Narrado por Isabella
El viaje hacia el contacto de Alekséi comenzó al amanecer, con un frío que calaba hasta los huesos. Habíamos decidido tomar una ruta discreta, sin escoltas ni señales que pudieran delatarnos. Solo éramos Alekséi y yo, encerrados en un auto que avanzaba por carreteras secundarias hacia un destino que ni siquiera él parecía querer mencionar en voz alta.
La tensión era palpable. Aunque habíamos logrado trabajar juntos en varias ocasiones, nuestra relación siempre oscilaba entre la desconfianza y una conexión que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir.
"¿Siempre manejas en silencio?" pregunté, rompiendo la monotonía del sonido del motor.
Alekséi lanzó una breve mirada en mi dirección antes de volver su atención a la carretera.
"Prefiero pensar en lugar de hablar sin sentido," respondió, su tono neutral, pero cargado de intención.
"Entonces debes tener muchas cosas en la cabeza," dije, observándolo con una media sonrisa.
"Más de las que imaginas," respondió después de un momento. "Y tú tampoco pareces alguien que disfrute las conversaciones triviales."
No pude evitar sonreír, aunque no estaba segura de si lo hacía por su respuesta o por la forma en que evitaba mirarme directamente. Había algo en Alekséi que me intrigaba, algo que me desafiaba constantemente.
Decidí dejar el tema y centrarme en el paisaje. Las montañas se alzaban imponentes a nuestro alrededor, cubiertas de nieve. La calma del entorno contrastaba con el caos interno que llevaba conmigo desde que comenzamos esta guerra.
Después de un rato, Alekséi rompió el silencio.
"¿Confías en este plan?" preguntó, sin apartar los ojos de la carretera.
"No tengo otra opción," respondí con sinceridad. "Sokolov no es alguien a quien podamos ignorar. Si queremos tener alguna posibilidad, necesitamos información y aliados."
Alekséi asintió lentamente.
"El hombre al que vamos a ver... no es exactamente confiable," dijo finalmente.
"¿Y aún así lo sugieres como nuestra mejor opción?" pregunté, arqueando una ceja.
"No confío en él, pero confío en que le gusta vivir," respondió. "Y sabe que Sokolov no tolera errores. Si quiere sobrevivir, nos dirá lo que necesitamos saber."
"¿Y qué pasa si intenta vendernos a Sokolov?"
"Entonces será el último error que cometa," dijo, con un tono tan frío que me puso los pelos de punta.
El resto del camino transcurrió en silencio hasta que finalmente llegamos a nuestro destino: una vieja cabaña escondida en el bosque. No había señales de vida, pero Alekséi parecía seguro de que estábamos en el lugar correcto.
"Quédate detrás de mí," dijo mientras salía del auto y cargaba su arma.
"¿Por quién me tomas?" respondí, sacando mi propia pistola y siguiendo sus pasos.
Nos acercamos a la puerta con cautela. Alekséi golpeó tres veces, pausadamente, y luego retrocedió. Pasaron unos segundos antes de que una voz áspera respondiera desde el interior.
"¿Quién diablos está ahí?"
"Viejos amigos," respondió Alekséi, su voz firme pero calmada.
La puerta se abrió lentamente, revelando a un hombre de cabello gris y rostro marcado por cicatrices. Sus ojos mostraban tanto curiosidad como sospecha.
"¿Alekséi?" preguntó, mirando a mi compañero con incredulidad. "¿Qué demonios haces aquí?"
"Necesito información, Gregor," dijo Alekséi sin rodeos. "Y sé que tú la tienes."
El hombre, Gregor, soltó una risa amarga.
"Siempre vienes a pedirme cosas imposibles," dijo antes de mirarme. "¿Y quién es ella?"
"Alguien que no querrás enfadar," respondí, cruzándome de brazos.
Gregor levantó las manos en señal de rendición.
"Bien, bien. Pasen, pero no me disparen si no les gusta lo que tengo que decir."
La cabaña estaba llena de cajas, papeles y tecnología vieja. Gregor claramente no era alguien que viviera cómodamente, pero su refugio estaba bien equipado para alguien que necesitaba mantenerse fuera del radar.
"¿Qué quieres saber?" preguntó, encendiendo un cigarro mientras se sentaba frente a nosotros.
"Sokolov," dijo Alekséi. "Quiero saber dónde está, qué está planeando y cómo podemos detenerlo."
La mención del nombre pareció tensar a Gregor.
"Sokolov..." murmuró, exhalando el humo lentamente. "Ese hombre es un monstruo. ¿Y quieren enfrentarse a él? Están locos."
"Eso ya lo sabíamos," respondí. "Danos algo que no sepamos."
Gregor suspiró y comenzó a rebuscar entre una pila de documentos. Finalmente, sacó un mapa y lo extendió sobre la mesa.
"Esto es lo que sé," dijo, señalando varios puntos en el mapa. "Estos son los lugares que Sokolov ha estado usando para sus operaciones recientes. No sé exactamente qué está haciendo, pero he oído rumores sobre un cargamento importante que llegará en dos semanas."
"¿Qué tipo de cargamento?" pregunté.
"Algo grande. Tal vez armas, tal vez algo peor. No tengo detalles, pero sé que será en el puerto de Vladivostok."
Alekséi y yo intercambiamos una mirada.
"Es un riesgo," dijo Alekséi, "pero podría ser nuestra oportunidad."
"Si logran interrumpir ese cargamento, llamarán su atención," continuó Gregor. "Pero cuidado, porque una vez que Sokolov sepa quién está detrás, irá tras ustedes con todo lo que tiene."
"Que lo intente," dije, guardando el mapa en mi chaqueta. "Si queremos ganar, tenemos que empezar ahora."
Gregor nos observó en silencio antes de asentir.
"Buena suerte," dijo. "La van a necesitar."
Cuando salimos de la cabaña, Alekséi me miró con una mezcla de admiración y preocupación.
"Esto va a ser peligroso," dijo.
"Todo lo que hacemos lo es," respondí. "Pero si hay algo que sé, es que Sokolov no se detendrá hasta que uno de los dos caiga. Y no seremos nosotros."
Alekséi sonrió levemente.
"Entonces vamos a prepararnos."
El viaje de regreso fue aún más silencioso, pero esta vez, no había tensión, sino determinación. Ahora teníamos un objetivo, un punto de partida en nuestra guerra contra Sokolov.