Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 43: Las sombras de Budapest

Narrado por Isabella

La ciudad de Budapest se alzaba imponente, iluminada por las luces nocturnas que reflejaban en el Danubio. Desde nuestra posición en las colinas, podía ver los movimientos del transporte que habíamos venido a interceptar. La operación debía ser precisa, sin margen para errores.

Alekséi estaba junto a mí, revisando el plano por última vez, su rostro tranquilo pero con esa intensidad que siempre llevaba consigo antes de un enfrentamiento.

"¿Qué piensas?" le pregunté, rompiendo el silencio.

"Que este es un movimiento audaz," respondió, sin apartar la vista del plano. "Sokolov no esperará que ataquemos tan pronto después de la trampa en Marsella. Eso nos da ventaja."

Asentí, aunque mi mente seguía alerta. Kronos había jurado que la información era fiable, pero después de lo ocurrido, confiar en él era un lujo que no podía permitirme.

"Lorenzo, ¿todo listo?" pregunté por el comunicador.

"Los equipos están en posición," respondió mi hermano. "Solo esperamos tu orden."

"Perfecto. No actúen hasta mi señal."

El convoy estaba compuesto por tres camiones blindados, escoltados por cinco vehículos ligeros. La carga era desconocida, pero sabíamos que era valiosa; de lo contrario, Sokolov no habría puesto tanta seguridad.

"Si atacamos los vehículos escolta primero, los camiones quedarán vulnerables," dijo Alekséi, señalando el punto donde los caminos se estrechaban antes de cruzar un puente.

"Eso nos da una ventana de cinco minutos antes de que lleguen refuerzos," añadí.

"Será suficiente."

Cuando el convoy se acercó al puente, todo comenzó a moverse como un reloj bien sincronizado. Lorenzo lideraba el ataque desde el lado opuesto, bloqueando el paso con un camión abandonado. Desde nuestra posición, Alekséi y yo atacamos los vehículos escolta con nuestros hombres.

El primer disparo rompió el silencio de la noche, seguido por una lluvia de balas. Los guardias intentaron responder, pero nuestra posición elevada les daba pocas opciones.

"Uno menos," dijo Alekséi con una sonrisa satisfecha, después de derribar al conductor del último vehículo escolta.

"Concéntrate," le respondí, aunque no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa.

Cuando los vehículos escolta quedaron fuera de combate, nos movimos hacia los camiones. Alekséi y yo lideramos el avance mientras Lorenzo y su equipo cubrían nuestro flanco.

El primer camión fue fácil de asegurar; los conductores se rindieron sin resistirse. Sin embargo, el segundo y el tercero presentaron más resistencia.

"¡Cúbreme!" grité mientras corría hacia el segundo camión. Alekséi disparaba con precisión, manteniendo a los guardias distraídos mientras yo me acercaba.

Forcé la puerta del camión, apuntando mi arma al conductor.

"Baja o mueres," le ordené.

Sin dudar, el hombre levantó las manos y salió del vehículo.

El tercer camión fue más complicado. Uno de los guardias lanzó una granada, obligándonos a retroceder mientras el vehículo intentaba escapar.

"No van a llegar lejos," dijo Alekséi, tomando un rifle de francotirador y apuntando a las ruedas traseras.

Un disparo limpio hizo que el camión derrapara, deteniéndose a pocos metros de la salida del puente.

"Buen tiro," admití mientras corríamos hacia el vehículo.

"Siempre lo soy," respondió con una sonrisa.

Con los tres camiones asegurados, nos apresuramos a revisar la carga. Lorenzo llegó con su equipo para ayudarnos, sus hombres trabajando con rapidez para abrir los compartimientos.

Cuando finalmente logramos abrirlos, lo que encontramos me dejó sin palabras: armas avanzadas, más modernas de lo que cualquier facción en Europa solía manejar.

"Esto no es normal," dijo Lorenzo, mirando una de las cajas.

"Es tecnología militar," añadió Alekséi, examinando un rifle. "Sokolov está armándose para algo grande."

"Esto no es solo un transporte," murmuré. "Es un mensaje."

Regresamos a nuestra base temporal con las armas y los datos recolectados del convoy. Mientras nuestros técnicos trabajaban en descifrar los archivos, Alekséi y yo discutíamos las implicaciones.

"Sokolov no solo está reforzando su arsenal, está enviando un aviso," dije, paseando por la sala.

"Quiere que sepamos que tiene la ventaja," añadió Alekséi. "Pero se equivoca. Ahora tenemos su cargamento."

"Eso no será suficiente para detenerlo. Necesitamos saber de dónde viene esta tecnología."

Alekséi asintió, su mirada fija en los mapas de la pared.

"Y cuando lo sepamos, destruiremos la fuente."

La noche estaba lejos de terminar. Mientras todos trabajaban, no pude evitar acercarme a una de las cajas, observando el armamento con atención. Era un recordatorio de lo que estaba en juego, de lo que esta guerra significaba.

Alekséi se unió a mí, su expresión más tranquila de lo que esperaba.

"¿Qué pasa por tu mente, Isabella?" preguntó, apoyándose en la mesa junto a mí.

"Que esto no termina aquí," respondí, sin apartar la vista de las armas. "Sokolov no se detendrá, y nosotros tampoco podemos hacerlo."

Alekséi me miró, su sonrisa ladeada regresando por un momento.

"Entonces sigamos adelante. Juntos."

Su voz era firme, un recordatorio de que, aunque éramos enemigos por naturaleza, habíamos encontrado una forma de trabajar como aliados.

La batalla de Budapest había sido un éxito, pero la verdadera guerra estaba apenas comenzando.




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