El ambiente en la casa era tenso. Clara se sentó en su habitación, revisando viejas cartas y notas que había encontrado en semanas anteriores. Cada palabra parecía abrir heridas olvidadas y recuerdos que nunca había comprendido completamente.
—No puedo ignorar esto —susurró, mientras el papel temblaba entre sus manos—. Debo saber toda la verdad.
Sofía entró lentamente en la habitación, con una mezcla de miedo y determinación en su rostro.
—Clara, hay cosas que no te he contado… —dijo, tomando aire profundo.
La conversación se prolongó durante horas. Cada secreto revelado traía consigo emociones encontradas: tristeza, indignación, comprensión. Pero también un atisbo de reconciliación y la certeza de que enfrentar la verdad era el único camino hacia la madurez.