Esa noche, Clara se sentó en su escritorio, escribiendo en su diario. Cada palabra era un reflejo de sus emociones: frustración, tristeza, miedo, pero también determinación y esperanza.
—Estoy aprendiendo a ser fuerte —escribió—. A enfrentar la vida y mis errores sin esconderme.
La introspección le permitió organizar sus ideas, entender sus emociones y planificar pasos futuros, fortaleciendo su carácter y su capacidad de tomar decisiones conscientes.