Entre Sombras Y Cenizas

Capítulo 5: Llantos en la Oscuridad

La fábrica estaba en silencio, excepto por el eco distante de pasos y el murmullo de la maquinaria en desuso. El ambiente era opresivo, lleno de la desesperación de los miembros de la resistencia. La fase dos del virus estaba en marcha, y la situación se volvía cada vez más crítica.

En el laboratorio improvisado, Emma estaba de pie frente a una mesa llena de frascos y equipos médicos, tratando de encontrar una solución al virus que ahora avanzaba implacable. Su rostro estaba pálido y sus ojos enrojecidos por el cansancio y el dolor. Estaba absorta en su trabajo, tratando de ignorar el creciente dolor en su pecho mientras el virus avanzaba en los infectados.

De repente, los gritos comenzaron a resonar por toda la fábrica. "¡Matías! ¡Matías!" Era un clamor desesperado, lleno de angustia y miedo. Emma levantó la vista, su corazón se detuvo por un instante al reconocer el nombre que se repetía.

Con el estómago retorcido de ansiedad, Emma dejó el laboratorio y se dirigió rápidamente hacia el área de aislamiento. Sus pasos se sentían pesados, como si el peso del mundo cayera sobre sus hombros. Al llegar a la sala de aislamiento, encontró a Matías tendido en una cama. Su piel, una vez bronceada y saludable, ahora había perdido su color vibrante, tornándose grisácea y translucida. Sus ojos, de un marrón cálido que solía reflejar su espíritu alegre, estaban vidriosos y nublados por la enfermedad. Las lágrimas de sangre que brotaban de sus ojos eran un signo aterrador de que la fase dos había comenzado.

Emma se arrodilló junto a Matías, su corazón palpitando frenéticamente. Los miembros del grupo, con rostros llenos de desesperación y miedo, se agolpaban alrededor de la cama. La visión de Matías, con su cabello oscuro desordenado y su piel grisácea, era un golpe devastador para todos.

—¡Matías! —su voz se quebró en un grito desesperado mientras tomaba su mano temblorosa—. No, por favor, no te vayas...

Matías, con una mirada que reflejaba tanto amor como tristeza, levantó una mano para acariciar la mejilla de Emma. Sus ojos, a pesar de la debilidad, se llenaron de una tristeza profunda. —Emma... Lo siento. No quería que esto fuera así...

Emma rompió en sollozos, su cuerpo temblando con la intensidad del dolor que sentía. La visión de Matías en ese estado, las lágrimas de sangre cayendo lentamente, era más de lo que podía soportar. Ella recordó cada momento que habían compartido, cada risa, cada susurro en la oscuridad. Cada promesa hecha bajo las estrellas parecía desmoronarse en ese momento doloroso.

—Te amo, Matías —susurró Emma, su voz ahogada por el llanto—. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. No sé cómo seguir sin ti...

Matías la miró con una tristeza abrumadora. —Yo también te amo, Emma. No quiero que esto te detenga. Recuerda nuestros momentos felices... sonríe por ellos. No dejes que mi muerte te rompa.

Emma se inclinó, besando tiernamente la frente de Matías a través de la mascarilla. Sus lágrimas caían en su pecho, creando un mar de dolor y pérdida. El grupo, con los trajes quirúrgicos que los hacían parecer sombras distantes, observaba con el corazón roto.

Matías, con esfuerzo, dirigió su mirada hacia sus amigos. —Zara, Ethan, Damian, Leo... —su voz era apenas un susurro, pero su mirada estaba llena de una súplica desesperada—. No permitan que mi muerte los desanime. Luchen con todo lo que tienen. Por favor...

Zara, con los ojos llenos de lágrimas, se acercó y tomó la mano de Matías con cariño. —Matías, esto no debería estar pasando. Tu no...

Ethan y Leo, al lado de Zara, trató de mantener la compostura, pero sus ojos reflejaban la angustia. Damian, con el rostro oculto tras la máscara, miraba en silencio, el peso de la situación evidente en su postura.

Mientras Matías hablaba, Emma sintió que el mundo a su alrededor se desmoronaba. La imagen de él, sonriendo mientras la escuchaba hablar sobre los libros que leía, le atravesaba el corazón. Era un recuerdo que ella atesoraría para siempre, pero el dolor de perderlo era casi insoportable.

Matías, con una última mirada llena de amor hacia Alex, que estaba al lado con el rostro abatido, habló con un tono casi esperanzador. —Alex... cuida de Emma. Ella necesita tu fuerza ahora más que nunca. Prométeme que no la dejarás sola.

Alex, con los ojos llenos de lágrimas y la garganta apretada, asintió lentamente. —Lo haré, Matías. Te lo prometo. La cuidaré.

Emma tomó la mano de Matías con fuerza, sus lágrimas cayendo sobre su piel. —No, Matías, no puedes... No puedes dejarme ahora.

Matías forzó una sonrisa débil, su mirada buscando la de ella con una ternura desgarradora. —Lo que quiero decirte... es que te recuerdo con amor. Tú, mis libros, nuestras conversaciones... Todo eso ha sido mi luz en esta oscuridad.

Con mucho esfuerzo, sacó de debajo de su almohada una pequeña carta arrugada. La carta, con la tinta ya desvanecida por el tiempo y el sufrimiento, estaba dirigida a Emma. La entregó con manos temblorosas y, con una mirada llena de amor.

Matías, con una mirada que mezclaba amor y tristeza, levantó una mano para acariciar la mejilla de Emma. Su voz era apenas un susurro, pero estaba cargada de emoción. —Emma, no llores por mí. No quiero que este sea el último recuerdo que tengas de mí…. Y Por favor, léela después de que me haya ido. Hay cosas que quiero que sepas, recuerdos que quiero que guardes.

Emma asintió con dificultad, abrazando la carta como si fuera el último vínculo con Matías. Mientras el corazón de todos se llenaba de un dolor inconmensurable, Matías dejó escapar un último suspiro, y su vida se extinguió lentamente, dejando tras de sí un vacío profundo y oscuro.

Cuando la habitación quedó en silencio, Emma se sentó en el suelo, aferrando la carta contra su pecho. Con las manos temblorosas, abrió el papel, dejando que las palabras de Matías la envolvieran en un abrazo emocional.

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En el texto hay: amor dolor, suspenso amor

Editado: 28.07.2024

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