Entre Romance y Dragones

Capítulo 22

Hacía al menos veinte minutos que Danica no sabía a dónde se habían llevado a Nasim. Luego de que sus padres les explicaran la situación, dos hombres se habían llevado a Nasim por la fuerza bajo las ordenes de sus padres. Por más que intentaba saber dónde se lo llevaban, las únicas palabras que su padre le dijo fueron:

"-Tranquila hija. Cumpliré mi palabra y el chico se quedará aquí. Pero será constantemente vigilado por mis hombres y tu tienes prohibido verte con él-

-¡Pero padre.. yo...!-

-¡No está en discusión Danica! A menos que prefieras que se valla de la mansión y esté a su suerte- 

-...-

-Eso creí...llévenselo-"

Ella sentía que estaba teniendo un deja vu. Después de todo, nuevamente sus padres y todos a su alrededor se negaban a hablarle de Nasim y eso la desesperaba. Toda esa situación la desesperaba. Sin mencionar que las palabras de aquella mujer no salían de su cabeza; según ella, Cocidius buscaba protegerla de aquellos que buscaban manipularla y reprimir su poder. Era demasiado claro que no era mas que una trampa de Cocidius para que ella valla hasta él. Pero aun así, a pesar de saber eso, las palabras de la mujer no paraban de retumbar en su cabeza. ¿Y si él sabía algo que sus padres no le decían aún? Después de todo, ya le habían ocultado información importante antes. No sería de extrañar que hubiera algo que aun no le contaban. Al fin y al cabo, las acciones de su enemigo deberían estar motivadas por algo más que una simple locura. 

Estaba en su habitación mirando por la ventana como el cielo comenzaba a pintarse con las primeras estrellas. Ya habían pasado varias horas desde que habló con sus padres y éstos se habían llevado al chico a algún lugar que ella desconocía. Debía descubrir donde estaba su amigo. El simple hecho de no saber cómo estaba o de pensar que sus padres podrían tenerlo encerrado en algún lugar le causaba una opresión en el pecho. Provocándole una gran preocupación y que las lagrimas comenzaran a inundar sus ojos amenazando con salir y recorrer su rostro en cualquier momento. Vio como la luna comenzaba a abrirse paso por el horizonte y el cielo le generaba una falsa sensación de paz y tranquilidad. Como si los astros intentaran consolar la preocupación de su corazón.

Mientras eso sucedía, en una habitación poco amueblada y pequeña, y algo alejada de la de la princesa, se encontraba la causa del dolor y preocupación de la princesa. Desde que la había visto por última vez hace algunas horas, aquellos hombres lo habían encerrado en esa habitación que solo tenía una ventana pequeña y con rejas.

Caminaba por la pequeña habitación como un animal enjaulado. Pero el hecho de estar encerrado no era lo que le causaba preocupación al chico. Sino el hecho de no tener noticias de la princesa. Al no tener ninguna noticia de la chica, su mente se había ideado un sin fin de escenarios posibles; a cual peor; en donde los reyes la castigaban de formas muy crueles o incluso la encerraban por culpa de él. Porque ella lo protegió. El simple hecho de que saliera lastimada por su culpa causaba un dolor en el pecho y unas ganas inmensas de lloras con solo la imagen mental en su cabeza.

Decidió que a lo mejor solamente estaba exagerando con la situación y que seguramente ella estaría bien. Sobre todo, porque Danica ya no era la misma niña indefensa que conoció en aquella celda en aquella finca. Con el transcurso de los meses se había convertido en toda una guerrera capas de defenderse de quien sea que la atacara. Seguramente estaría bien sin su ayuda. Se sentó en la cama que había y ocultó su rostro en sus manos. Era un intento de calmarse a si mismo y a sus pensamientos; cuando de repente lo sintió.

Era un aroma tan fuerte y al mismo tan débil. Un aroma que hacía bastantes meses que no sentía pero que le sería casi imposible olvidar. Había sido tan característico para los suyos durante tanto tiempo que su olfato se había acostumbrado al aroma y le sería casi imposible olvidarlo. Era el olor al laurel quemado. Un aroma que había caracterizado a los cazadores desde siempre y no tenía idea del porqué. Su madre le solía decir que en alguna época el aroma del laurel se usaba para que los dragones no los descubrieran ya que, por alguna razón que desconocía, éstos eran incapaces de sentir ese aroma. Su rostro se llenó de asombro y preocupación.

-¡Oigan! ¡La familia real está en peligro! ¡Los dragones están en peligro! ¡¿Me escuchan?!- gritaba desesperado mientras golpeaba con todas sus fuerzas la puerta.

-¿Puedes callarte? ¿De qué diablos estás hablando humano?- se escuchó una voz femenina del otro lado de la puerta.

-Los reyes y la princesa están en peligro. Hay cazadores en la casa. Debes ir y verificar que estén a salvo. Por favor-

-¿Cómo estás tan seguro? y ¿Cómo puedo estar segura yo de que no es una trampa para que puedas escapar?-

-Mira en la situación en que estoy. ¿Te parece que puedo escapar? Si no me crees llama a alguien para que vigile la puerta pero debes ir a proteger a la princesa y a sus padres- 

La mujer que vigilaba la puerta fue por uno de sus compañeros. Había algo extraño en toda esa situación y averiguaría qué era, pero no se arriesgaría a que el humano escapara.

-Eric, oye, vigila la puerta de nuestro invitado. Dice que los reyes y la princesa corren peligro; que hay cazadores en la casa; iré a revisar. Vigila que no intente escapar-



#6479 en Fantasía
#14571 en Novela romántica

En el texto hay: dragones, magia y amor, cazdores

Editado: 29.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.