Nueve años después.
Nueve malditos años después, ese tiempo a pasado desde que mi madre me dejó sola en este mundo, no se si es por qué no me quería, solo pienso en una cosa y es que me crié sola sin su apoyo pero algo dentro de mi la sigue queriendo.
No sé si es bueno, pero me duele cada vez que un recuerdo viene a mi mente, sobre ella y yo siendo felices.
—¡leya! —grito Heley a fuera de mi habitación—¡hay que ir a la ópera nos tocan clases! —.
Si como escucharon sigo estudiando gracias a una beca, pero no estudió en cualquier escuela, si no en la escuela de Álvaro la escuela del Dios de la Música es una ópera es como la torre non solo que la ópera no es una torre, es solo una ópera, con el escenario normal que representa a una ópera, pero dan clases ahí como una escuela normal.
Me pare de la cama al mismo tiempo que bostezaba, abro el armario agarrando un vestido largo con una abertura en la pierna derecha, color crema con mangas holgadas y hombros descubiertos, cuando estaba lista me acerco al espejo y me peino en medio chongo, con una peineta que lo sostenía, que me había regalado Sofía en forma de medía Luna y por último unos botines color blanco muy bonitos.
Cuando estaba lista me acerco a la puerta, pero algo hizo que regresar al espejo, agarre un labial era de un rojo no muy intenso.
Ahora sí cuando estaba lista me dirijo a la puerta.
Se que es mi exagerado ir tan arreglada, pero era una regla que había planteado la ópera y era maquillarme o no volver a entrar a la ópera y ahí se perdería muy futuro y mis estudios.
Yo no era como las otras chicas, eso es seguro, yo no solía salir de la torre non para salir con chicos, yo solo era...yo, una chica que no solía hablar con personas para poder entrar en su lectura, no después de lo de mi madre después de eso yo ya no hablo si no eran Heley o Sofía.
Ellas eran mí refugio, pero yo sabía que mi hogar estaba en otra parte y no sabía dónde era.
Escuché el portazo de la puerta al chocar y aceleré el paso para alcanzar a mis amigas.
Capas que ya se habían ido sin mí. Pensé
—¡ESPEREN! —grite mientras unos extraños volteaban—ustedes no ni siquiera los conozco—y pase por el lado de los dos extraños, llegué junto a las chicas con un poco de dificultad le regale una sonrisa por lo difícil que se me hacía respirar por correr—se iban sin mí.
—eso pasa cuando no despiertas temprano—me regaño Sofía mientras agarra su bastón—.
Sufre de algo que los brujos de ingla no han descubierto, lo único que dicen es que poco a poco la consume por dentro y es por eso por lo que se le dificulta caminar, ella dice que está bien mientras los brujos dicen que le queda poco talvez tres o cuatro meses, Sofía dice que estaría feliz si muere ya que no sufriría más.
Heley y yo, tenemos miedo de que muera ambas sabemos que no haríamos nada sin ella.
—oye estoy bien—me dijo Sofía con una sonrisa-¿y que te dicho que me veas de esa manera?—.
—que te haces sentir mal—ella asintió—no lo hago con esa intención.
—sé que no Leya—me toco el brazo volviendo a caminar—vamos o llegaremos tarde.
Seguimos por una calle con las tiendas ya abiertas para todo comprador que quisiera entrar en ellas.
Cuando llegamos a la ópera, la maestra de historia se encontraba a fuera de la ópera con los alumnos, mientras que la señora los contaba si estaban completos.
—Oh, muy bien ya llegaron-—es dijo cuando las tres muchas se acercaron a su grupo—muy bien chicos el día de hoy haré la clase diferente, hoy iremos al puerto a saber un poco más sobre la historia de los dioses cuando lleguemos allá le haré preguntas acerca del dios que escogí para este nuevo tema.
Seguimos por una pequeña callejuela, para después ir pasando por las tiendas, algunas personas nos miraban al ver al grupo de alumnos que se dirigían a un lugar.
Cuando llegamos al muelle a nuestro alrededor se encontraban barcos de distintos colores y tamaños, algunos descargaban las cosas y las dejaban en el piso de madera que se extendía al agua, supe de que dios se trataba del que hablaría la maestra, los soldados y piratas debes en cuando nos echaban un vistazo para ver si no hacíamos nada sospechoso.
—muy bien, primera pregunta—dijo mientras los demás maestros impedían que las alumnas se acercarán a los piratas y soldados que trabajaban para el dios—¿De qué Dios hablaremos hoy? —ubo un silencio—creo que ya les he dado muchas pistas como para que sepan de que dios hablaremos.
—el Dios Marcus.
—exacto—le respondió la maestra al que le había contestado—¿Alguien me puede decir uno de los monumentos más importantes que un Dios hizo?
La maestra miro a sus alumnos, y se posó en una de sus alumnas.
—Ximena—llamo a la rubia—di me uno.
—ah, la luz.
La maestra la miro con el ceño fruncido, mientras mis compañeros reían.
—no tiene nada de gracia—dijo Heley muy alto a lo que Ximena la miró mal—.
—monumento no poder Ximena—la corrigió mientras volvió a mira a sus alumnos para que contestará la pregunta—.
Yo como la chica que nunca participa, me escondí detrás de Heley y Sofía, pero no sirvió de nada.
—leya puedes hacernos el placer contestar la pregunta—.
Todo me miraron incluso se hicieron a un lado para que me viera la maestra.
No sé, pero algo dentro de mí me hizo sentir irritada por ver tanta gente.
—no se si es un monumento, pero...el barco.
—¿para qué sirve?
Ubo un silencio, tan largo el único sonido era el de las olas al chocar con los pilares de madera de bajo de nosotros.
Después recordé algo, un recuerdo de eso de los que no puedes olvidar por qué te enseñan algo.
Flashback.
Mi madre se encontraba sentada en el sillón contemplado las llamas de la chimenea, cuando sintió mi presencia me pidieron que me acercara.