Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 42: La cacería de Kronos

Narrado por Isabella

El eco de nuestros pasos resonaba en el pasillo oscuro del edificio donde Kronos se había escondido. Localizarlo no fue difícil; sus habilidades eran impresionantes, pero su paranoia lo hacía predecible. Sabíamos que no iría muy lejos de sus redes de acceso.

Alekséi estaba al frente, su pistola lista, mientras yo lo seguía de cerca con mi arma preparada. Lorenzo se quedó atrás, cubriendo nuestra retaguardia.

"¿Estás segura de querer manejar esto?" me preguntó Alekséi en voz baja mientras nos acercábamos a la puerta.

"Completamente," respondí sin dudarlo.

Este no era solo un acto de venganza, era una lección que debía quedar grabada: nadie traicionaba a la mafia italiana o rusa y salía indemne.

La puerta se abrió de un empujón, revelando a Kronos sentado frente a su computadora, con el rostro desencajado. No intentó correr, ni siquiera fingió sorpresa; sabía que esto iba a pasar tarde o temprano.

"Isabella, Alekséi..." comenzó, levantando las manos en señal de rendición.

"Cállate," dije, cruzando la habitación hasta estar frente a él. "No estás en posición de hablar."

Tomé una silla cercana y me senté frente a él, mi arma descansando sobre mis piernas, pero claramente visible.

"Nos pusiste en una trampa," dije, mi voz firme pero baja. "Quiero saber por qué."

"No fue lo que parece," tartamudeó Kronos, sudando profusamente. "Sokolov me obligó. Me amenazó. No tenía elección."

Alekséi soltó una carcajada seca desde la puerta, claramente sin creer una palabra.

"¿Y cómo te encontró? ¿Cómo supo siquiera que estabas trabajando con nosotros?" pregunté, estrechando los ojos.

Kronos tragó saliva, claramente atrapado.

"Yo... lo contacté," confesó finalmente.

Mi sangre se congeló. Kronos no solo nos había traicionado, sino que lo había hecho deliberadamente.

"¿Por qué?" exigí, mi tono subiendo.

"No sabía que iban a sobrevivir," dijo rápidamente. "Pensé que Sokolov los eliminaría y yo estaría a salvo. Él prometió que me dejaría vivir si los entregaba."

"¿Y creíste en su palabra?" Alekséi dio un paso adelante, su voz llena de desprecio. "Eres más estúpido de lo que pensé."

Mi dedo se tensó alrededor del gatillo, pero Alekséi me detuvo con una mano en mi brazo.

"Espera," dijo, su mirada fija en Kronos. "Tal vez aún podamos usarlo."

"¿Usarlo?" repetí, mirándolo con incredulidad.

"Sí. Sokolov piensa que estamos muertos o debilitados. Kronos puede hacerle creer que todo sigue según su plan."

Kronos levantó la cabeza, su expresión pasando de desesperación a esperanza.

"Sí, sí, puedo hacerlo. Puedo enviarle información falsa, hacerle pensar que tiene la ventaja."

"¿Y cómo sabemos que no volverás a traicionarnos?" pregunté, inclinándome hacia él.

"No lo haré," prometió, su voz temblorosa. "Juro que no lo haré."

Decidimos darle una oportunidad, pero con condiciones estrictas. Kronos sería monitoreado las 24 horas y cada movimiento que hiciera en su computadora sería supervisado por Lorenzo. Cualquier indicio de traición sería su sentencia de muerte.

"Si intentas algo," le advertí, inclinándome sobre él, "no habrá segundas oportunidades. ¿Entendido?"

"Entendido," respondió, su voz apenas un susurro.

Alekséi y yo salimos de la habitación, dejando a Lorenzo con Kronos.

"¿Crees que funcionará?" le pregunté mientras caminábamos hacia la sala de operaciones.

"No lo sé," admitió Alekséi. "Pero si no, al menos nos dará tiempo para planear el siguiente movimiento."

La primera tarea de Kronos fue interceptar una de las comunicaciones de Sokolov. Según él, podríamos obtener información sobre el próximo movimiento del ruso y usarla en su contra.

Esa noche, mientras Kronos trabajaba, Alekséi y yo discutíamos los posibles escenarios.

"Si Sokolov descubre que seguimos vivos, vendrá con todo lo que tiene," dije, mirando el mapa en la pared.

"Entonces tendremos que golpear primero," respondió Alekséi, cruzando los brazos. "No podemos dejarle tiempo para reagruparse."

"Eso significa que necesitamos más hombres, más recursos..."

"Y más alianzas," dijo Alekséi, interrumpiéndome.

Lo miré, sabiendo exactamente a lo que se refería. Formar alianzas en este mundo era tan peligroso como beneficioso, pero en este caso, podría ser nuestra única opción.

A medianoche, Kronos nos llamó a la sala de operaciones. En la pantalla, una serie de códigos y mapas mostraban las rutas más recientes de Sokolov.

"Hay un transporte importante en camino a Budapest," dijo, señalando la pantalla. "Si lo interceptan, pueden cortar una de sus fuentes principales de ingresos."

"¿Es confiable esta información?" pregunté, cruzándome de brazos.

"Sí," aseguró Kronos. "Sokolov no tiene idea de que estoy trabajando para ustedes."

"Más te vale," dijo Alekséi, acercándose a la pantalla. "Porque si esto es otra trampa, no vivirás para contarlo."

La operación se planeó con precisión quirúrgica. Budapest sería el próximo campo de batalla, y esta vez no dejaríamos nada al azar.

Mientras nos preparábamos para partir, miré a Alekséi. Había algo en su postura, en la forma en que manejaba la situación, que me hizo darme cuenta de cuánto confiaba en él, aunque jamás lo admitiría en voz alta.

"¿Estás lista?" preguntó, sus ojos encontrándose con los míos.

"Asumo que tú lo estás," respondí, alzando una ceja.

Sonrió, una sonrisa que contenía tanto desafío como complicidad.

"No te preocupes, Isabella. Esta vez, será Sokolov quien pague el precio."

La cacería estaba lejos de terminar, pero esta vez, íbamos con ventaja.




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