Narrado por Isabella
El lugar seguro al que nos dirigíamos era una vieja cabaña ubicada en las montañas, lejos del alcance de cualquiera que pudiera rastrearnos fácilmente. Era un refugio que mi familia había utilizado en el pasado, diseñado específicamente para situaciones como esta. Sin embargo, mientras el auto ascendía por el camino serpenteante, no podía sacarme de la cabeza lo cerca que habíamos estado de perderlo todo.
Andrei estaba sentado en el asiento trasero, todavía en silencio. Su nerviosismo era palpable, pero ya no me importaba tranquilizarlo. Alekséi, como siempre, mantenía su mirada fija en el camino, su semblante inmutable a pesar de la tensión que llenaba el aire.
"¿Cuánto más falta?" pregunté, rompiendo el silencio.
"Unos diez minutos," respondió Alekséi, sin apartar la vista del frente.
Asentí, cruzándome de brazos. Había tantas preguntas sin responder, pero sabía que este no era el momento para plantearlas.
La cabaña apareció finalmente entre los árboles, una estructura de madera robusta rodeada de naturaleza y con vistas a un lago tranquilo. Bajamos del auto rápidamente, asegurándonos de que no hubiera signos de persecución antes de entrar.
Mis hombres ya estaban allí. Habían llegado antes que nosotros para reforzar la seguridad y asegurarse de que el lugar estuviera listo. Me acerqué al líder del equipo, Mario, mientras Alekséi escoltaba a Andrei al interior.
"¿Algún problema en el camino?" pregunté.
"Ninguno, jefa," respondió Mario. "Todo está en orden aquí. Patrullaremos el perímetro constantemente."
"Bien. Quiero informes cada hora," ordené.
Mario asintió y se fue a supervisar a su equipo, dejándome sola por un momento. Inspiré profundamente, tratando de calmar la inquietud que no había podido sacudirme desde el ataque.
Dentro de la cabaña, Alekséi estaba revisando las armas y suministros que habíamos traído. Andrei estaba sentado en un sillón cercano, mirando al suelo con la misma expresión de resignación que había tenido toda la noche.
"Tenemos que hablar," dije, acercándome a Alekséi.
"¿Sobre qué?" preguntó, sin dejar de revisar una pistola.
"Sobre esto," respondí, señalando hacia Andrei. "No podemos seguir moviéndolo de un lado a otro sin un plan claro."
"Tenemos un plan," dijo Alekséi, finalmente levantando la vista hacia mí. "Usamos la información que tiene para encontrar a Dmitri y acabamos con esto."
"No es tan simple," repliqué, sintiendo cómo mi paciencia se agotaba. "Dmitri no es solo un hombre. Tiene un ejército, conexiones, recursos. Si nos lanzamos de cabeza sin pensar, terminaremos muertos."
Alekséi cerró la pistola con un chasquido y dio un paso hacia mí.
"Entonces dime, Isabella, ¿qué sugieres?"
"No sugiero nada," dije, manteniendo su mirada. "Estoy diciendo que necesitamos ser más cuidadosos. Esto no es solo una guerra entre mafias. Hay algo más grande en juego aquí, y no podemos permitirnos errores."
Por un momento, pensé que iba a discutir conmigo, pero en lugar de eso, asintió lentamente.
"De acuerdo," dijo. "Planeemos. Pero si quieres ganar esta guerra, tendrás que aceptar que no podemos controlar todo."
Sus palabras me golpearon más de lo que quería admitir. El control había sido siempre mi mayor fortaleza, mi manera de mantener a mi familia y mi negocio a salvo. Pero ahora, frente a Alekséi, empezaba a darme cuenta de que había cosas que simplemente no podía manejar sola.
"Está bien," dije finalmente. "Planearemos juntos."
Alekséi asintió y volvió a concentrarse en su trabajo, pero su mirada antes de girarse me dejó claro que había algo más detrás de sus palabras.
Pasaron varias horas mientras discutíamos estrategias y revisábamos la información que Andrei nos había dado. Mapas, rutas, nombres, todo estaba sobre la mesa. Alekséi tenía una mente estratégica que complementaba perfectamente mi enfoque directo, aunque no quería admitir cuánto valoraba su opinión.
"Entonces, esto es lo que haremos," dije finalmente, señalando uno de los mapas. "Atacaremos uno de los escondites menores de Dmitri primero. Si es lo suficientemente inteligente, intentará mover sus operaciones más grandes, y ahí es donde lo atraparemos."
"Es arriesgado," comentó Alekséi, inclinándose sobre la mesa.
"Todo en esta guerra es arriesgado," respondí.
Mientras seguíamos discutiendo los detalles, noté que Andrei nos observaba desde su rincón. Su mirada era extraña, como si quisiera decir algo pero no se atreviera.
"¿Tienes algo que añadir?" le pregunté finalmente.
Andrei vaciló, pero luego negó con la cabeza.
"Solo espero que sepan lo que están haciendo," dijo en voz baja.
"Sabemos lo suficiente," respondí, aunque mis palabras estaban más destinadas a convencerme a mí misma que a él.
Alekséi me lanzó una mirada rápida, pero no dijo nada. Había algo en su silencio que me inquietaba, como si estuviera esperando el momento adecuado para decir algo importante.
Esa noche, mientras los demás descansaban, salí al porche de la cabaña. El aire fresco y el sonido del lago ayudaron a calmar mi mente, pero la sensación de que algo se acercaba no me dejaba en paz.
Unos minutos después, escuché pasos detrás de mí. No tuve que girarme para saber que era Alekséi.
"No puedes dormir," comentó, apoyándose en la barandilla a mi lado.
"No," admití.
"Yo tampoco," dijo, mirando hacia el lago.
Por un momento, ninguno de los dos habló. El silencio entre nosotros no era incómodo, pero estaba cargado de todo lo que no habíamos dicho.
Finalmente, Alekséi rompió el silencio.
"Sabes que esto no terminará bien si seguimos así," dijo, su voz baja pero firme.
"¿Qué quieres decir?" pregunté, aunque sabía exactamente a qué se refería.
"Nos estamos acercando demasiado," respondió, girándose para mirarme. "Y no estoy hablando de Dmitri."