Narrado por Alekséi
El aire en la villa estaba tenso, casi insoportable. Desde mi posición cerca de la entrada, podía escuchar los ecos de la discusión entre Isabella y su padre. Era un momento crítico, uno que definiría no solo su relación, sino el futuro de ambas mafias.
Mis hombres estaban alerta, listos para intervenir si las cosas escalaban. Yo, por mi parte, intentaba mantener la calma, aunque sabía que cualquier movimiento en falso podía acabar en sangre. Isabella no solo estaba enfrentando a su padre; estaba enfrentando el peso de toda su historia familiar.
Cuando finalmente salió del despacho, la vi más decidida que nunca. Su mirada encontró la mía, y sin decir una palabra, supe que había tomado una decisión.
"¿Qué pasó?" pregunté cuando nos alejamos de la villa.
"Mi padre ha cedido el control," respondió, su tono frío. "Pero eso no significa que confíe en él. Necesitamos reforzar nuestras defensas y asegurarnos de que Morozov no pueda aprovecharse de esta situación."
Esa noche, mientras todos los demás dormían, la encontré en el despacho improvisado de nuestra base. Estaba revisando los documentos una y otra vez, buscando algún detalle que pudiera haberse perdido.
"Deberías descansar," le dije, apoyándome en el marco de la puerta.
"No puedo," respondió sin mirarme. "Cada vez que cierro los ojos, veo su rostro. La forma en que me miró... como si yo fuera la traidora."
Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué lentamente. "Estás haciendo lo que es necesario. Lo que nadie más tuvo el valor de hacer."
Ella levantó la mirada, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de tristeza y determinación. "¿Y si estoy equivocada? ¿Y si al enfrentarlo, solo lo empujo más hacia Morozov?"
"Entonces lo enfrentaremos juntos," respondí, tomando asiento frente a ella. "Pero no puedes cargar con todo esto sola, Isabella. Déjame ayudarte."
Por un momento, el peso en sus hombros pareció aliviarse. Se permitió una breve sonrisa antes de volver a concentrarse en los documentos.
Al día siguiente, comenzamos a trabajar en un nuevo plan. Isabella quería aprovechar las conexiones de su padre para infiltrar la red de Morozov desde dentro. Aunque era arriesgado, sabíamos que era nuestra mejor oportunidad para desmantelar su imperio.
"Necesitamos que Vincenzo actúe como si nada hubiera cambiado," dijo Isabella durante nuestra reunión. "Si Morozov sospecha algo, todo estará perdido."
"Eso significa que tendremos que vigilarlo de cerca," añadí. "No podemos permitir que tenga margen para traicionarnos nuevamente."
Sofía y Valeria asintieron, aunque sus expresiones mostraban dudas. Era evidente que la idea de utilizar a su padre como un peón les resultaba incómoda, pero ambas confiaban en Isabella lo suficiente como para seguir adelante.
Esa tarde, Isabella y yo nos reunimos con Vincenzo para explicarle el plan. Como era de esperarse, no estaba del todo de acuerdo.
"¿Quieres que actúe como si nada hubiera pasado?" preguntó, su tono cargado de incredulidad.
"Exactamente," respondió Isabella con calma. "Morozov confía en ti. Eso nos da una ventaja que no podemos desperdiciar."
"¿Y si él descubre lo que estamos haciendo?"
"Entonces ambos estaremos muertos," dije, interviniendo. "Pero ese es un riesgo que tendrás que aceptar."
Vincenzo me miró con una mezcla de desprecio y respeto. Sabía que no tenía otra opción.
Mientras Vincenzo comenzaba a implementar nuestro plan, Isabella y yo trabajábamos en las sombras, recopilando información y preparando el terreno para el golpe final. Cada noche era más agotadora que la anterior, pero ninguno de los dos podía permitirse descansar.
Había algo en su determinación que me fascinaba. A pesar de todo lo que estaba enfrentando, nunca perdió el enfoque. Incluso en los momentos más oscuros, encontraba la manera de seguir adelante.
"¿Cómo lo haces?" le pregunté una noche, mientras revisábamos una lista de nombres asociados con Morozov.
"¿Hacer qué?" respondió, sin apartar la mirada de los documentos.
"Ser tan fuerte."
Se detuvo por un momento, como si estuviera considerando mi pregunta. Finalmente, levantó la mirada y me dijo: "No tengo otra opción. Si me permito ser débil, todo lo que hemos construido se vendrá abajo."
El primer avance en nuestro plan llegó más rápido de lo que esperábamos. Una de las reuniones de Morozov, que originalmente estaba programada para llevarse a cabo en Moscú, se trasladó a una ubicación más cercana, gracias a la influencia de Vincenzo.
"Es nuestra oportunidad," dijo Isabella, mientras discutíamos los detalles. "Si podemos infiltrarnos en esa reunión, obtendremos toda la información que necesitamos para destruirlo."
"Será peligroso," advertí. "Morozov no es un hombre fácil de engañar."
"Lo sé," respondió, su voz firme. "Pero no tenemos otra opción."
La noche de la reunión llegó, y con ella, una tensión palpable. Isabella y yo nos disfrazamos nuevamente, utilizando identidades falsas que nos permitieran mezclarnos con los invitados.
El lugar era un antiguo teatro, restaurado para parecer un palacio moderno. Las luces doradas y los murales en el techo contrastaban con la oscuridad de las intenciones que se cocían dentro de esas paredes.
Isabella estaba magnífica, como siempre. Su vestido negro resaltaba su figura, pero lo que realmente llamaba la atención era la fuerza en su mirada. Sabía que nadie sospecharía de ella; parecía nacida para este papel.
"Recuerda, mantenemos un perfil bajo," le susurré mientras caminábamos hacia la entrada.
"Lo sé," respondió, su tono casi divertido. "No soy nueva en esto, Alekséi."
La reunión comenzó con una serie de discursos, la mayoría de ellos llenos de formalidades vacías. Pero luego, Morozov tomó la palabra, y la atmósfera cambió.
"Estamos en un momento crucial," dijo, su voz profunda resonando en el teatro. "Nuestros enemigos están debilitados, y es hora de aprovechar nuestra ventaja."