Narrado por Isabella
La noche no terminó cuando Alekséi se fue del club. En realidad, la sensación de amenaza solo creció. Sus palabras seguían repitiéndose en mi mente: "Este juego que estás jugando podría costarte más de lo que imaginas." Pero él no entendía algo crucial: yo nunca juego para perder.
Al volver a la villa, encontré a Alessia en la sala principal, revisando informes. Siempre había admirado su dedicación; era una estratega fría y calculadora, alguien que nunca dejaba cabos sueltos. Pero esta noche, incluso ella parecía preocupada.
"¿Y bien?" me preguntó sin levantar la vista del documento que sostenía.
"Hablaré con Valentina en la mañana."
"No hay tiempo para más advertencias, Isabella. Si esto se sale de control, no solo será nuestra reputación la que esté en juego. Podríamos estar iniciando una guerra."
"¿Crees que no lo sé?"
"No parece que lo tomes en serio." Alessia levantó la vista, su mirada afilada como un cuchillo. "Sabes lo que hay que hacer."
Por un momento, el peso de la responsabilidad me golpeó con fuerza. Sabía lo que Alessia insinuaba: si Valentina seguía involucrada con Dimitri, tendríamos que cortar ese lazo de la forma más definitiva posible.
"Dame tiempo," respondí finalmente, aunque no estaba segura de a quién intentaba convencer, a Alessia o a mí misma.
A la mañana siguiente, llamé a Valentina a mi oficina. Llegó con una expresión desafiante, claramente esperando una repetición de nuestra discusión anterior. Pero esta vez, mis palabras serían diferentes.
"Siéntate."
"No estoy aquí para otra de tus amenazas, Isabella," replicó, cruzando los brazos.
"Esto no es una amenaza. Es una decisión." Me incliné hacia adelante, apoyando las manos sobre el escritorio. "Tienes dos opciones: dejar a Dimitri ahora mismo o afrontar las consecuencias."
"¿Qué tipo de consecuencias?"
"No me obligues a explicarlo."
Por un momento, pareció dudar. Pero luego su rostro se endureció, y supe que había tomado una decisión.
"No voy a dejarlo."
"¿Por qué, Valentina? ¿Qué tiene ese hombre que vale tanto como para arriesgar a nuestra familia?"
"Me ama. Y yo lo amo a él."
La risa amarga salió de mis labios antes de que pudiera detenerla. "El amor no tiene lugar en nuestra vida, Valentina. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?"
"No todos somos como tú, Isabella," respondió con veneno en su voz. "No todos queremos vivir solos, rodeados de enemigos y aliados falsos."
Sus palabras me golpearon más fuerte de lo que esperaba, pero no dejé que lo notara.
"Si sigues adelante con esto, no podré protegerte."
"Entonces no lo hagas. Porque no necesito tu protección."
Se levantó y salió de la habitación antes de que pudiera detenerla. Me quedé mirando la puerta cerrada, sintiendo que algo irreparable acababa de romperse entre nosotras.
Más tarde esa noche, recibí una llamada inesperada.
"Isabella Moretti," dije al responder, aunque ya tenía una sospecha de quién podría ser.
"Buenas noches, Isabella." La voz profunda de Alekséi era inconfundible.
"¿Cómo conseguiste este número?"
"Soy un hombre con recursos. Pero no estoy llamando para hablar de mí."
"Entonces, ¿para qué llamas?"
"Quiero hablar sobre Valentina y Dimitri."
El corazón me dio un vuelco, pero mantuve mi voz firme. "No hay nada que discutir."
"Creo que sí lo hay. Si no solucionamos esto ahora, nuestras familias podrían enfrentarse a una situación que ninguno de los dos quiere."
"No estoy interesada en negociar contigo, Alekséi."
"Tal vez deberías estarlo." Su tono se volvió más frío. "Estoy dispuesto a llegar a un acuerdo que beneficie a ambos, pero si decides ignorarme, no me culpes por las consecuencias."
"Nos vemos mañana," respondí antes de colgar.
No podía permitir que Alekséi tuviera la última palabra. Si quería jugar este juego, tendría que hacerlo bajo mis reglas.
El lugar que Alekséi había elegido para la reunión era un restaurante cerrado al público, un lugar lo suficientemente neutral para garantizar la seguridad de ambos. Cuando llegué, ya estaba allí, esperándome con una copa de vino en la mano.
"Puntual, como siempre," comentó con una sonrisa.
"Corta la charla. ¿Qué quieres?"
Alekséi dejó la copa sobre la mesa y me señaló una silla. "Siéntate, Isabella. Esto podría tomar un tiempo."
Me senté, aunque no por cortesía, sino para observarlo más de cerca. Cada movimiento suyo parecía calculado, desde el modo en que sostenía la copa hasta la forma en que inclinaba la cabeza ligeramente al hablar.
"Quiero que Valentina y Dimitri se casen."
Me quedé en silencio, completamente desconcertada.
"¿Estás loco?"
"En absoluto. Es la solución más lógica."
"¿Lógica?" Me incliné hacia adelante, mi voz baja pero cargada de ira. "Eso sería una declaración de guerra."
"Todo lo contrario. Sería un tratado de paz."
Lo miré, buscando algún indicio de que estaba jugando conmigo, pero su expresión era seria.
"Unir nuestras familias podría poner fin a la rivalidad que nos ha dividido durante años. Piensa en lo que podríamos lograr juntos."
"No confío en ti, Alekséi."
"No te estoy pidiendo que confíes en mí. Solo te pido que consideres lo que es mejor para tu familia."
La conversación continuó durante horas, pero al final, no llegamos a un acuerdo. Alekséi era persuasivo, pero yo no estaba lista para ceder. Sin embargo, mientras me marchaba del restaurante, no podía evitar sentir que había plantado una semilla de duda en mi mente.
Tal vez la solución no era la guerra, sino algo mucho más peligroso: la paz.