Entre sombras

20

 

 

20

 

 

 

 

 

Cuando Acacia le informó de lo ocurrido en su reunión con el doctor Weber, Eric se limitó a asentir pensativo.

—Me pareció un poco extremo. ¿Es esa una prueba habitual para los candidatos? —quiso saber.

—No —respondió Eric con gesto serio—, pero tu caso es especial y parece que querían saber hasta qué punto has desarrollado tus poderes sin entrenamiento formal. Lo más importante es que no sospechen de la existencia de Enstel.

Pasaron la noche en la habitación de Eric, meditando y reforzando el control mental de Acacia sin darse cuenta del paso del tiempo. Practicaron con varios elementos, encendiendo y apagando velas y bombillas a voluntad, cambiando el estado del agua de sólido a líquido y gaseoso, transformando la temperatura y la luminosidad de la habitación. Eric también le mostró cómo aumentar y refinar sus habilidades quinéticas, abriendo y cerrando puertas y ventanas, moviendo con facilidad objetos pesados a través de la habitación y manteniendo varios de ellos en el aire al mismo tiempo en una suerte de pequeña danza coreografiada.

Estaban tan concentrados que apenas notaron que había amanecido.

Enstel besó a Acacia en la frente e hizo un gesto de despedida en dirección a Eric antes de desvanecerse. Acacia sonrió al ver la expresión del joven. La comunicación entre ellos era mucho más fluida y, a pesar de que todavía no le hablaba directamente, su recelo inicial hacia Eric se había atemperado de modo notable.

—Un domingo inesperadamente soleado —comentó Acacia asomándose a la ventana—. ¿Qué te parece si nos tomamos un respiro en el programa de adiestramiento y salimos a pasear un rato?

Eric fue a preparar el desayuno mientras Acacia se duchaba. Compartieron té, tostadas y cereales y cuando Eric desapareció en el cuarto de baño para ducharse y afeitarse, Acacia lo siguió con la mirada, pensando en la extraña relación que se había establecido entre ellos. Pasaban muchas horas juntos y compartían estos momentos de intimidad como una antigua pareja, tanto que Jenna estaba convencida de que lo eran, pero mientras ella se moría por besarlo y explorar cada centímetro de su cuerpo, él continuaba manteniendo las distancias con férrea determinación. A veces lo sorprendía mirándola de un modo muy peculiar, con una intensidad que la turbaba y que no era capaz de interpretar. Se trataba de una situación completamente nueva para ella y sabía que, con cualquier otra persona, ante semejante colección de señales contradictorias hacía mucho tiempo que habría pedido una aclaración. Su incapacidad de ser más directa con Eric le intrigaba y molestaba a partes iguales.

Al salir al exterior comprobaron que, aunque estaban a principios de marzo y ya se apreciaban algunos signos de la llegada de la primavera, el frío era todavía considerable. De camino al río Cherwell, el afluente del Támesis que pasaba al lado de Magdalen College, Acacia admiró el contraste del amarillo brillante de los narcisos contra la hierba húmeda por el rocío y observó las tiernas hojitas que comenzaban a brotar en los sauces llorones. La zona se hallaba desierta a esa hora de la mañana y se respiraba una paz especial.

—¿Sabías que el río Cherwell marcaba la frontera entre dos tribus celtas prerromanas, los Dobunni por el oeste y los Catuvellauni por el este? —preguntó Eric.

—No, hasta ahora siempre había pensado en el pintoresco Addison's Walk como el paseo favorito de C. S. Lewis. Venía aquí a menudo con Tolkien y Hugo Dyson.

—Me superas en conocimientos literarios —replicó Eric con una sonrisa.

—Y tú a mí en historia, entre otras cosas. Seguramente sabes que fue C. S. Lewis quien dijo: “No tienes un alma. Eres un alma. Tienes un cuerpo.”

—Muy acertado.

—Una vez leí que se declaró ateo a los quince años y más tarde reconoció haber estado paradójicamente muy enfadado con Dios por no existir. Fueron sus conversaciones con Tolkien y Dyson a lo largo de este mismo paseo lo que lo llevaron a reconvertirse al cristianismo.

—Y tú, ¿qué crees sobre Dios?

—Todavía no estoy segura —replicó Acacia con un suspiro—. Por eso he elegido un estudio comparativo de las diferentes religiones en mi tesis, para poder investigar y darme tiempo a desarrollar mi propia opinión. Ahora mismo estoy en medio del análisis de los diferentes conceptos de la divinidad en varias culturas y religiones.

—Encontrarás que Dios y lo que las religiones han hecho de él son cosas muy diferentes.

—Eso mismo dice Enstel... Por cierto, ¿cómo es que no parecemos estar cansados a pesar de llevar casi veinticuatro horas en vela?

—Aunque hemos trabajado con intensidad, la meditación profunda suele tener ese efecto.

Acacia sabía lo suficiente de las ondas cerebrales para entender que, al bajar su frecuencia, pasando de beta a alfa y a theta, se lograban estados profundos de relajación, disminución del dolor y del estrés y mayor receptividad al flujo de ideas y creatividad.

—Creo que podría acostumbrarme a esto de la meditación —comentó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.