Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 25: Confianza rota

Narrado por Isabella

El motor del auto zumbaba en el silencio de la noche, mientras Andrei permanecía sentado en el asiento trasero, con la mirada fija en el paisaje que pasaba rápido por la ventana. No había hablado desde que dejamos el puerto, pero su tensión era palpable. Alekséi conducía con la misma calma inquietante de siempre, como si nada pudiera sacudirlo. Yo, sin embargo, sentía cada músculo de mi cuerpo tenso.

No era solo por Andrei o por Dmitri. Era algo más, algo que crecía entre Alekséi y yo, algo que no podía permitirme sentir.

"¿Qué piensas hacer con toda esa información?" preguntó Alekséi de repente, rompiendo el silencio.

"Usarla," respondí, mi tono más frío de lo que pretendía. "Cada ruta, cada contacto, cada escondite. Dmitri no podrá esconderse por mucho tiempo."

"Eso si logramos mantener a Andrei con vida," señaló, con una leve sonrisa que me irritó.

"Lo mantendremos con vida," respondí con firmeza, girándome hacia el hombre en el asiento trasero. "Andrei, necesitas confiar en nosotros. Te llevaremos a un lugar seguro, pero necesitas cooperar."

Andrei asintió lentamente, aunque la desconfianza en sus ojos seguía ahí.

"Si Dmitri me encuentra, no tendrán tiempo para protegerme," murmuró. "No subestimen lo lejos que puede llegar."

"Ni tú subestimes lo lejos que llegaremos para acabar con él," respondí, mi voz cargada de determinación.

Llegamos a una de nuestras propiedades en las afueras de la ciudad, una casa discreta pero bien protegida. Mis hombres ya estaban allí, asegurándose de que todo estuviera listo para recibir a Andrei.

"Quiero guardias en cada entrada y patrullas constantes," ordené mientras bajábamos del auto.

"Entendido, jefa," respondió uno de mis hombres.

Alekséi y yo escoltamos a Andrei dentro de la casa, asegurándonos de que entendiera que estaba bajo nuestra protección, pero también bajo nuestras reglas.

"Te quedarás aquí," dije, señalando una habitación en el piso superior. "Mis hombres estarán afuera. No intentes irte por tu cuenta."

Andrei solo asintió, su expresión resignada.

Una vez que estuvo instalado, Alekséi y yo bajamos a la sala. Había un silencio incómodo entre nosotros, algo que no había estado allí antes.

"¿Qué pasa?" preguntó finalmente, rompiendo el hielo.

"Nada," mentí, aunque sabía que no me creería.

"Isabella," dijo, acercándose. "Si hay algo que necesites decir, dilo. No tenemos tiempo para juegos."

Lo miré, irritada por su insistencia, pero también porque tenía razón.

"No me gusta depender de otros," admití. "Especialmente de alguien como Andrei."

"No tienes que gustar de él," dijo Alekséi. "Solo necesitas usar lo que sabe."

"¿Y qué pasa si nos traiciona?"

"Entonces lo resolveremos," respondió, su tono tranquilo pero peligroso.

Su calma era desconcertante. Alekséi siempre parecía tener el control, incluso cuando las cosas se complicaban. Pero había algo en él, algo que me hacía dudar, aunque no sabía si era de él o de mí misma.

"¿Siempre estás tan seguro de todo?" pregunté, casi en un susurro.

"No," admitió, sorprendiéndome. "Pero si parezco seguro, los demás también lo estarán."

"Eso es manipulador."

"Es liderazgo," corrigió, con una leve sonrisa.

Antes de que pudiera responder, uno de mis hombres entró apresuradamente en la sala.

"Jefa, tenemos un problema," dijo, su voz llena de urgencia.

"¿Qué pasa?" pregunté, poniéndome de pie de inmediato.

"Detectamos movimiento en los alrededores. No estamos seguros, pero podría ser gente de Dmitri."

Miré a Alekséi, que ya estaba sacando su arma.

"¿Cuántos?" preguntó él.

"No lo sabemos aún. Estamos intentando confirmar," respondió el hombre.

"Refuercen las entradas," ordené. "Quiero a todos en sus puestos."

Mientras mis hombres se movían para reforzar la seguridad, Alekséi y yo subimos al piso superior para hablar con Andrei.

"¿Esperabas esto?" le pregunté directamente.

"No," dijo Andrei, aunque su desesperación lo hacía menos convincente. Sus ojos se movían nerviosamente de un lado a otro, como si esperara que Dmitri apareciera en cualquier momento.

"Si estás mintiendo, será lo último que hagas," advertí, acercándome a él con una firmeza que lo hizo retroceder ligeramente.

"No tengo razón para mentir," respondió, su voz temblorosa. "Si Dmitri sabe que estoy aquí, entonces alguien los traicionó a ustedes, no yo."

Alekséi cruzó los brazos, observándolo con una calma inquietante.

"¿Cómo estaría Dmitri tan cerca sin que detectáramos nada antes?" preguntó, su tono lleno de duda.

Andrei levantó las manos en señal de rendición.

"Yo no sé nada," insistió. "Les he dicho todo lo que sé."

El sonido de un disparo resonó afuera, cortando la conversación. Alekséi y yo intercambiamos una mirada rápida antes de reaccionar.

"Quédate aquí," le ordené a Andrei, señalándolo con firmeza.

"No se te ocurra salir de esta habitación," añadió Alekséi mientras cerrábamos la puerta detrás de nosotros.

Corrimos por el pasillo hacia las escaleras, nuestros pasos rápidos y silenciosos. Afuera, las luces de los focos iluminaban las sombras donde hombres armados empezaban a disparar contra la casa.

"¡Es Dmitri!" gritó uno de mis hombres desde la entrada principal, cubriéndose detrás de una pared.

"¡Mantengan la posición!" grité, mientras me dirigía hacia la ventana para evaluar la situación.

Había al menos una docena de hombres avanzando hacia la casa, todos vestidos de negro, con rifles y tácticas que sugerían que no eran simples sicarios. Estos eran profesionales.

"Esto no es un ataque normal," dijo Alekséi, llegando a mi lado.

"No," coincidí, tomando mi arma. "Es una declaración."

"Entonces respondamos como es debido," respondió, sacando su pistola y cargándola con precisión.

El sonido de los disparos llenó el aire mientras nuestros hombres devolvían el fuego. Alekséi y yo nos movimos rápidamente hacia la planta baja, donde la línea de defensa principal se mantenía firme.




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