Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 10: La tregua peligrosa

Narrado por Isabella

La tregua con Alekséi no era un signo de paz, sino una pausa en la guerra. Sabía que detrás de cada palabra y mirada suya había un cálculo frío, y lo mismo aplicaba a mí. Durante los siguientes días, el ambiente en la villa estuvo lleno de tensión. Incluso Alessia, siempre segura y directa, parecía más reservada.

El primer día de la tregua transcurrió sin incidentes. Los informes llegaban sin señales de movimientos inusuales por parte de los Ivanov. Pero eso no calmó mis sospechas. Alekséi no era un hombre que desperdiciara una oportunidad. Si me había ofrecido esta tregua, debía estar buscando una forma de usarla a su favor.

Por eso pasé la mayor parte del día en mi despacho, revisando cada detalle de nuestras operaciones. Alessia entró con una carpeta en la mano y una mirada seria.

"Han llegado reportes sobre movimientos en San Petersburgo," dijo, dejando la carpeta frente a mí.

"¿Qué tipo de movimientos?"

"Transportes de armamento. No directamente relacionados con los Ivanov, pero sospechamos que están involucrados."

Abrí la carpeta y estudié las fotos y documentos que contenía. San Petersburgo era el corazón del territorio de Alekséi. Si estaban moviendo armas, significaba que se estaban preparando para algo grande.

"Quiero más información," dije finalmente. "Envía a nuestros mejores hombres. Que sean discretos."

Alessia asintió, pero antes de salir, me miró con preocupación.

"Isabella, ¿crees que esta tregua es una trampa?"

"No lo creo. Lo sé."

La noche del segundo día, recibí un mensaje inesperado. Era de Alekséi.

"Nos vemos mañana a las ocho en el puerto. Hay algo que necesitas ver."

Fruncí el ceño mientras leía el mensaje una y otra vez. Era inusual que Alekséi tomara la iniciativa de reunirse conmigo fuera de un lugar neutral. El puerto estaba dentro de su territorio, lo que significaba que estaría en desventaja si algo salía mal.

"¿Vas a ir?" preguntó Alessia cuando le mostré el mensaje.

"Por supuesto."

"Isabella..."

"No puedo permitir que él crea que puede intimidarme. Si Alekséi quiere jugar, yo también puedo hacerlo."

Alessia asintió, aunque no parecía convencida.

Al día siguiente, llegué al puerto a las ocho en punto. El aire era frío, con el aroma del mar mezclándose con el olor del aceite y el metal. Alekséi estaba allí, de pie junto a un contenedor de carga. Su postura relajada y su sonrisa apenas perceptible me pusieron al límite.

"Puntual, como siempre," dijo cuando me acerqué.

"¿Qué es tan importante que me hiciste venir hasta aquí?"

Alekséi señaló el contenedor y luego hizo un gesto a uno de sus hombres, que abrió las puertas de metal con un estruendo.

Dentro había un arsenal: armas automáticas, explosivos y municiones.

"Esto es lo que están moviendo tus enemigos," dijo Alekséi, cruzándose de brazos.

"¿Y por qué me lo estás mostrando?"

"Porque no soy tu único problema, Isabella. Hay otros que están aprovechando nuestra pequeña guerra para expandirse. Si no hacemos algo, no habrá territorio que podamos reclamar como nuestro."

"¿Y qué sugieres? ¿Que trabajemos juntos?"

"Exactamente."

Me reí, aunque sin humor. "¿De verdad crees que voy a confiar en ti?"

"No. Pero confías en tu inteligencia, y eso es suficiente."

Lo observé detenidamente, buscando algún indicio de engaño. Pero Alekséi era un maestro en ocultar sus intenciones.

"Dime la verdad, Alekséi. ¿Esto es solo otra maniobra para ganar tiempo?"

"Es una oportunidad, Isabella. Para ambos."

Esa noche, de regreso en la villa, reuní a Alessia y a los líderes de nuestras operaciones. Les expliqué lo que Alekséi me había mostrado y su propuesta de trabajar juntos.

"¿Y qué opinas?" preguntó Alessia, sentada al borde de su silla.

"No confío en él," admití. "Pero no podemos ignorar lo que vimos. Si hay otros actores en juego, necesitamos neutralizarlos antes de que se conviertan en una amenaza real."

"¿Y qué propones?"

"Vamos a aceptar su ayuda, pero bajo nuestras condiciones. Y mientras tanto, quiero que vigiles cada movimiento que hagan los Ivanov."

Alessia asintió, y los demás comenzaron a discutir los detalles del plan.

Los días siguientes estuvieron marcados por una colaboración tensa pero efectiva. Alekséi y yo nos reunimos varias veces para coordinar nuestros esfuerzos contra este nuevo enemigo. Cada encuentro era un juego de poder, una lucha por el control disfrazada de cooperación.

"Sabes, Isabella," dijo Alekséi durante una de nuestras reuniones, "tienes una forma única de desconfiar de todo el mundo y aun así conseguir que trabajen contigo."

"Es un talento," respondí con una sonrisa fría.

"Espero que ese talento incluya saber cuándo dejar de pelear."

"¿Estás insinuando algo, Alekséi?"

"Solo digo que quizás esta guerra entre nosotros no es tan necesaria como creemos."

Lo observé en silencio, considerando sus palabras. Era la primera vez que Alekséi mostraba algo que podría interpretarse como vulnerabilidad. Pero no estaba lista para bajar la guardia.

El quinto día de la tregua, nuestros esfuerzos dieron fruto. Logramos interceptar un envío de armas destinado a los nuevos jugadores en el tablero. Pero el éxito vino con un costo: dos de nuestros hombres resultaron heridos en el proceso, y los Ivanov perdieron uno de los suyos.

Cuando Alekséi vino a informarme de la situación, su expresión era seria.

"Esto no puede continuar," dijo.

"No estoy en desacuerdo," respondí.

"Entonces, ¿qué hacemos ahora?"

"Seguimos adelante. Pero no olvides, Alekséi, que esto no cambia nada entre nosotros. Esta tregua es temporal."

Alekséi me miró por un largo momento antes de asentir. "Lo sé. Pero por ahora, es suficiente."

Mientras la tregua llegaba a su fin, no podía evitar sentir que algo había cambiado. La guerra entre nuestras familias seguía siendo inevitable, pero había una nueva dinámica entre Alekséi y yo. Una que no podía ignorar.




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