La escuela presentó nuevos retos: proyectos grupales complicados, exámenes y confrontaciones con compañeros difíciles. Clara aprendió a manejar la presión, defender sus ideas y mantener la calma, demostrando que la madurez no solo se mide por las emociones que sentimos, sino por la manera en que actuamos ante ellas.
—No puedo dejar que otros decidan mi camino —se dijo Clara—. Debo actuar con integridad y confianza.