Narrado por Isabella
El amanecer trajo consigo un peso que se sentía como una sombra constante. Mientras revisaba los informes de nuestras operaciones, apenas podía concentrarme. La propuesta de Alekséi había dejado una grieta en mi control habitual. Y para alguien como yo, cualquier grieta podía convertirse en un abismo si no se manejaba correctamente.
Alessia entró en mi despacho sin tocar la puerta, como siempre. Su presencia era una mezcla de determinación y advertencia.
"Los Ivanov han enviado un mensaje," dijo, dejando un sobre sobre mi escritorio.
Lo tomé con desconfianza, deslizándolo entre mis dedos antes de abrirlo. Dentro había un pequeño papel con una frase escrita a mano:
"Decidirás o lo haré por ti."
Mis labios se tensaron mientras sentía la furia encenderse en mi pecho. Alekséi no solo era arrogante; estaba decidido a controlarme.
"Esto es una amenaza," dije con frialdad.
"Es un recordatorio," respondió Alessia, cruzándose de brazos. "No podemos ignorarlo por más tiempo, Isabella."
"¿Y qué sugieres? ¿Que baile a su ritmo?"
"No, pero tampoco podemos arriesgarlo todo solo por orgullo." Alessia dio un paso hacia mí, su mirada cargada de seriedad. "Si este matrimonio nos da tiempo para fortalecernos, deberíamos considerarlo."
Respiré hondo, intentando calmar la tormenta que rugía en mi interior. No podía permitir que Alekséi ganara. Pero tampoco podía permitir que mi familia cayera.
Esa tarde, llamé a Valentina a mi oficina nuevamente. Esta vez, su expresión era más cauta, como si esperara una emboscada.
"¿Qué pasa ahora?" preguntó con un toque de desafío.
"Voy a aceptar la propuesta de Alekséi."
Sus ojos se agrandaron, y por un momento, pensé que estaba aliviada. Pero luego su rostro se endureció.
"¿Qué significa eso para mí?"
"Significa que te casarás con Dimitri."
Valentina abrió la boca para responder, pero la cerró de inmediato. Caminó de un lado a otro, claramente luchando con sus pensamientos.
"Esto no es solo por ti, Valentina. Es por todos nosotros."
"¿Y qué hay de lo que yo quiero?"
"Lo que tú quieres dejó de importar cuando pusiste a nuestra familia en peligro."
Mi tono era duro, pero no tenía otra opción. Valentina debía entender que sus acciones tenían consecuencias.
Finalmente, se detuvo y me miró. "Lo haré. Pero solo porque sé que si no lo hago, tú harás algo peor."
"Es una sabia decisión."
Más tarde esa noche, fui al club donde Alekséi y yo solíamos encontrarnos. Esta vez, él ya estaba esperándome, como si supiera que aparecería.
"¿Qué has decidido, Isabella?" preguntó, inclinándose hacia adelante con una sonrisa que no ocultaba su triunfo anticipado.
"Lo haré. Pero bajo mis condiciones."
"¿Cuáles son?"
"Primero, el matrimonio se celebrará en Roma, bajo nuestra supervisión. Segundo, cualquier intento de Dimitri de lastimar a Valentina resultará en consecuencias inmediatas. Y tercero..." Me incliné hacia él, igualando su intensidad. "Este acuerdo no significa que confíe en ti."
Alekséi soltó una carcajada baja, su voz resonando en el espacio entre nosotros. "Nunca esperé que confiaras en mí, Isabella. Pero si quieres que esto funcione, tendrás que aprender a trabajar conmigo."
"No confundas cooperación con lealtad, Alekséi."
"Lo mismo va para ti."
El aire entre nosotros era tan tenso que parecía a punto de estallar. Sin embargo, había algo más bajo la superficie, algo que no podía ignorar. Alekséi no era solo un enemigo; era un igual, alguien que entendía el peso de liderar y las decisiones imposibles que venían con ello.
"Muy bien," dijo finalmente, extendiendo su mano. "Tenemos un trato."
Lo miré fijamente antes de estrechar su mano. Era un pacto de sangre, aunque ninguno de los dos lo había dicho en voz alta.
Durante las siguientes semanas, la planificación del matrimonio de Valentina y Dimitri ocupó cada momento de mi tiempo. Cada detalle tenía que ser perfecto, no solo por tradición, sino porque cualquier error podría ser interpretado como una señal de debilidad.
Valentina estaba sorprendentemente tranquila, aunque noté que evitaba a Dimitri tanto como podía. Por otro lado, Dimitri parecía encantado con la idea de casarse. Su actitud relajada me irritaba, pero no podía permitirme mostrarlo.
"¿Estás lista para esto?" le pregunté a Valentina una noche, mientras observábamos juntas los arreglos florales en la sala principal.
"No lo sé," admitió, jugando con los pétalos de una rosa blanca. "Pero supongo que no tengo opción."
"No, no la tienes."
Me miró con una mezcla de tristeza y resignación. "Espero que todo esto valga la pena, Isabella."
"Lo hará."
El día del matrimonio llegó antes de lo que esperaba. La villa estaba llena de invitados, tanto aliados como enemigos velados. Todo estaba perfectamente calculado: cada palabra, cada gesto.
Cuando Valentina apareció con su vestido blanco, todos los ojos estaban sobre ella. Pero mi atención estaba fija en Alekséi, que estaba de pie junto a Dimitri. Sus ojos grises me encontraron, y por un momento, fue como si estuviéramos en una batalla silenciosa.
La ceremonia fue rápida, casi fría, pero eficiente. Cuando Dimitri y Valentina intercambiaron votos, algo en mi pecho se apretó. No porque creyera en el matrimonio, sino porque sabía que este momento marcaría el inicio de algo mucho más grande.
Mientras los invitados brindaban y celebraban, me acerqué a Alekséi.
"Esto es solo el principio," le dije en voz baja.
"Lo sé." Su mirada era intensa, como siempre. "Y espero con ansias ver qué más tienes planeado."
Esa noche, mientras las luces de la villa se apagaban y los invitados se iban, no podía sacudir la sensación de que algo estaba a punto de cambiar. Alekséi y yo habíamos sellado un pacto, pero sabía que nuestra guerra personal apenas comenzaba.