Entre Sombras y Fuego ( #1 saga fuego)

Capítulo 57: El enfrentamiento

Narrado por Isabella

El teatro estaba más bullicioso de lo que imaginé. Las risas y los brindis disimulaban las tensiones que se escondían tras cada mirada. Alekséi y yo habíamos logrado obtener información clave, pero el verdadero desafío sería utilizarla a nuestro favor sin que nadie sospechara.

"Necesitamos que ese maletín desaparezca antes de que llegue a las manos de Morozov," dijo Alekséi mientras caminábamos hacia una esquina más apartada del lugar. Su tono era frío y calculador, como siempre que planeaba algo arriesgado.

"¿Y cuál es tu plan?" pregunté, cruzándome de brazos.

"Provocaremos una distracción," respondió. "Algo lo suficientemente grande como para desviar la atención de todos."

Lo miré fijamente. "¿Algo como qué?"

Alekséi sonrió, esa sonrisa que siempre me hacía dudar si debía confiar en él o no. "Déjame encargarme de eso. Tú, mantente cerca del grupo que lleva el maletín. Cuando todos estén distraídos, lo tomamos."

Las luces del teatro parpadearon levemente, y una sensación de urgencia comenzó a apoderarse de mí. Todo dependía de que Alekséi cumpliera su parte del plan. Lo vi caminar hacia el bar con esa confianza arrolladora que parecía acompañarlo a donde fuera.

Mientras tanto, me acerqué discretamente al grupo de hombres que resguardaban el maletín. Fingí estar interesada en la conversación que tenían, aunque mis oídos estaban atentos a cualquier señal de Alekséi.

"¿Estás disfrutando de la velada?" pregunté a uno de los hombres, sonriendo con la amabilidad que solo usaba cuando quería algo.

"Lo suficiente," respondió, claramente incómodo por mi presencia.

"Es curioso," continué, señalando el maletín. "No suelen llevar cosas tan... importantes a reuniones como esta."

El hombre me lanzó una mirada de advertencia, pero antes de que pudiera responder, las luces del teatro se apagaron de golpe.

El caos se desató en cuestión de segundos. Algunos asistentes comenzaron a gritar, mientras otros intentaban calmar la situación. Las luces de emergencia se encendieron, bañando la sala en un resplandor rojo que hacía que todo pareciera aún más amenazante.

Sabía que esta era nuestra oportunidad. Alekséi había cumplido su parte. Ahora me tocaba a mí.

Con los guardias distraídos por el apagón, me deslicé hacia el maletín. Lo tomé con rapidez, asegurándome de no llamar la atención, y me dirigí hacia una de las salidas laterales.

"¿A dónde crees que vas?"

La voz grave detrás de mí me hizo detenerme en seco. Me giré lentamente y me encontré cara a cara con uno de los hombres de Morozov. Su mirada estaba fija en el maletín que sostenía.

"Esto pertenece a mí," dije con la mayor seguridad posible.

"No lo creo," respondió, avanzando hacia mí.

Estaba preparada para pelear si era necesario, pero antes de que pudiera reaccionar, Alekséi apareció detrás del hombre y lo noqueó con un golpe preciso.

"¿Siempre tienes que meterte en problemas?" preguntó, mirándome con una mezcla de irritación y diversión.

"¿Y tú siempre tienes que ser el héroe?" repliqué, aunque en el fondo estaba agradecida de que hubiera llegado a tiempo.

"Vamos," dijo, tomando mi mano y guiándome hacia una salida menos concurrida.

Cuando finalmente salimos del teatro, mi corazón latía con fuerza. Estábamos en un callejón oscuro, lejos del bullicio de la reunión. Alekséi se apoyó contra la pared, respirando con dificultad.

"¿Qué demonios llevaba ese maletín que era tan importante?" pregunté, abriendo la cerradura con un objeto que tenía en el bolsillo.

Dentro del maletín había una serie de documentos y un disco duro. Alekséi tomó uno de los papeles y lo estudió en silencio.

"Son rutas de tráfico," dijo finalmente. "Pero no cualquier tráfico. Esto tiene que ver con armas químicas."

Mi estómago se revolvió al escuchar esas palabras. "¿Armas químicas? ¿Morozov está planeando algo tan grande?"

"Parece que sí," respondió, su tono sombrío. "Y si esto es cierto, necesitamos detenerlo antes de que sea demasiado tarde."

Regresamos a nuestra base lo más rápido que pudimos. Allí, Sofía y Valeria ya nos estaban esperando. Les expliqué lo que habíamos descubierto, y ambas reaccionaron con la misma mezcla de incredulidad y preocupación.

"Esto cambia todo," dijo Valeria, cruzando los brazos. "No podemos permitir que Morozov siga adelante con este plan."

"¿Y cómo piensas detenerlo?" preguntó Sofía. "No olvides que tiene más recursos que nosotros."

"Lo enfrentaremos de frente," dije, mi voz firme. "Esta vez no vamos a jugar a las sombras. Si quiere guerra, la tendrá."

Esa noche, mientras Alekséi y yo revisábamos los documentos, sentí que algo cambiaba entre nosotros. La tensión que había existido desde el principio parecía haberse transformado en algo más profundo, algo más real.

"Gracias por lo de esta noche," le dije en un raro momento de vulnerabilidad.

"No tienes que agradecerme nada," respondió, su tono suave. "Estamos en esto juntos, Isabella. Siempre."

Lo miré a los ojos y vi una sinceridad que no esperaba. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que podía confiar plenamente en alguien.

Pero sabía que esa confianza tenía un precio, y pronto descubriríamos cuál sería.




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