Capítulo 3: Sombras de Desconfianza

La fábrica abandonada había sido el refugio de la resistencia durante las últimas semanas, pero el ambiente de tensión y desconfianza aumentaba con cada minuto. El sonido de las máquinas inactivas y el crujido ocasional de las estructuras metálicas se mezclaban con los murmullos de los miembros del grupo, que se preparaban para la próxima misión.

Alex, con la cabeza gacha mientras revisaba el mapa de la instalación de la élite, estaba en profundo pensamiento. La información que habían obtenido de la última incursión era vital, pero también peligrosamente incompleta. La reciente advertencia de Damian de que la élite estaba cerca había hecho que la situación fuera aún más crítica.

—Necesitamos ser más sigilosos esta vez —dijo Maya, mientras se preparaba para la misión con un equipo de infiltración—. Si la élite sabe que estamos planeando algo, tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para no ser detectados.

Leo, que estaba ocupado revisando su equipo, asintió. —El ataque que sufrimos antes nos ha dejado sin margen de error. Debemos estar atentos a cualquier señal de traición o infiltración, incluso si eso significa cuestionar a uno de los nuestros.

La tensión entre los miembros del grupo era palpable, y la advertencia de Leo no ayudaba a aliviarla. Zara, que estaba cerca de Damian, no podía evitar notar el creciente distanciamiento entre él y el resto del grupo. Aunque había empezado a confiar en él, las palabras de Ethan sobre su posible traición seguían resonando en su mente.

Mientras tanto, Damian estaba en una esquina de la fábrica, observando a Zara con una mezcla de preocupación y anhelo. Sabía que debía mantenerse en su papel de aliado, pero la creciente relación con Zara complicaba su misión. Intentaba mantener la calma y no dejar que sus emociones se interpusieran en sus objetivos.

—¿Todo bien? —preguntó Zara, acercándose a Damian con una expresión amable pero cautelosa.

—Sí, todo bien —respondió Damian con una sonrisa forzada—. Solo estoy pensando en cómo hacer que esta misión sea un éxito.

Zara asintió, aunque no pudo evitar sentir que había algo más en el aire. La conexión entre ellos se había profundizado, y sus sentimientos estaban empezando a nublar su juicio. Mientras ella lo miraba, un sentimiento de inquietud la envolvía.

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Las semanas después del ataque habían sido duras. La resistencia había perdido a varios miembros valiosos y el suministro de alimentos y medicinas estaba en niveles críticos. Las calles, vigiladas constantemente por drones de la élite, se habían vuelto aún más peligrosas. El hambre y el miedo eran una constante, y el virus que había comenzado a propagarse entre los miembros de la resistencia solo añadía más desesperación a la situación. La fábrica se había convertido en una especie de hospital improvisado. Emma, la hermana de Alex, pasaba la mayor parte del tiempo cuidando a los enfermos, tratando de hacer lo mejor que podía con los escasos suministros médicos que tenían. El virus, una creación de la élite para debilitar a cualquier oposición, estaba haciendo estragos entre los resistentes, debilitándolos aún más.

Alex, Maya y Leo se encargaban de conseguir provisiones y buscar nuevas oportunidades para atacar a la élite, pero cada día se hacía más difícil. El ambiente de desconfianza crecía, especialmente con la constante sospecha sobre Damian. Aunque Damian había demostrado ser un valioso aliado, sus acciones y comportamientos ocasionales dejaban dudas en el grupo. Al caer la noche, el grupo de la resistencia se preparó para su infiltración en la instalación de la élite. Alex, Maya, Leo, Ethan, Zara y Damian se reunieron en la entrada de la fábrica, listos para partir. La misión era peligrosa, pero la posibilidad de obtener información crucial sobre el nuevo dispositivo de control y el virus era demasiado valiosa para ignorarla.

Alex miró a su grupo, su rostro lleno de determinación. —Recordemos que esta misión es crucial. No solo estamos buscando información, sino también tratando de evitar que la élite complete su proyecto. Necesitamos estar atentos a cada detalle.

Maya, con su equipo de infiltración ajustado, dio una última revisión a sus dispositivos de camuflaje. —Yo me encargaré de infiltrarme en el sistema de seguridad de la instalación. Estaré en contacto constante con el resto del grupo para asegurarme de que todo esté en orden.

Ethan, con sus herramientas tecnológicas listas, se preparaba para el sabotaje. —Voy a estar en la retaguardia, manejando el equipo y asegurándome de que el sistema de comunicaciones se mantenga abierto.

Zara, con su equipo médico a cuestas, miró a Damian. —¿Estás listo para esto?

Damian asintió, aunque su mente estaba en otra parte. —Sí, estoy listo. Vamos a hacer esto.

El grupo se movió sigilosamente hacia la instalación de la élite, evitando las patrullas y drones de vigilancia. La noche estaba fría y silenciosa, y el peligro parecía acechar en cada sombra.

Al llegar a la entrada de la instalación, Maya utilizó sus habilidades para desactivar el sistema de seguridad. Las puertas se abrieron con un suave zumbido, y el grupo se adentró en el complejo con cautela.

Dentro de la instalación, el ambiente era estéril y frío. Los pasillos estaban iluminados por luces fluorescentes y el sonido de las máquinas y dispositivos tecnológicos llenaba el aire. El grupo avanzó rápidamente, evitando las cámaras de seguridad y las patrullas de la élite. Mientras Maya se encargaba de desactivar las alarmas y sistemas de seguridad, Ethan comenzó a colocar los dispositivos de sabotaje en los puntos clave. Zara y Damian se encargaban de vigilar el área y asegurarse de que no hubiera sorpresas inesperadas.

A medida que avanzaban, Zara no pudo evitar notar que Damian estaba actuando de manera extraña. Aunque él parecía estar realizando su tarea con eficiencia, su mirada estaba constantemente en movimiento, como si estuviera buscando algo. La preocupación en su rostro era evidente, y Zara sintió una ola de inseguridad.