Narrado por Isabella
La madrugada me encontró despierta, sentada frente a la mesa del pequeño despacho improvisado. El documento seguía frente a mí, sus letras borrosas bajo la luz tenue de la lámpara. Había leído el nombre una y otra vez, como si al hacerlo pudiera cambiar lo que significaba. Mi padre, Vincenzo Lombardi, uno de los hombres más poderosos en Italia, estaba vinculado a Morozov.
La traición dolía como un puñal enterrado en lo más profundo de mi pecho. ¿Cómo era posible que un hombre que predicaba la lealtad y el honor estuviera relacionado con nuestro mayor enemigo?
La puerta se abrió con un crujido. Alekséi entró en silencio, cerrando detrás de él. Su mirada me encontró de inmediato, cargada de preguntas que aún no se atrevía a hacer.
"No puedes dormir," dijo, más como una afirmación que como una pregunta.
"¿Cómo podría?" respondí, señalando el documento con un gesto brusco.
Se acercó y tomó asiento frente a mí, examinando las hojas con la misma intensidad que lo había hecho yo.
"Esto no prueba nada definitivo," dijo finalmente. "Podría ser un error."
"No lo es," respondí con firmeza. "Lo conozco demasiado bien. Si su nombre está aquí, es porque tiene algo que ganar."
La revelación del vínculo de mi padre con Morozov complicaba nuestra situación. No solo enfrentábamos a un enemigo externo, sino que ahora había un conflicto interno que podía destruirnos desde dentro. Alekséi, siempre pragmático, sugirió que lo usáramos como una ventaja.
"Si tu padre está involucrado con Morozov, puede ser nuestra llave para desmantelar su imperio," propuso.
"¿Y qué quieres que haga? ¿Confrontarlo directamente?" pregunté con sarcasmo.
"Todavía no. Primero, necesitamos pruebas más sólidas. Esto es suficiente para levantar sospechas, pero no para un enfrentamiento."
Asentí, aunque la idea de esperar me resultaba insoportable.
A la mañana siguiente, convoqué a mis hermanas en el despacho. Sofía y Valeria entraron casi al mismo tiempo, sus rostros mostrando una mezcla de curiosidad y preocupación.
"¿Qué pasa?" preguntó Valeria, siempre directa.
"Descubrimos algo anoche," comencé, mostrando el documento. "El nombre de papá está vinculado a transacciones con Morozov."
La reacción fue inmediata. Sofía llevó una mano a su boca, sus ojos llenándose de lágrimas, mientras que Valeria golpeó la mesa con el puño cerrado.
"¿Cómo es posible? ¡Es nuestro padre!" exclamó Valeria, furiosa.
"No lo sé," respondí con sinceridad. "Pero necesitamos averiguarlo antes de tomar cualquier decisión."
Mientras tanto, Alekséi y yo organizamos un nuevo plan para obtener más información. Necesitábamos infiltrarnos en una de las reuniones de Morozov donde, según nuestras fuentes, se discutirían sus próximas alianzas.
El lugar elegido era una mansión a las afueras de la ciudad, un lugar rodeado de seguridad y protegido por algunos de los mejores hombres de Morozov. El riesgo era alto, pero no teníamos otra opción.
La noche de la infiltración llegó rápidamente. Alekséi y yo nos disfrazamos como invitados, utilizando identidades falsas que ya habíamos utilizado en otras ocasiones. Las luces brillantes de la mansión y el bullicio de la fiesta no hacían más que aumentar mi tensión.
"Recuerda, no podemos llamar demasiado la atención," dijo Alekséi mientras caminábamos hacia la entrada.
"Tranquilo. Sé cómo jugar este juego," respondí con una sonrisa tensa.
Nos mezclamos con los invitados, escuchando fragmentos de conversaciones que podrían darnos pistas. Mientras Alekséi se dirigía hacia un grupo de empresarios rusos, yo me moví hacia una sala donde un pequeño grupo de hombres hablaba en voz baja.
Reconocí a uno de ellos de inmediato: Ivan Petrov, el hombre que habíamos convencido para traicionar a Morozov. Estaba nervioso, mirando constantemente por encima del hombro. Me acerqué con cautela, fingiendo interés en los cuadros que decoraban las paredes.
"Petrov," susurré cuando estuve lo suficientemente cerca.
Se giró rápidamente, sus ojos llenos de pánico.
"¿Qué haces aquí?" preguntó en voz baja.
"Lo mismo que tú: sobrevivir," respondí. "¿Tienes algo para mí?"
Asintió, entregándome un pequeño dispositivo USB.
"Esto contiene una copia de las transacciones entre Morozov y todos sus socios. Pero tienes que salir de aquí rápido. Si me ven contigo, estamos muertos."
Guardé el USB en mi bolso y me dirigí hacia la salida, pero antes de que pudiera llegar, vi algo que me detuvo en seco. Mi padre estaba en la sala principal, hablando con Morozov. Su postura relajada y su risa fácil me hicieron hervir la sangre.
Antes de que pudiera reaccionar, Alekséi apareció a mi lado.
"Tenemos que irnos," dijo, notando mi expresión.
"Él está aquí," respondí, mi voz cargada de ira.
"Lo sé. Pero este no es el momento."
A regañadientes, lo seguí fuera de la mansión. En el camino de regreso a nuestra base, no podía dejar de pensar en lo que había visto. La imagen de mi padre estrechando la mano de nuestro enemigo me perseguía, como un recordatorio constante de la traición.
Alekséi se mantuvo en silencio durante todo el trayecto, pero su mirada me decía que entendía perfectamente cómo me sentía.
"Esto no ha terminado," dije finalmente, rompiendo el silencio.
"No, no lo ha hecho," respondió. "Pero lo enfrentaremos juntos."
Su promesa me dio un pequeño consuelo, aunque sabía que la batalla que se avecinaba sería la más difícil de todas.