si me hubieran preguntado, ¿si fuera una diosa?¿Cuál seria?, fácil, la diosa de la paciencia, aun no hay ninguna, pero yo seria la diosa de la paciencia, porque justo ahora la estoy perdiendo.
—entonces, ¿Dónde lo dejaste?—le pregunto a Heley, viendo la habitación regada de sabanas— ¿no lo abras dejado en el barco?
—no, siempre lo traigo en el cuello—dijo mientras volvía a mover todo por la habitación —no se me puedo haber caído del cuello.
—de seguro esta en el barco, tal vez cuando nos quisieron a ventar por la borda se te callo por ahí en cubierta—dije mientras Heley se tocaba el cuello—.
—¡Leya! no lo entiendes, ese collar es toda mi vida—dijo mientras se cruzaba de brazos—es lo único que tengo de mi padre.
—tranquila, Heley—la abrace—lo encontraremos de seguro esta en el barco.
ella soltó un suspiro.
—vamos tenemos que irnos, ya nos estarán esperando abajo, tenemos que encontrar la cuarta piedra.
—claro, la cuarta piedra luna—dijo ella—lo mas seguro es que esta en el barco mi collar ¿no?
—exacto, vamos—dije yo mientras abría la puerta—aun no me resigno a vivir un tiempo con piratas, pero solo lo hare por la piedras—Heley sonrió un poco mientras se ponía una chaqueta de cuero arriba de su corsé marrón y me pasaba una para ponérmela, igual arriba de mi corsé negro, íbamos vestidas con pantalones de cuero con un pañuelo amarrado en nuestra cintura con botines, Heley se había amarrado el pelo en una coleta mientras yo me lo había puesto en una trenza sobre mi hombro—.
—tienes razón—dijo mientras ella salía primero de la habitación conmigo siguiéndola—.
—¿me imagino que encontraron la cura para tu amiga?—nos pregunto Kill mientras nos esperaba sentado y a su lado Mario y Jack—.
—¿Cuál cura?—yo le pellizque el hombro para hacerla acordar la mentira—Oh, claro la cura—ella bajo su cabeza fingiendo tristeza y continuo con su mentira—no.
—nos dijeron que estaba en la isla KYRELL—dije ya que algunas de la piedras estaban escondidas—.
—nosotros vamos para allá—dijo Mario mientras se ponía su chaleco de cuero azul rey—.
—¿enserió?—dijeron Jacks y Kill, como si se hubieran enterado hoy—.
—¿enserió?—dijimos Heley y yo. la primera había levantado la cabeza velos cuando escucho esas palabras—.
-así es chicos, vámonos, la tripulación de seguro ya esta en el barco-se levanto con KIll y jacks a su lado justo cuando paso por mi lado me guiño el ojo-.
fruncí el ceño sin entender, el repentino acto.
-vamos lindas-nos dijo, yo mire a Helye sonriendo ella solo negó la cabeza con una sonrisa-.
camine junto a Mario, el muelle ya estaba lleno de movimiento a esa hora. Gaviotas chillaban sobre los mástiles y marineros cargaban sacos, gritando entre sí mientras el Deus Aquarum se preparaba para zarpar.
-¡Suban rápido, ya casi zarpamos!-gritó el timonel de pelo azul, después le preguntaría su nombre, desde lo alto de la cubierta-.
Heley iba delante de mí, y yo caminaba al lado de Mario. Podía escuchar cómo la madera se golpeaba contra las olas. El Deus Aquarum nos esperaba como un monstruo dormido, imponente y lleno de secretos.
Al subir la rampa, sentí cómo la mano de Mario rozaba la mía. Fue apenas un contacto, como un susurro entre nuestros dedos, pero bastó para que se me erizara la piel. No dije nada. Él tampoco. Caminamos en silencio, hombro a hombro, como si ese roce hubiera dicho todo lo que nuestras bocas callaban.
-¿Por que tan callado?-le susurré sin mirarlo, fingiendo que me concentraba en el suelo-.
-Cuando hablo, quiero que me escuches bien-respondió sin dudar, con esa voz grave y tranquila que parecía arrastrar mareas-.
Lo miré de reojo. Él también me miraba. Por un segundo, pensé que el mundo se detenía.
De pronto, sentí de nuevo cómo la mano de Mario rozaba la mía. Fue suave, casi un accidente, pero su pulgar se deslizó apenas sobre mi piel antes de alejarse. Fingí que no lo había notado... aunque mi corazón sí lo hizo. Golpeaba como si hubiese saltado directo al mar.
-¿Estás nerviosa?-me preguntó sin mirarme-.
-No. Solo concentrada-respondí-
-Te tiembla un poco la mano-susurró-.
La retiré con suavidad, pero no dije nada. Me adelanté un paso, justo cuando Heley alzaba la voz para preguntar:
-¡Ey!-gritó Heley desde más adelante, sacándome del momento-¿Cuántos años llevan ustedes trabajando en este barco?-le preguntó a Jacks mientras se peinaba su pelo rubio y Kill, que revisaban unas cuerdas cerca del mástil principal-.
Kill soltó una carcajada mientras acomodaba la boina torcida.
¿por que de la nada preguntaba Heley eso?
-¿Cuántos años? Puff, yo ya perdí la cuenta. Pero deben ser al menos diez-dijo rascándose la barba-.
-Yo menos-añadió Jacks con una sonrisa orgullosa-entré cuando tenía quince. Ahora tengo veinte, así que cinco años bajo las órdenes de Marcus y del guardián de Marcus, ... y soportando a Kill.
-¡Ey!-protestó Kill, fingiendo ofensa-yo te enseñé a amarrar un cabo y a distinguir entre proa y popa, ingrato.
-Y yo te enseñé a no dormir en la bodega con las ratas, así que estamos a mano-le respondió Jacks-.
Heley soltó una risa suave. Me acerqué a ella y aunque sus ojos seguían buscando algo. Cuando nuestras miradas se cruzaron, negó con la cabeza.
-Todavía nada. No está.
Me acerqué a ella.
-Heley, lo vamos a encontrar. Seguro está en la cubierta, cerca de donde casi nos tiran al agua. No te preocupes.
Ella asintió sin hablar, tragando con dificultad.
Entonces Mario se me acercó otra vez. Rozó mi mano, otra vez, pero no la tomó. Solo la rozó con los dedos, como si la línea que nos separaba fuera de papel y tuviera miedo de romperla. Su tacto era cálido, firme.
Cuando rozábamos nuestros dedos, ¿acaso quería agarrar mi mano? ¿O yo deseaba que lo hiciera?
Había algo en sus ojos... no misterio ni picardía como otras veces, sino un silencio distinto. Algo que dolía un poco, como si él hubiese perdido algo una vez... hace mucho tiempo.