Narrado por Isabella
El puerto de Vladivostok era un laberinto de contenedores apilados, grúas oxidadas y luces que parpadeaban de manera intermitente. La niebla que cubría el área era nuestra aliada, pero también un recordatorio de lo fácil que sería desaparecer en un lugar como este, ya fuera por elección o por fuerza.
Alekséi lideraba el grupo con un paso firme y seguro, aunque su mirada escaneaba cada rincón como si esperara que algo saliera mal en cualquier momento. Lo seguí de cerca, con la pistola lista en mi cinturón y los sentidos alerta. Lorenzo, Dmitri y Sergei nos cubrían desde atrás, atentos a cualquier movimiento sospechoso.
"¿Tienes algo?" susurré, acercándome a Alekséi mientras revisaba un mapa del puerto.
"Según Gregor, el cargamento debería estar en la zona este," respondió en voz baja. "Pero algo no me cuadra. Hay demasiada calma."
No pude evitar asentir. La quietud del lugar no me daba buena espina.
Nos movimos entre las sombras, evitando a los pocos guardias que patrullaban. Aunque no parecían demasiados, su actitud relajada me hizo sospechar que podría haber refuerzos escondidos en algún lugar cercano.
"Lorenzo, revisa la esquina," ordené, señalando una intersección entre los contenedores.
Él asintió y desapareció en la niebla.
"¿Confías en él?" preguntó Alekséi, apenas audible.
"Confío en que sabe lo que está en juego," respondí sin apartar la vista del camino.
Alekséi no dijo nada más, pero su expresión dejaba claro que todavía tenía reservas sobre mis hombres.
Después de unos minutos, Lorenzo volvió.
"Todo despejado," informó.
"Bien. Sigamos," dije, señalando al grupo que avanzara.
Finalmente llegamos a la zona este del puerto, donde varios contenedores estaban dispuestos en filas ordenadas. Uno de ellos tenía una marca roja, tal como Gregor había descrito.
"Ahí está," susurró Dmitri, apuntando con su linterna apagada.
Alekséi alzó una mano, indicándonos que nos detuviéramos.
"Esto parece demasiado fácil," murmuró, sus ojos clavados en el contenedor.
Me acerqué a él, manteniendo mi voz baja.
"¿Crees que es una trampa?"
"No lo sé, pero no me gusta," respondió. "Quédense atrás. Dmitri y yo revisaremos."
"Ni hablar," dije, sujetándolo del brazo antes de que pudiera avanzar. "Si hay una trampa, no pienso quedarme aquí esperando a que algo explote."
Alekséi me miró con esa mezcla de frustración y admiración que parecía reservada exclusivamente para mí. Finalmente, asintió.
"Entonces ven conmigo. El resto, manténganse alerta."
Nos acercamos al contenedor con cautela, cada paso sintiéndose como una eternidad. Alekséi sacó una pequeña herramienta de su bolsillo y comenzó a manipular el candado.
"Cúbreme," dijo en voz baja, y asentí, apuntando hacia los alrededores con mi pistola.
Finalmente, el candado cedió con un leve clic. Alekséi abrió la puerta del contenedor con cuidado, revelando un interior lleno de cajas metálicas y barriles sellados.
"¿Qué demonios es esto?" murmuré, observando las etiquetas en las cajas.
"Material explosivo," dijo Alekséi, frunciendo el ceño. "Esto no es un simple cargamento de armas."
De repente, un ruido metálico detrás de nosotros me hizo girar en seco. Una figura emergió de entre las sombras, apuntándonos con un arma.
"¡Alto ahí!"
Alekséi reaccionó antes de que pudiera siquiera pensar, desarmando al guardia con un movimiento rápido y silencioso. Antes de que el hombre pudiera gritar, Alekséi lo redujo al suelo, sujetándolo con fuerza.
"¿Cuántos más hay aquí?" exigió, su voz baja pero mortal.
El guardia se retorció, pero Alekséi apretó su agarre.
"¡Habla!"
"Solo... solo un par más," balbuceó el hombre, sus ojos llenos de miedo.
Alekséi lo dejó inconsciente de un golpe seco y se giró hacia mí.
"Tenemos que movernos rápido," dijo.
Regresamos con el grupo, quienes ya estaban en posición para cubrirnos.
"El cargamento es material explosivo," informé rápidamente. "Esto no es un simple envío de armas. Sokolov planea algo grande."
"¿Qué hacemos?" preguntó Lorenzo, su rostro mostrando la misma preocupación que sentía.
"Plantamos los explosivos y nos vamos," dijo Alekséi. "No podemos permitir que esto salga del puerto."
"De acuerdo," respondí. "Pero necesitamos dividirnos para cubrir más terreno. Lorenzo y Dmitri, vayan hacia los otros contenedores. Sergei, vigila la entrada. Alekséi y yo nos encargaremos de este."
El plan se puso en marcha rápidamente. Cada segundo que pasaba sentía cómo la adrenalina aumentaba. Alekséi y yo comenzamos a colocar los explosivos dentro del contenedor, asegurándonos de que estuvieran estratégicamente distribuidos.
"¿Listo?" pregunté, mi voz apenas un susurro.
"Listo," respondió Alekséi, ajustando el temporizador. "Tenemos cinco minutos para salir de aquí."
Asentí y comenzamos a retroceder hacia el punto de reunión. Sin embargo, cuando llegamos, una serie de luces se encendieron de golpe, iluminando todo el puerto.
"¡Nos encontraron!" gritó Dmitri desde su posición.
Disparos comenzaron a resonar en el aire, y el caos se desató.
Alekséi tomó mi brazo y me empujó hacia una pila de cajas.
"¡Cúbrete!"
Respondí disparando hacia uno de los guardias que se acercaba, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. Alekséi, a mi lado, mantenía su posición, sus movimientos precisos y letales.
"¡Tenemos que salir ahora!" grité, mientras los disparos seguían.
"¡Aguanta!" respondió Alekséi, sus ojos ardiendo con determinación.
En ese momento, supe que nuestra batalla con Sokolov acababa de comenzar.