La soledad se convirtió en un espacio necesario para Clara. Pasaba horas leyendo, escribiendo en su diario y reflexionando sobre lo que había aprendido. La soledad, lejos de ser un castigo, se transformó en un refugio donde podía ordenar sus pensamientos y emociones.
—A veces es más fácil entenderte a ti misma cuando nadie te observa —escribió en su diario—. Aquí puedo ser solo yo.
Estos momentos de introspección fortalecieron su carácter y le dieron claridad sobre lo que quería de la vida y de las relaciones que la rodeaban.