Entre Sombras Y Cenizas

Capítulo 9: Desapariciones Misteriosas

El sol apenas comenzaba a asomar en el horizonte cuando el campamento fue sacudido por la alarma. Alex se despertó sobresaltado y se apresuró a vestirse, corriendo hacia el centro del campamento donde los miembros de la resistencia ya se estaban congregando. El Dr. Vargas, con el rostro pálido y el ceño fruncido, se encontraba en el centro de un grupo agitado de personas.

—¿Qué está pasando? —preguntó Alex, abriéndose paso entre la multitud.

—Es el laboratorio —dijo el Dr. Vargas con una voz temblorosa—. Alguien ha robado todos los instrumentos y el tratamiento que desarrollamos. No queda nada.

Un murmullo de consternación recorrió a los presentes. El laboratorio era el corazón de su esperanza, el lugar donde se desarrollaban los avances cruciales para luchar contra el virus. Sin los instrumentos y el tratamiento, todo el trabajo realizado hasta ahora estaba en peligro.

Emma, que había llegado junto a Alex, se quedó mirando fijamente al Dr. Vargas, sin poder creer lo que escuchaba.

—¿Cómo pudo pasar esto? —preguntó, su voz apenas un susurro.

—No lo sabemos —respondió el Dr. Vargas, frotándose la frente—. No hay señales de entrada forzada. Todo estaba bajo llave y vigilado. Esto tuvo que haber sido planeado desde adentro.

El silencio se hizo pesado mientras todos procesaban la implicación de esas palabras. Había un traidor entre ellos, alguien que había puesto en riesgo sus vidas y su única esperanza de superar la pandemia.

Alex miró a Emma, que parecía a punto de derrumbarse. La abrazó, tratando de darle consuelo, pero él mismo se sentía impotente y furioso.

—No podemos quedarnos de brazos cruzados —dijo Alex finalmente, con determinación en su voz—. Tenemos que recuperar lo que nos han robado. Sin esos instrumentos y el tratamiento, estamos perdidos.

Maya, que había estado escuchando en silencio, se acercó a ellos.

—Alex tiene razón —dijo, con un tono firme—. Necesitamos organizar un plan para infiltrarnos en las instalaciones de la élite. Es probable que ellos estén detrás de esto. No podemos permitir que jueguen con nuestras vidas.

Ethan, que había estado coordinando las patrullas, se unió a la conversación.

—Tenemos un mapa de las instalaciones de la élite. Sabemos dónde guardan sus suministros médicos y científicos. Podemos planear una misión para recuperarlo todo, pero necesitaremos a los mejores de los nuestros para hacerlo.

Alex asintió, sabiendo que no tenían otra opción. Miró a Emma y a Maya, encontrando en ellas la misma resolución.

—Entonces, nos preparamos para un golpe a la élite —dijo Alex, su voz llena de determinación—. Esta vez, no fallaremos.

Durante los días siguientes, el campamento se sumió en una actividad febril. Los miembros de la resistencia revisaron sus armas, estudiaron los mapas y planificaron cada detalle de la misión. Alex, Emma, Maya y Ethan formaban parte del equipo principal que se infiltraría en las instalaciones de la élite.

La tensión era palpable, pero también había una sensación de camaradería y determinación. Todos sabían lo que estaba en juego y estaban dispuestos a arriesgarlo todo por la causa.

Una noche antes de la misión, Alex y Emma se encontraron en una esquina tranquila del campamento. Alex notó la preocupación en el rostro de su hermana y trató de aliviar un poco la tensión con una sonrisa.

—¿Recuerdas cuando solíamos jugar a ser espías en el patio trasero de casa? —preguntó, intentando evocar un buen recuerdo.

Emma sonrió levemente, recordando esos tiempos más simples.

—Sí, tú siempre eras el espía maestro y yo la novata que siempre cometía errores —dijo, riendo suavemente.

—Bueno, esta vez eres una espía profesional —dijo Alex, acariciando su cabello—. Y juntos, vamos a lograrlo.

Emma lo miró con gratitud, apreciando la forma en que su hermano siempre lograba hacerla sentir mejor.

—Gracias, Alex. No sé qué haría sin ti —dijo, con un tono lleno de afecto.

—Y yo sin ti, Em —respondió Alex, abrazándola con fuerza—. Esto lo hacemos juntos, como siempre.

Emma le dio un pequeño golpe en el brazo, riendo suavemente.

—Recuerdo cuando me hiciste comer esa horrible mezcla de cosas en la cocina diciendo que era un 'experimento científico' —dijo Emma, sus ojos brillando con nostalgia.

Alex se rió, sacudiendo la cabeza.

—Sí, y tú me devolviste el favor poniendo pegamento en mi silla del escritorio. Casi no me despego nunca más.

Ambos rieron, compartiendo esos recuerdos de tiempos más simples y felices. Ese momento de ligereza les ayudó a aliviar la tensión que sentían por la misión que les esperaba.

El día de la misión llegó rápidamente. El equipo principal, liderado por Alex, se desplazó con sigilo hacia las instalaciones de la élite. La tensión se podía cortar con un cuchillo mientras se movían a través de los pasillos oscuros y desolados.

El plan era sencillo pero arriesgado: infiltrarse, localizar los suministros robados y salir antes de que la élite pudiera reaccionar. Maya y Ethan se encargaron de neutralizar las cámaras de seguridad, mientras Emma y Alex se concentraban en localizar el laboratorio.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, encontraron la sala donde estaban almacenados los instrumentos y el tratamiento. Alex sintió una oleada de alivio y furia al ver todo lo que les habían robado, ahora bajo la custodia de la élite.

—Aquí está —dijo Alex, abriendo la puerta con cuidado—. Tenemos que movernos rápido.

El equipo trabajó en silencio y con eficiencia, empaquetando todo lo que podían cargar. Sabían que el tiempo estaba en su contra, y cada segundo contaba.

De repente, un ruido en el pasillo los alertó. Alguien se acercaba.

—¡Tenemos compañía! —dijo Maya, sacando su arma.

El equipo se preparó para el enfrentamiento, sabiendo que no podían permitirse fallar. La lucha que siguió fue intensa y brutal, con disparos y gritos resonando en los estrechos pasillos. Alex y Emma se cubrieron mutuamente, avanzando paso a paso hacia la salida mientras Maya y Ethan cubrían sus espaldas.



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En el texto hay: amor dolor, suspenso amor

Editado: 28.07.2024

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