Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 46: Entre la lealtad y la traición

Narrado por Isabella

El aire dentro de la sala parecía pesar más después de las últimas palabras de Morozov. Otra tarea. Otro juego que, para él, solo servía para medirnos. Para mí, era una invitación a pisar un campo minado.

"¿Qué quieres ahora?" pregunté, cruzándome de brazos, mi tono cuidadosamente controlado para no mostrar impaciencia.

Morozov sonrió, un gesto que no alcanzó sus ojos.

"Algo sencillo," dijo, mientras deslizaba un archivo por la mesa hacia Alekséi y hacia mí. "Necesito que intercepten un envío en el puerto de Trieste. Mis fuentes indican que nuestros enemigos planean utilizarlo para contrabandear una mercancía delicada."

Alekséi abrió el archivo, y juntos revisamos las imágenes y documentos. El envío parecía ordinario: cajas de suministros médicos, alimentos enlatados, nada que justificara el interés de Morozov.

"¿Qué es realmente este envío?" preguntó Alekséi, sin apartar los ojos del archivo.

"Eso es lo que quiero que descubran," respondió Morozov. "Y que lo destruyan si resulta ser una amenaza."

Salimos de la sala con la misión clara pero las dudas carcomiendo mi mente. Caminando hacia nuestro vehículo, Alekséi rompió el silencio.

"Esto se siente como una trampa," dijo, mirando el archivo en sus manos.

"Lo es," respondí sin dudar. "Morozov nos está probando, pero también está tratando de descubrir quién está del otro lado de sus operaciones."

"Y si fallamos, seremos descartados," agregó Alekséi, su mandíbula apretándose ligeramente.

Lo miré, notando cómo su semblante endurecido ocultaba la preocupación.

"No fallaremos," dije, segura de mis palabras.

El puerto de Trieste estaba envuelto en una niebla espesa cuando llegamos. La actividad era mínima, pero el bullicio de algunos trabajadores descargando contenedores rompía el silencio del lugar.

Alekséi y yo nos movimos con cautela, mezclándonos entre las sombras mientras seguíamos las indicaciones del archivo.

"¿Crees que Morozov sabe quiénes somos realmente?" preguntó en voz baja mientras nos acercábamos al muelle donde estaba atracado el barco.

"Si lo sabe, aún no tiene pruebas," respondí. "Pero sospecha, y eso lo hace más peligroso."

Encontramos el contenedor señalado en el archivo. Con un gesto rápido, Alekséi abrió la cerradura con sus herramientas, y la puerta chirrió mientras se deslizaba lentamente.

Dentro, las cajas apiladas parecían tan ordinarias como las fotos sugerían. Sin embargo, al abrir una de ellas, nos encontramos con algo que no esperábamos: armas químicas, perfectamente empaquetadas y listas para ser distribuidas.

"Esto no es un simple contrabando," murmuré, mi corazón acelerándose.

"No," dijo Alekséi, cerrando la caja. "Esto es una declaración de guerra."

El sonido de pasos apresurados nos alertó de que no estábamos solos. Alekséi y yo nos escondimos rápidamente detrás de las cajas mientras un grupo de hombres armados entraba al contenedor.

"Carguen todo en el camión," dijo uno de ellos, claramente el líder. "No podemos permitir que Morozov lo descubra."

Intercambié una mirada rápida con Alekséi. Esto confirmaba nuestras sospechas: había una facción operando contra Morozov desde dentro.

"¿Los eliminamos aquí?" preguntó Alekséi en un susurro.

"Todavía no," respondí. "Sigámoslos. Quiero saber a dónde llevan esto."

Esperamos pacientemente mientras los hombres cargaban el camión. Una vez que arrancaron, nos subimos a nuestro vehículo y los seguimos a una distancia segura.

El camión se dirigió a las afueras de la ciudad, hacia un almacén abandonado. Al llegar, los hombres comenzaron a descargar las cajas, hablando en voz baja pero lo suficientemente alto como para que captáramos algunas palabras clave.

"Esto es para la entrega en Budapest," dijo uno de ellos.

"¿Budapest?" repetí en voz baja, mirando a Alekséi.

"Esto está mucho más conectado de lo que pensábamos," murmuró, su expresión volviéndose más sombría.

Decidimos actuar antes de que pudieran mover las armas nuevamente. Nos acercamos al almacén con nuestras armas listas, neutralizando a los guardias en silencio antes de entrar.

El líder del grupo nos vio demasiado tarde. Su arma apenas había salido de su funda cuando Alekséi lo desarmó y lo empujó contra la pared.

"Habla," exigí, apuntando mi pistola a su cabeza. "¿Quién está detrás de esto?"

"No tienes idea de en lo que te estás metiendo," dijo con una sonrisa arrogante.

"Entonces ilumíname," respondí, presionando el cañón de mi arma contra su frente.

El hombre tragó saliva, pero antes de que pudiera responder, un disparo resonó desde afuera. Alekséi y yo nos cubrimos instintivamente mientras una lluvia de balas atravesaba las paredes del almacén.

"¡Nos encontraron!" gritó Alekséi, disparando hacia los atacantes.

La situación rápidamente se convirtió en un caos. Disparamos y nos movimos con rapidez, pero el enemigo parecía haber traído refuerzos.

"¡Isabella, necesitamos salir de aquí!" gritó Alekséi, cubriéndome mientras neutralizaba a dos hombres que intentaban flanquearnos.

"¡No sin esas armas!" respondí, corriendo hacia el camión.

Conduje el vehículo fuera del almacén mientras Alekséi se subía a toda prisa, disparando hacia nuestros perseguidores. Las balas rebotaban en la carrocería, pero logramos perderlos al adentrarnos en un área boscosa.

Cuando finalmente nos detuvimos, ambos estábamos exhaustos pero vivos.

"Esto fue demasiado cerca," dijo Alekséi, pasando una mano por su cabello.

"Lo importante es que tenemos las armas," respondí, aunque mi mente estaba ya en el próximo paso.

Sabía que regresar a Morozov con esta información significaba más preguntas y riesgos, pero era nuestra única opción.

Esta guerra de sombras estaba lejos de terminar, y cada paso nos acercaba más al abismo.




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