Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 33: El fuego de la guerra

Narrado por Isabella

El sonido de los disparos rebotaba entre los contenedores, convirtiendo el puerto en un campo de batalla improvisado. La adrenalina corría por mis venas mientras disparaba contra los guardias que intentaban flanquearnos. Podía sentir la presencia de Alekséi a mi lado, su precisión casi impecable mientras eliminaba a cada enemigo que se cruzaba en nuestro camino.

"¡Isabella, por aquí!" gritó Lorenzo desde detrás de una pila de cajas metálicas.

"¡Cubre nuestra retirada!" respondí, mientras me movía hacia su posición con Alekséi cubriéndome.

Dmitri y Sergei estaban más adelante, defendiendo nuestra ruta de escape mientras los explosivos marcaban el inicio de un temporizador que no podíamos permitirnos ignorar.

Cuando llegamos junto a Lorenzo, la situación parecía empeorar. Más guardias salían de las sombras, y los disparos se hacían más intensos.

"¡Esto no puede ser todo su personal!" dijo Alekséi, cubriéndonos desde una esquina.

"Probablemente tengan refuerzos en camino," respondí, mientras recargaba mi pistola. "No podemos quedarnos aquí."

Alekséi asintió, sus ojos encontrando los míos por un breve momento. No había necesidad de palabras; ambos sabíamos lo que estaba en juego.

"¡Dmitri, Sergei! ¡Regrésense al punto de reunión!" ordenó Alekséi, mientras disparaba a un guardia que se asomaba.

"¡Entendido!" respondió Dmitri, mientras cubría a Sergei en su retirada.

La niebla, que antes había sido nuestra aliada, ahora se convertía en una desventaja. Podíamos oír a los guardias moviéndose entre los contenedores, pero sus siluetas eran difíciles de distinguir.

"¿Qué hacemos?" preguntó Lorenzo, su respiración entrecortada.

"Ganamos tiempo," respondí. "Alekséi, ¿cuánto queda en el temporizador?"

"Dos minutos," dijo, revisando rápidamente el detonador remoto.

"Eso no es suficiente para enfrentarlos a todos," murmuré, tratando de pensar rápido.

Entonces lo vi: una grúa cercana que sobresalía por encima de los contenedores.

"¡Ahí! Si podemos subir, tendremos mejor visibilidad y ventaja para defendernos hasta que explote el cargamento."

Alekséi siguió mi mirada y asintió, ya calculando la ruta.

Nos movimos rápidamente hacia la grúa, esquivando balas y devolviendo fuego cuando era necesario. Lorenzo casi tropieza al subir por las escaleras, pero Alekséi lo levantó con una fuerza que no parecía humana.

"¡Suban rápido!" ordené, mientras cubría la retaguardia.

Finalmente, alcanzamos la cima de la grúa, desde donde podíamos ver todo el puerto. Alekséi comenzó a disparar con precisión milimétrica, eliminando a varios guardias que intentaban alcanzarnos.

"¡Quedan treinta segundos!" gritó, mirando el temporizador.

"¡Aguanten!" respondí, disparando a un guardia que intentaba escalar las escaleras.

El momento de la explosión llegó como un rugido ensordecedor. El contenedor marcado con la etiqueta roja estalló en una bola de fuego que iluminó la niebla y el cielo nocturno. Los guardias que estaban cerca fueron lanzados por los aires, y el caos que siguió nos dio la oportunidad que necesitábamos.

"¡Ahora! ¡Bajemos antes de que lleguen refuerzos!" ordenó Alekséi, ya liderando el camino hacia abajo.

Corrimos hacia el punto de reunión donde Dmitri y Sergei nos esperaban con un vehículo. El sonido de sirenas comenzó a llenar el aire; las autoridades locales no tardarían en llegar, pero sabíamos que no eran nuestro único problema.

Mientras nos alejábamos del puerto, el silencio en el vehículo era pesado. Todos estábamos vivos, pero apenas. Podía sentir mi respiración acelerada mientras repasaba mentalmente cada decisión que había tomado.

"Eso fue demasiado cerca," dijo Lorenzo, rompiendo el silencio.

"Pero cumplimos con el objetivo," respondió Alekséi, aunque su tono era sombrío.

"¿Y ahora qué?" preguntó Sergei, mirando hacia mí.

"Ahora regresamos," respondí, enderezándome en el asiento. "Pero esto no ha terminado. Sokolov sabrá que fuimos nosotros, y no se quedará quieto."

Alekséi asintió lentamente.

"Lo que destruimos hoy fue solo una parte de su operación. Pero es un mensaje claro: no vamos a quedarnos de brazos cruzados."

"Y tampoco lo hará él," murmuré, sabiendo que la guerra apenas comenzaba.

Mientras el vehículo avanzaba hacia la seguridad de nuestra base, una sola idea cruzaba mi mente: estaba dispuesta a enfrentarlo todo, incluso si significaba un enfrentamiento directo con Sokolov. Lo único que no podía permitirme era fallar.




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