Esa noche, Clara se quedó despierta mirando el techo de su habitación. Recordó los conflictos del día, los secretos insinuados por Sofía y las conversaciones con Julián.
Entre sombras y luces de su cuarto, comprendió que la perfección de su familia era solo una fachada. La verdad, pensó, requeriría valor y paciencia, pero algún día tendría que enfrentarse a ella. Cerró los ojos, sintiendo cómo la responsabilidad de descubrir la verdad pesaba sobre su corazón, pero también cómo comenzaba a nacer la determinación de no huir.