Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 44: La conspiración en las sombras

Narrado por Isabella

El amanecer en Budapest traía consigo más preguntas que respuestas. Los archivos que habíamos extraído del convoy resultaron ser un rompecabezas, una red de datos que parecía apuntar a algo mucho más grande que un simple transporte de armas.

Estábamos reunidos en la sala de operaciones. Alekséi, Lorenzo, y yo, junto con nuestros mejores técnicos, observábamos la pantalla llena de cifras, mapas y coordenadas.

"Esto no es solo tecnología militar," dijo uno de los técnicos, ajustando sus gafas. "Es tecnología experimental. Algunos de estos modelos ni siquiera están en producción oficial."

"¿Quién suministraría algo así a Sokolov?" preguntó Lorenzo, con el ceño fruncido.

"Esa es la pregunta correcta," respondí, cruzándome de brazos mientras miraba el mapa. "Y es la que vamos a responder."

Alekséi señaló una de las coordenadas en el mapa.

"Esto es una instalación en los Alpes suizos," dijo. "Según estos datos, es uno de los puntos de distribución principales. Si Sokolov está adquiriendo estas armas, probablemente vienen de ahí."

"¿Y cómo planeas entrar en una instalación militar en los Alpes?" preguntó Lorenzo, levantando una ceja.

"Con estrategia," intervine, mirando a Alekséi. "Podemos usar el cargamento que capturamos como moneda de cambio. Fingir que estamos interesados en una alianza."

"Es arriesgado," admitió Alekséi. "Pero si jugamos bien nuestras cartas, podríamos obtener la información que necesitamos sin desatar una guerra abierta."

El plan comenzó a tomar forma. Lorenzo y su equipo se encargarían de preparar el transporte de las armas capturadas, mientras Alekséi y yo nos infiltraríamos en la instalación.

Antes de partir, Lorenzo se acercó a mí, su rostro reflejando preocupación.

"Isabella, esto es demasiado peligroso. No sabemos con quién estamos tratando."

"Lo sé," respondí, colocando una mano en su hombro. "Pero es un riesgo que tenemos que tomar. Si no detenemos a Sokolov ahora, será demasiado tarde."

Lorenzo asintió, aunque no parecía convencido.

"Ten cuidado," dijo finalmente, antes de alejarse.

El viaje hacia los Alpes fue largo y silencioso. Alekséi y yo apenas intercambiamos palabras, cada uno concentrado en lo que nos esperaba.

Cuando finalmente llegamos a las cercanías de la instalación, el paisaje era tan imponente como intimidante. Montañas cubiertas de nieve rodeaban el lugar, y la instalación en sí parecía un castillo moderno, con altas torres y luces vigilando cada rincón.

"Este lugar grita peligro," murmuré mientras observaba a través de los binoculares.

"Eso lo hace más interesante," respondió Alekséi con una sonrisa ladina.

Nos acercamos al perímetro disfrazados como mercenarios transportando el cargamento. La seguridad era estricta, pero nuestros documentos falsificados parecían suficientes para pasar el primer control.

Una vez dentro, nos dirigieron a una sala de reuniones, donde un hombre alto y con un aire autoritario nos esperaba. Su nombre era Viktor Morozov, y su presencia era tan fría como el aire que nos rodeaba.

"Ustedes deben ser los intermediarios," dijo, estrechando la mano de Alekséi y luego la mía.

"Así es," respondió Alekséi con naturalidad. "Tenemos algo que podría interesarle."

"Eso lo decidiré yo," dijo Morozov, señalando hacia el cargamento que habíamos traído.

Mientras Morozov inspeccionaba las armas, Alekséi y yo aprovechamos para observar el lugar. Las paredes estaban llenas de planos y esquemas, muchos de los cuales mostraban armas aún más avanzadas que las que habíamos capturado.

"Esto es más grande de lo que pensábamos," murmuré, inclinándome hacia Alekséi.

"Lo sé," respondió en voz baja. "Por eso tenemos que ser cuidadosos."

Cuando Morozov regresó, su expresión era difícil de leer.

"Es un cargamento interesante," dijo. "Pero si quieren mi confianza, tendrán que probar su lealtad."

"¿Qué tienes en mente?" pregunté, manteniendo mi voz neutral.

Morozov nos explicó que había un problema con un grupo rival que intentaba infiltrarse en sus operaciones. Quería que nosotros nos encargáramos de ellos como prueba de nuestra disposición a colaborar.

"Si pueden eliminar a esta amenaza, consideraré una alianza," dijo, su tono tan frío como el clima exterior.

Alekséi y yo intercambiamos una mirada rápida. Este era un giro inesperado, pero también podría ser nuestra oportunidad de descubrir más sobre sus operaciones.

"Lo haremos," respondí finalmente.

"Perfecto," dijo Morozov, sonriendo por primera vez. "Les daré las coordenadas. Espero resultados inmediatos."

De regreso en nuestro vehículo, Alekséi y yo discutimos la nueva misión.

"Esto es un juego peligroso," dijo, ajustando su chaqueta.

"Lo sé," respondí. "Pero si cumplimos con esto, tendremos acceso a la instalación y a toda la información que necesitamos."

Alekséi asintió, aunque su expresión reflejaba cierta preocupación.

"Confío en ti, Isabella," dijo después de un momento.

"Eso es bueno," respondí, mirándolo directamente. "Porque yo también confío en ti."

Era una admisión simple, pero significativa en medio de la guerra que enfrentábamos.

La misión en los Alpes era solo el comienzo de algo mucho más grande, y ambos lo sabíamos.




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