Entre secretos y miradas

Una última carta

El sonido de un sobre cayendo sobre el escritorio rompió el silencio en la oficina. Un hombre con traje oscuro, su jefe, lo tomó con calma, pero en su interior algo le dijo que esa carta no era cualquier correspondencia. Abrió el sobre con cuidado, leyendo las palabras que marcarían un giro en la historia.

Alexa, parada frente a él, respiró hondo, su mirada fija y segura, aunque el corazón latía fuerte en su pecho.

— Sr. Victor —comenzó con voz firme, pero que no ocultaba la emoción—. Quiero agradecerle profundamente por estos años de trabajo, por las oportunidades que me brindó y por todo lo que aprendí aquí. He disfrutado cada desafío, cada proyecto, cada momento... pero es hora de seguir mi camino.

Victor la miró, confundido pero atento, sin saber qué esperar de su siguiente declaración. Tomó el sobre entre sus manos, leyendo rápidamente las palabras escritas en él, hasta que sus ojos se detuvieron en la última línea. Renuncia. La palabra golpeó el aire entre ellos.

Victor levantó la vista, mirando a Alexa con una mezcla de sorpresa y desconcierto.

Alexa continuó:

— Sí, me enamoré de quien no debía... Lo reconozco. Pero también sé que esta vez no quiero limitarme a lo que siento. No quiero seguir viviendo en la sombra de las decisiones que otros tomaron por mí.

El aire parecía pesarse por un momento, pero Alexa lo enfrentó, sin arrepentimientos. Era una decisión que había tomado por su felicidad, por su futuro.

— Estoy dispuesta a arriesgarme, a seguir lo que me dicta el corazón. Y aunque sé que me jugaba mucho al dar este paso, no puedo quedarme en un lugar donde mi felicidad se ve restringida. Ya no quiero más dudas, no quiero más miedos.

Victor, todavía con la carta en las manos, asintió lentamente, como si, aunque no estuviera de acuerdo, entendiera la decisión de Alexa.

— Está bien, Alexa. Te deseo lo mejor —respondió, su tono neutral, pero con una leve tristeza en la voz.

Alexa sonrió, con una mezcla de alivio y determinación. Sabía que este era el primer paso hacia lo que realmente deseaba. El futuro estaba esperándola, y ya no tenía miedo de ir hacia él.

Alexa se despidió de Víctor, sintiendo que había dado el paso correcto. Se dirigió a su oficina, recogió sus cosas y, con una mezcla de sentimientos encontrados, salió del edificio. En el camino, su mente no dejaba de dar vueltas sobre lo que acababa de decidir. A medida que las horas pasaban, Alexa se dio cuenta de que no podía dar marcha atrás. Era su momento, su oportunidad.

Esa misma tarde, se dirigió a la oficina de Julián, su amigo y colega de años. Cuando entró, vio que él estaba trabajando en su computadora, como siempre.

— Julián —dijo Alexa, con una sonrisa en los labios—, quiero hablar contigo de algo importante.

Julián la miró con curiosidad, dejándose guiar por la seriedad en su tono.

— Claro, ¿de qué se trata?

Alexa se acercó a su escritorio y se sentó frente a él. No quería dar más rodeos, así que lo dijo de una vez.

— Estoy fundando mi propia agencia. Después de todo lo que ha pasado, he decidido dar este gran paso. Sé que es arriesgado, pero confío en lo que podemos lograr.

Julián la observó, los ojos brillando con admiración. Conocía su pasión, su dedicación. Para él no era ninguna sorpresa que Alexa tomara esa decisión.

— Alexa, yo te apoyo en todo —respondió él, sonriendo ampliamente—. Siempre has tenido ese espíritu emprendedor, y no tengo duda de que lo lograrás. Si necesitas un socio o alguien en quien confiar, aquí estoy. Eres mi mejor amiga, y si me ofreces unirme a tu proyecto, claro que sí.

Alexa se sintió aliviada al escuchar sus palabras. Había sido una decisión importante, pero tenía el apoyo de quien más importaba. Con Julián a su lado, sabía que nada la detendría.

— Entonces, estás dentro —dijo Alexa, casi con una risa. — Vamos a hacer que esto funcione.

Ambos compartieron una mirada cómplice, sabiendo que lo que comenzaban era solo el principio de algo grande. Después de todo, el éxito nunca llega sin sacrificios, y Alexa estaba lista para enfrentarlos.

El día de la graduación había llegado, y Max, Nico y Valentina se encontraban fuera del recinto, rodeados de sus familias. El aire estaba cargado de emoción y orgullo, con sonrisas en cada rostro mientras se celebraban los logros alcanzados. Los jóvenes, con sus togas y birretes, compartían historias de su recorrido en la universidad, mientras sus padres los felicitaban con abrazos y palabras de aliento.

Max se sentía orgulloso de sí mismo, aunque no pudiera evitar pensar que este capítulo de su vida estaba por cerrarse. Nico, siempre el bromista, trataba de hacer reír a Valentina, quien, por su parte, estaba visiblemente emocionada por el logro obtenido. Estaban disfrutando el momento, pero sabían que su futuro estaba lleno de nuevos desafíos y oportunidades.

Fue en ese instante cuando Alexa apareció, con su sonrisa radiante. Había llegado justo a tiempo para ser parte de este momento tan especial para ellos.

— ¡Felicidades a todos! —exclamó, acercándose a ellos con alegría genuina en el rostro. Los tres se giraron hacia ella, sonriendo al verla.

Max fue el primero en reaccionar, con una sonrisa que reflejaba lo feliz que se sentía de verla allí, en ese momento tan importante.

— Gracias, Alexa —dijo Max, abrazándola con calidez—. No pensábamos que ibas a estar aquí, pero me alegra mucho verte.

— Claro que sí, ¿cómo no voy a estar? —respondió Alexa, mirando a los tres con cariño—. Estoy muy feliz por ustedes, de verdad. Cada uno ha logrado algo increíble y es un honor verlos llegar hasta aquí. Sé que este es solo el comienzo de todo lo bueno que les espera.

Nico sonrió de oreja a oreja, mientras Valentina, más reservada pero igualmente emocionada, asintió con una expresión de gratitud.

— No sé qué haríamos sin ti, Alexa. Siempre tan positiva —dijo Nico, siempre con su toque de humor.



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En el texto hay: amor amistad

Editado: 29.05.2025

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