

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