Narrado por Isabella
La noche era fría y silenciosa mientras observaba el mapa desplegado frente a mí. Alessia estaba a mi lado, marcando puntos estratégicos con un bolígrafo rojo. Cada marca representaba un lugar donde los Ivanov habían ganado terreno o donde sus operaciones amenazaban las nuestras.
"Tenemos que movernos antes de que ellos lo hagan," dijo Alessia, con la voz firme y cortante como una hoja.
Lo sabía. Pero no podía permitirme precipitarme. Alekséi esperaba una respuesta impulsiva, un movimiento que le diera la ventaja. Lo que no esperaba era que yo atacara donde menos lo imaginara.
"Quiero que envíes a hombres a nuestras operaciones en Marsella y Milán," le ordené. "Fortalezcamos las defensas allí y hagamos que parezca que estamos reforzando todo nuestro enfoque en esas áreas."
"¿Y qué planeas?" preguntó, arqueando una ceja.
"Vamos a dejarle ver lo que quiere ver. Y mientras tanto, moveremos piezas en San Petersburgo."
Alessia me miró por un momento, procesando mi plan, antes de asentir con una sonrisa ligera. "Esa es mi Isabella."
Horas después, mientras el resto de la villa dormía, me encontré revisando un archivo confidencial que uno de mis informantes me había entregado. Contenía detalles sobre Alekséi, su estructura de poder y, lo más importante, sus debilidades.
Uno de los documentos capturó mi atención de inmediato: un informe sobre su hermana menor, Ekaterina Ivanov. Aunque no estaba directamente involucrada en la organización, parecía ser una pieza clave en su vida personal. Alekséi protegía a su familia con una intensidad que rivalizaba con la mía, y sabía que esta información podía convertirse en un arma poderosa si la situación lo requería.
No quería arrastrar a inocentes a este conflicto, pero si Alekséi me empujaba demasiado lejos, no dudaría en usar cada carta a mi disposición.
A la mañana siguiente, recibí una llamada inesperada. La voz al otro lado de la línea me hizo apretar los dientes.
"Buenos días, Isabella."
"Alekséi." Mi tono era frío, pero controlado.
"Pensé que era hora de que volviéramos a hablar. Después de todo, nuestros pequeños enfrentamientos están comenzando a atraer demasiada atención."
"Si quieres negociar, tendrás que darme algo más que palabras."
"¿Negociar? No exactamente. Quiero invitarte a una reunión. Solo tú y yo."
"¿Por qué debería confiar en ti?"
"Porque, como bien sabes, Isabella, esta guerra solo tiene dos finales: destrucción mutua o una solución que beneficie a ambos."
Su lógica era innegable, pero también sabía que no podía fiarme de él. Alekséi Ivanov siempre tenía una segunda intención.
"Dime dónde y cuándo," respondí finalmente.
"Esta noche, en el Club Red Velvet. A las nueve."
"Estaré allí."
Colgué el teléfono, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a recorrerme. Esta reunión era una trampa, o al menos parte de un juego más grande. Pero si quería mantener el control, tenía que jugar.
Esa noche, me vestí con un traje negro impecable, cada detalle calculado para transmitir poder y autoridad. Alessia me acompañó hasta la entrada del club, pero le pedí que no entrara. Esto era algo que debía manejar sola.
Cuando llegué al salón principal, Alekséi ya estaba allí, sentado en una mesa privada en el rincón. Su traje oscuro y su postura relajada contrastaban con la intensidad de su mirada cuando me vio entrar.
"Isabella," dijo, poniéndose de pie. "Siempre un placer verte."
"No desperdicies mi tiempo con formalidades, Alekséi. ¿Qué quieres?"
Me senté frente a él, cruzando las piernas mientras lo observaba con cautela.
"Quiero discutir un alto al fuego temporal," dijo directamente. "Nuestros enfrentamientos recientes están atrayendo atención no deseada. La policía, los medios... ambos sabemos que no necesitamos ese tipo de problemas."
"¿Y qué propones?"
"Una tregua de una semana. Durante ese tiempo, podemos negociar un acuerdo más permanente."
Lo estudié cuidadosamente, buscando alguna señal de engaño. Alekséi era un maestro manipulador, pero también sabía que no haría esta oferta si no hubiera algo en juego para él.
"¿Y qué gano yo con esto?" pregunté.
"Tiempo para fortalecer tus operaciones, al igual que yo fortaleceré las mías. Pero más que eso, Isabella... gano tu confianza, aunque sea un poco."
"¿Confianza? No me hagas reír."
Alekséi sonrió ligeramente, como si hubiera esperado mi respuesta.
"No estoy pidiendo que confíes en mí ciegamente. Solo estoy pidiendo que consideres la posibilidad de que esta guerra no tiene que destruirnos a ambos."
"Lo consideraré," respondí, levantándome de mi asiento.
"¿Eso es un sí?"
"Eso es un tal vez."
Mientras me dirigía a la salida, sentí su mirada fija en mi espalda. Alekséi Ivanov podía ser muchas cosas, pero no era un hombre fácil de ignorar.
Cuando regresé a la villa, Alessia me esperaba en el salón principal.
"¿Y cómo fue?" preguntó, alzando una ceja.
"Quiere una tregua," respondí, dejándome caer en un sillón.
"¿Y qué vas a hacer?"
"Voy a usarla a mi favor."
Alessia asintió, confiando en mi juicio como siempre. Pero sabía que esta tregua no sería más que un breve respiro antes de la próxima tormenta.
Mientras el reloj marcaba la medianoche, me senté en mi escritorio, escribiendo un plan que aseguraría que, pase lo que pase, la familia Bianchi no solo sobreviviera, sino que prevaleciera. Alekséi podía pensar que éramos iguales, pero estaba a punto de descubrir que yo estaba dispuesta a ir más lejos de lo que él jamás imaginaría.
La guerra no había terminado. Solo estaba comenzando.