Al volver a casa, Clara encontró a sus padres revisando papeles y agendas. La conversación giró rápidamente hacia sus estudios, sus calificaciones y los planes para su futuro.
—Debes mantener tus calificaciones, Clara —dijo su madre con firmeza—. Recuerda que estamos invirtiendo mucho en ti.
Clara asintió, pero sentía un nudo en la garganta. Cada palabra parecía recordarle que debía vivir según las expectativas de otros, dejando de lado lo que realmente quería.
Más tarde, en su habitación, Clara se sentó frente a la ventana. La ciudad se extendía ante ella, con sus luces y sombras. Pensó en los secretos de su hermana, en las conversaciones con Julián y en su propio miedo a defraudar a quienes amaba.
Esa noche, se prometió algo a sí misma: algún día encontraría el valor para decidir por sí misma, incluso si eso significaba enfrentarse a su familia. La pregunta era cuándo y cómo encontraría esa fuerza.